Memories

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Aún tenía algo de irreal, ilógico; Revali no podía terminar de aceptar que su lugar ya no se encontraba dentro del mundo de los vivos, que ahora era parte de aquel mundo espiritual del cual Zelda había hablado tantas veces. No se sentía justo, pero tenía que aceptarlo porque él no había sido lo suficientemente fuerte como para cambiar su propio destino, aquel día había bastado un tornado y un láser golpeándole la espalda para hacer que golpease contra la superficie de su propia Bestia Divina para hacerle dar su último respiro.

Le dolía la cabeza de solo pensarlo, aunque no estaba seguro de que el dolor era algo posible para un espíritu como él, ni siquiera sabía si le dolió más el morir o su orgullo, quizá ambas.

—Te ha tomado cien años —susurró al aire, sabiendo que el único que podía escucharlo era Medoh y el propio cielo que él había gobernado tantos años atrás­—, pero al final has llegado.

Lo había sentido, el momento en el que, él asumía, Link había despertado llegó a su ser como una pequeña descarga de energía, una presencia que se había apagado hace tantos años había reaparecido y junto con ella, su inexistente corazón pareció latir de nuevo.

Desde su atrapada posición había visto a Ruta aparecer repentinamente en lo alto de esa montaña y con ella el rayo de luz roja que apuntaba directamente al castillo, ¿Mipha había logrado retomar el control? ¿Había sido ella más capaz que él? No lo creía y no porque considerara que los demás campeones fueran débiles, sino porque había sentido, minutos antes de perecer ante la ira de Ganon, el como la desesperación y miedo se apoderaban de ella, Urbosa y Daruk por varios segundos antes de que la conexión de sentimientos que los unía se quebrara, dejándolo a él preguntándose qué había ocurrido hasta que la misma suerte lo alcanzó.

El que Ruta hubiera aparecido en la montaña significaba que los Zora volvían a tener el control de ella y que estaba lista para atacar a Ganon cuando el momento llegara, lo que no sabía es que sí habían sido los Zora o habían recibido ayuda de alguien más. Su agitado corazón le decía que mantuviera la esperanza, que ese alguien llegaría a ayudarle tarde que temprano y que ese alguien era quién él había odiado y después amado; aun así, pensó en otra posibilidad, algunos guerreros de su propia tribu habían intentado deshacerse del escudo que protegía a Medoh y aunque habían hecho un pequeño avance, Revali había visto con impotencia cómo al menos dos de ellos caían muertos ante un disparo. Ruta no tenía un mecanismo de defensa propio como Medoh y Naboris, ella al igual que Rudania se protegía de ataques gracias a su propio medio ambiente, sumergiéndose bajo el agua y lanzando potentes chorros de agua que en algunas ocasiones golpeaban a sus enemigos, los Zora estaban hechos para el agua y quizá eso le había ayudado a tomar el control nuevamente mientras que él seguía ahí atrapado.

Entonces Link apareció, con esas vestiduras de campeón que había usado todos esos años atrás aunque no fueran ni por asomo las más convenientes para el frío clima de su aldea, Revali había sonreído por primera vez en muchos años mientras lo observaba entrar a la aldea y hablar con las personas que andaban por ahí hasta llegar a aquel lugar donde hace tantos años él había alardeado frente a él para hacerle reaccionar pero que al no conseguir nada le había hecho irse a hacer corajes en Medoh donde nadie lo podía ver.

Había algo raro en él, lo podía notar, la manera en que miraba la aldea como si fuese la primera vez que estaba ahí, la manera en que parecía haberse perdido en otro mundo cuando esa mujer le explicaba que esa plaza había sido nombrada en honor a él e incluso cuando miró a Medoh con esa expresión de desconfianza.

No había querido aceptarlo, no quería creer que todas esas vivencias con Link se habían perdido, que todas esas palabras, desde el odio hasta el amor, habían sido llevadas por el viento y que era ahora él, un fantasma, el único que las recordaba. Se negaba a aceptar que Link había sido capaz de olvidarlo, podía olvidar a los otros campeones e incluso a la princesa, pero que le olvidara a él sonaba como un golpe directo que no quería aceptar.

Memories [Revalink]Where stories live. Discover now