EL AMOR DUELE

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EL AMOR DUELE.


—¡Idiota!—Te grita Ginny en cuanto surge en una llamarada de fuego verde.

Su repentina aparición en la chimenea de tu sala, sumado a el sin fin de insultos que te grita en la cara, te tomó totalmente desprevenido. Dejas a un lado el Profeta que has estado leyendo antes de su llegada y te le acercas dudoso.

—¿Qué...?

Pero antes que pudieras siquiera empezar a formular la pregunta, tu enfurecida pelirroja te marca los cinco dedos en tu mejilla izquierda, con tal fuerza que sientes que tu cerebro acaba de tener una peligrosa colisión con tu cráneo.

Ginny jamás te había golpeado, pero ahora que lo ha hecho, al fin comprendes porque todos sus hermanos, aunque no lo quieran admitirlo, le tienen miedo.

—¿Por qué demonios fue eso?

—¡Porque eres un imbécil! ¡Haber si así se te acomodan las ideas de una buena vez!

—¿Ahora qué hice?—Le preguntas completamente confundido. Al menos según tu criterio, no has hecho nada malo o estúpido en las últimas semanas.

—¡¿Qué hiciste? ¡Te diré que hiciste! ¡Te atreviste a pensar que yo podía sentir algo por el ególatra de Andy Morrison! ¡Eso hiciste! ¡Por el amor de Merlín, Harry! ¡¿Estás loco?

La miras con los ojos desorbitados, y solo atinas a preguntar con un mal sabor a traición en la boca.

—¿Quién fue el chismoso?

—Hermione— contestó la pelirroja sin dar rodeos.

—La matare...

—No, no lo harás. Porque yo te mataré primero.— te afirma acercándose peligrosamente.— ¿Andy Morrison? ¡Por los calzones de Merlín! ¿Qué rayos tienes en la cabeza Potter?

Aún un poco desconfiado (la cachetada te ha hecho ver la galaxia completa) dejas que se te acerque y te rodee el cuello con los brazos.

—Creí que lo querías. Una de tus compañeras de equipo me dijo que Morrison siempre andaba detrás de ti, y luego Hermione me contó que ese idiota te llenaba de cumplidos...

—Porque diablos voy a querer escuchar sus tontos cumplidos, si me gustan más cuando salen de tu boca.—te susurra al oído, haciendo que el vello de tu nuca se erizara.

—...Y también me dijo que te llenaba de regalos...

—Jamás le acepte ni uno, todos se los he devuelto. Hasta los chocolates ¡Y sabes que son mi debilidad!

—Pero la otra noche en la fiesta tu lo abrazaste y todo— le reprochaste sin poder evitar sentirte un poco idiota.

Ante esa frase, Ginny solo atina a rodar los ojos con desesperación.

—Primero que nada, él me abrazó y yo simplemente le correspondí para ser educada, porque al fin y al cabo, él invierte mucho dinero en el equipo. En segundo lugar: ¿Por qué rayos no interviniste? Lo único que recuerdo de esa fiesta es que yo le estaba rezando a Merlín para que tú aparecieras y me ayudaras a deshacerme de Andy y su estúpida charla sobre la historia de los guantes de los guardianes. ¡¿Pero adivina qué? ¡Tú jamás llegaste a rescatarme!

Ahora si te sientes un idiota completo.

¿Cómo había llegado hasta el punto de querer dejarla irse de tu lado?

—Lo siento, soy un completo tonto.—Es lo único que te sale y parece ser suficiente para Ginny. Acorta la distancia que los separa y te besa con ganas, de tal forma que todas tus dudas se desvanecen.

Ginny Molly Weasley te ama y eso nadie lo va a cambiar. Al igual que nadie logrará jamás que tú dejes de amarla a ella.

Con una felicidad que hacía semanas carecías, le correspondes el beso, pero antes de lo que a ti te hubiera gustado, Ginny lo da por terminado. Antes que pudieras besarla o quejarte, recibes otra bofetada que te hace tambalear.

—¿Y eso?—le interrogas con cara de pobrecito, mientras te sobas la adolorida mejilla.

—Fue un aviso.— te contesta con soltura. — ¡La próxima vez compórtate como el Gryffindor que eres y lucha por mí!

FIN.


Gracias por leer. 

En la cuerda floja. Harry&Ginny (Viñetas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora