I - Un adiós sin explicación

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El universo entero parecía estar a su favor, el viento dejaba bailar su cabello en ondas que no se detenían. Los autos pitaban a cada vez que pasaba rápido en su bicicleta, se creía un cometa, sin miedo a estrellarse, sin miedo a que la detuviesen por manejar de esa forma en una avenida tan transcurrida por vehículos y peatones. Un frenazo casi la hace salir disparada de su medio de transporte, pero lo evitó aferrándose con toda la fuerza que tenía, le dejó caer en el suelo y de dos largas saltadas llegó al portal de su casa, las manos le temblaban de los nervios y la adrenalina que recorría su cuerpo aceleraba su movimiento.

Se sentía observada, como si un montón de gente le miraba al mismo tiempo y es que así era, en el desespero por abrir la puerta, el llanto de un bebé se hacía más fuerte y solo sintió un poco de calma cuando se escuchó un "click" en la puerta y pudo entrar apresurada, sin mirar a los lados, con una sola dirección. El llanto del niño ceso cuando se disponía a abrir la puerta de la habitación, extrañada y con la incertidumbre de saber que sucedía, no duró más de diez segundos en atravesar el pasillo del corredor al cuarto. Sus ojos se abrieron de par en par, se quedó inmutada, fría, no podía moverse por más que su cerebro le mandaba señales a su cuerpo para que reaccionara, la voz estaba ausente. Estaba entre el asombro y el miedo al evento que transcurría. - ¿Quién eres? -Minutos después de apreciar aquella figura que se posaba justo al lado de la cuna, calmando el llanto de su hermano. El hombre la miro con dulzura y encanto, se empezó a erguir, se acercaba a ella despacio, como con pasos cortos, sin hacer sonar el suelo, ese que crujía por la antigüedad.

Tomo sus manos con una sonrisa amplia, ella mientras se sentía segura, el miedo había desaparecido pero su cuerpo permanecía inmóvil -Tu madre está orgullosa y yo siempre estaré para protegerlos -Soltó sus manos y detrás de él salieron unas inmensas alas blancas, que a simple vista parecían no caber en la habitación, pero que aún así se veían esplendidas, se elevó un poco hasta desaparecer y una brisa cálida se hizo presente.

No dudo un segundo más, a pesar de su asombro, en correr con los brazos abiertos hasta la cuna de su hermano. Le cargo rápidamente, de tal forma que lo despertó y este aún adormecido empezaba a abrir los ojos, mientras que los ojos de su hermana mayor dejaban salir lágrimas, escasas en cantidad. Un sentimiento fuerte se apodero de su ser, sentía el corazón acelerado y a la misma vez tan pequeño, las piernas ya no eran firmes, le temblaban, cual gelatina. ¿Qué rayos acababa de suceder? No paraba de preguntarse una y otra vez, como es que había presenciado algo así y aún más intenso, ¿Cómo es que pudo referirse así de su madre?

Alyssa secó sus lágrimas y devolvió a la cuna a su hermano, se cercioró de que todo estaba en orden, incluso llegó a revisar todo buscando alguna cámara oculta que explicara lo que había sucedido, aún le costaba creer todo, porque si resultaba ser un montaje todo, habría sido una broma de mal gusto, solo por el hecho de mencionar de esa forma a su madre. Mientras bajaba las escaleras para dirigirse a la cocina, las piernas aún le vibraban con cada paso que daba, tenía esa sensación en el cuerpo y no era para menos, le tendría por un buen rato. La noche cayó y ella había perdido la cuenta de la cantidad de café que había ingerido, solo sabía que su estómago crujía con cierta acidez, se levantó de la silla con intención de prepararse un sándwich. El recuerdo del chico alado no salía de su cabeza, podía recordar hasta el más mínimo detalle, a pesar del poco tiempo que tuvo para apreciarlo, a veces era bueno tener tan buena memoria fotográfica. Recordó sus ojos grises y profundos con una mirada cálida, su cabello un poco largo, limpio, pulcro, la tez de su piel pálida que parecía opacarse sin perder belleza, pero lo que más le hacía hincapié en su cabeza, era su voz, suave, como una melodía que poseía la capacidad de brindarte paz en medio de un huracán, capaz de apaciguar los más intensos miedos, capaz de alejar los demonios del alma.

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