01: Introducción.

514 28 7
                                    

Después de la caída de Shinnok, la paz había vuelto a Earthrealm y porque no, también en ciertas partes del Outworld.

Claro que aún había bastantes cosas que resolver, aún debían lidiar con Kotal Kahn y tratar de hacerlo entrar en razón, quizás crear unos nuevos tratados ya que los de Reiko los había roto por completo.

Kenshi aún estaba al servicio de las fuerzas especiales.
Pensaba dejarlo, muchas veces Hanzo se lo pidió. Y aún más después de lo que pasó con Quan Chi.

No es que Hanzo estuviera molesto, al contrario, él sentía culpa. Y recordar que su esposo seguía dentro de las FE solo reforzaba más los recuerdos de ese oscuro episodio.

El ninja mató a Quan Chi por sus malditos impulsos, y por su culpa los demás retornados no pudieron volver a la vida. Por eso ofreció hacerse el Hara Kiri, para limpiar el deshonor en su nombre.

Kenshi se halló incrédulo al enterarse de eso. Raiden se lo comunicó.

Él simplemente no podía creer que Hanzo hubiese tomado esa decisión sin siquiera comunicárselo. Él era su marido, ¿acaso eso no era nada importante?, ¿tan poco significaba para él esa unión?

También se la pasaba preguntándose a sí mismo que había hecho mal, o si definitivamente Hanzo se sentía lo suficientemente mal, triste, deprimido; como para tomar esa decisión.
Sabía que dado el caso, si Hanzo le hubiera informado de la decisión, lo correcto sería respetarlo. Eso indicaba el protocolo japonés, él no debía meterse, por más esposo que fuera. Si Hanzo sentía deshonor, tenía derecho a lavarlo.

Pero al carajo con el protocolo. Kenshi no iba a hacer eso, y no lo hizo.

Raiden le dijo algo sobre el poder del jinsei que le otorgó a Scorpion, y como tanto él como su familia ahora serviría a la Tierra por obligación. Le informó aún más cosas, pero al Takahashi le costó poner atención. No se podía culparlo, él recién había recibido la noticia del casi suicidio de su marido.

Fue demasiado difícil sopesar un golpe así, pero después de escuchar largo rato al renovado Raiden --el cual le daba algo de miedo, debía admitir--, trató de calmarse, para apoyar a Hanzo en cuanto llegara.

Si, de verdad eso quería hacer, pero no pudo.

Hanzo llegó a casa con la mirada más perdida que nunca. Se notaba ido.

Kenshi no pudo controlar sus impulsos, algo muy raro en él. Pero esta vez de verdad estaba molesto, triste, preocupado. Muchas emociones mezcladas para él.

Se le fue encima con las palabras. Lo primero que recibió el de amarillo fueron insultos, culpas, reclamos. No respondió a ninguno.
Lo último que recibió fue la culpabilidad del propio espadachín, pidiendo perdón por no haber estado ahí, por no ser suficiente, por haberlo insultado hace unos segundos.

Esa larga noche culminó en un abrazo muy largo y lágrimas. Era bastante raro que esos dos lloraran, lo cual sólo significaba que en verdad estaban teniendo un momento. Uno que recordarían todas sus vidas. Triste y melancólico, pero parte de sus vidas.

Kenshi de verdad agradecía que Takeda no estuviese en ese momento para ver eso.
También decidieron entre ambos no decirle nada sobre el problema, ni del casi realizado Hara Kiri.
Solo le dijeron que Raiden le había dado poder del Jinsei a Scorpion por planes del Dios y nada más.

Para su suerte Takeda lo creyó, hasta lo consideró genial.
Tenían un gran hijo.

Pero Kenshi siguió en las FE, a pesar de eso. Él pretendía seguir ayudando a Sonya y los demás a proteger la Tierra.

Hanzo no tuvo más remedio que aceptarlo. No quería dañar más su relación, la cual no iba muy bien después de lo ocurrido. Trataban de ocultarlo, aún más frente a Takeda, pero la verdad es que todo se volvió extraño, incómodo.

Kenshi aún tenía esa sensación de no ser suficiente. De no ser un suficiente motivo para mantenerlo con vida. Hanzo y Takeda eran su tesoro más preciado, su familia lo era todo para él y jamás se quitaría la vida. Jamás los dejaría solos de esa manera. Por eso no podía comprender del todo al ninja.

Claro que trataba de evitar esos temas. Él no quería dañar su matrimonio de ya tantos años. Pero era difícil.

Por parte de Scorpion, tampoco podía poner mucho de su parte. Era demasiado cerrado en cuanto a sus emociones y abrir un tema como ese con él resultaba casi misión imposible.

Por eso ambos solo se centraban en quererse y no en las palabras. Parecía funcionar hasta ahora, fingir que todo estaba perfecto.

Pero no iba a pensar más en todo eso mientras se dirigía a la nueva misión impuesta por la general Blade.
Raiden había confiado un portal al Outworld a ciertos terrícolas, y Kenshi era uno de ellos.
Era una misión aparentemente simple; solo debía charlar con el Kahn, presentarle los nuevos tratados ahora escritos por Raiden y esperar su reacción.

Pensándolo bien, no sonaba tan fácil. Pero si Kotal decidía atacarlo, debía pensarlo dos veces, pues podría poner en serios problemas al Mundo Exterior.
Más ahora que era sabido del nuevo potencial del Dios del Trueno.

Sento lo guiaba siempre, no se perdería camino a los aposentos del Kahn.

Solo trataba de disfrutar el camino, despejar un poco su mente, sentir las vibras del bosque por el que caminaba ahora. Estaba cercano a su destino.

Hubo un ruido.

A decir verdad era una presencia imposible de no notar.
Su esencia era única, creía vagamente recordar de quien se trataba. Lo sintió a varios metros de distancia de hecho, pero no hizo ni dijo nada. Esperó hasta que se acercara aún más a él.
Porque había algo muy extraño en su aura, no sintió amenaza, lo cual ya era bastante raro.

Era ese sujeto imposible de leer. Aquel que cargaba miles de almas en un solo cuerpo.
Según recordaba, era un sirviente precisamente del Kahn.
Creía recordar su nombre pero la verdad es que no, no se acordaba.

De todas formas, no creía que existiera un problema, él venía en paz.

Una vez lo sintió a unos cinco metros detrás de él, se dio la vuelta y se cruzó de brazos. Una sonrisa muy tenue en su rostro y abrió la voz.

━¿Por cuánto tiempo más pretendías seguirme? No puedo leerte, pero obviamente sentirte si. Imposible no notarte.

Frente a él estaba Ermac. Un muy debilitado Ermac.
Se veía que caminaba con mucha dificultad, ni siquiera venía flotando. Su mano derecha caía sobre su pecho, en un intento vano de regular su agitada respiración. No parecía ser ni la sombra de lo que era un mes atrás.

Kenshi empezaba a notarlo.

Al de rojo le costó trabajo responder, pero reunió fuerzas de algún lugar para flotar y colocarse a la defensiva.

━No te se... seguíamos. Y no te tememos, invidente. Si buscas pelea, la... la tendrás.

( HIATUS ) Tiempo equivocado. ▪️ Mortal Kombat ▪️ Hanzo x Kenshi x ErmacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora