Capítulo 19 "Grizzly"

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Hace tiempo atrás leí una pequeña reflexión o más bien me pareció un poema hecho por un corazón roto de un autor anónimo el cual tengo grabado profundamente en mi memoria, "La sed y el hambre es una necesidad básica, algo con lo que nacemos y que desde el momento de llegar al frio mundo tratamos de saciar hasta quedar satisfechos, pero hay otro tipo de hambre y sed especial que nunca podemos saciar, su simple existencia nos hace humanos, únicos entre todos los animales del mundo, es la necesidad de alimentar el amor en nosotros..."

La luz que entra por la ventana colándose hasta mi rostro para despertarme amablemente, lentamente abro los ojos para ver el reloj del buro que marca las siete menos diez minutos de la mañana, suspiro un poco cansada tratando de quitar la pereza restante con el ultimo bostezo, volteo para ver a mi esposo a mi lado, sonrió alegre, mi vida hasta hace unos años fue lo que se ha catalogado como traumática pero cada mañana me repito a mí misma que ese día lo viviré como si fuera el ultimo disfrutando de mi hija y de mi pareja.

-Despista dormilón- le digo a mi esposo el cual esta acostado a mi lado dándole un suave beso en su mejilla, su mueca ante la sensación de mis labios y su pequeña sonrisa me complace, en verdad le encanta que lo despierte con un beso.

-Es muy temprano-

-Lo sé, pero me gustaría preparar hoy el desayuno para ustedes, además quiero pasar el día juntos como familia-

-Es verdad, la cocinera no viene hoy y le diste el día libre a la sirvienta-

-De vez en cuando necesitamos ser solo nosotros tres-

Me levanto de la cama para vestirme y bajar a la cocina, varios minutos después empiezo a preparar el desayuno, huevos fritos, tocino, pan tostado, jalea, te y leche, acomodo todo perfecto en la pequeña mesa de la cocina mientras escucho el alegre cantar del canario de la sala que me obsequio Anthony de nuestro primer aniversario.

-Mamá, papá dice que debo ponerme un vestido- contesta una pequeña niña la cual llega a paso veloz a la cocina, su cabello negro, la piel blanca como un delicado mármol italiano y su sedoso cabello negro demuestra la herencia de que soy su madre.

-Así es, no por ser sábado debes estar desarreglada, una señorita se debe vestir y comportarse como tal, después de todo eres la hija de un renombrado doctor - contesto mientras me acerco a ella para tratar de quitar un mechón de cabello que cae sobre su cara, sin embargo, mi respuesta no parece gustarle, entonces la veo, aquel gesto siempre me incomoda, esa mirada frívola tan típica de ella, analizando mi respuesta detenidamente.

-Te he dicho que no hagas esa cara, no te queda mäuschen- le contesto poniendo mi dedo índice en medio de su frente tratando de quitar esa mirada, pero solo logro que me vea con esos ojos color purpura tan frívolos.

-Está bien, pero puedo llevar al señor sonrisas conmigo- no sé si su respuesta es una petición u orden hacia mí.

-Por supuesto, pero deberás cargarlo todo el tiempo-

-¡Si mamá!- contesta sonriente para subir corriendo de nuevo a su habitación para cambiarse.

-Llámame cuando quieras que te suba a peinarte-

Anthony baja a la concina para verme colocando los últimos platos para desayunar y me abraza lentamente por la espalda.

-Me sorprende que controles bien a nuestro pequeño monstruo, después de todo es muy rebelde para su edad-

-No lo son todos los niños-

-En general sí, pero ella es a otro nivel, su curiosidad e inteligencia no son comunes a sus años-

Vida InterrumpidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora