El preludio de la derrota.

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Pasados ya 40 minutos desde que salio del salón de clases, Daniela continuaba dándole un sermón a Jason de como debe tener pasión por las clases.

—Y ahora, que harás?—Dice Daniela con la intención de llamarlo a dialogar con el profesor.

—Pues la cerrare la boca a el profesor Eustoquio; Y luego pondré mas empeño en clases para poder tener ese papel impreso que dice que me gradúe de esta porquería y que me subirá de estatus social

—Bueno, no es lo que pensaba escuchar pero estoy satisfecha.

En el momento que se le había sido indicado Jason regreso al Salón de clases diez minutos antes para cumplir con el tiempo impuesto.
Estando dentro del salón, se percata de que en los alumnos había una hola de sorpresa mezclada con intriga, probanprobable menteblemente por el hecho de que Jason si volvió a clases después de su altercado con el profesor.

Jason no dejo de mirar la pizarra buscando coherencia y razon a lo que esta escrito. A un par de metros de la pizarra nota que el profesor extiende su mano con un marcado acrílico.

Rápidamente Jason empieza a resolver el ejercicio colocado en pizarra solo guiándose por como analizo por lógica.

Particularmente Jason sabia que el ejercicio estaba bien resuelto ya que se guió por el ejercicio que estaba explicado al lado del que estaba haciendo.

—Y entonces? — pregunta Jason petulante.

—Debo aceptar que esta bien ejecutado el ejercicio,, tiene algunos detalles técnicos pero por lo demás esta bien.

—Y entonces? —Repite la pregunta.

—Y entonces que? — Reponde el profesor con leve irritación en su tono de voz.

—No va a aceptar que tengo razón?— responde el joven alzando un poco la voz.

—A caso debería? No le daré la razón hasta que usted me pida disculpas por el arrebato de hace un rato.

—Lo lamento, lamento que usted sea tan ignorante que ni aunque le demostré que entrar a sus clases a ver contenido para mi es innecesario, no pueda aceptar que tengo razón.

—Cual es su problema?

—Lo mismo le preguntó , "Profesor".

—Mi problema es que no le dare la razón a un niño imbécil que solo quiere demostrar ser superior a mi, sabiendo que no lo es.

Al escuchar el modo en el que el profesor Eustoquio insulto a su alumno, todos quedaron sorprendidos.

—Algo me hace creer que gane.—Dice el joven haciendo referencia al asombro de los alumnos respecto al insulto.

—Es... Quie...ro decir — Ya no tenia nada que decir.

—Vamos profesor , aceptemos lo, usted me insulto por lo cual puede ser despedido o incluso podría perder su titulo de educador si mis padres demandan, que tal si le digo unos insultos y estamos a mano?— Dijo Jason con sus ojos iluminados .

—Esta bien — el profesor maldijo en su mente a este joven , ya que estaba consciente de que esta era su derrota — Terminemos con esto.

—Profesor Esutoqui , pedazo de mierdecilla ignorante, me alegra haberlo hecho insultarme porque así podría yo decirle cuando desgraciado es frente a todos sus alumnos, asi que coma se este momento para ver si se vuelve mas prudente al dirigirse a mi o a cualquiera de sus alumnos.

—Alumnos ya pueden salir de clases, Jason que de se para charlar con usted.

Los alumnos salieron boquiabiertos por la escena que acaban de presenciar, quedándose así solamente Jason y el profesor en el salon

—Felicidades, logro quebrarme frente a los alumnos, ahora digame, que ganó con eso?

—Cerrarle la boca, y enseñarle como debe dirigirse ante los demás , que aunque usted sea el profesor nosotros también merecemos respetos, y como usted nunca me respeto, e incluso en años escolares anteriores me humilló, ahora le devuelvo el favor, eso es lo que gané.

Al terminar de hablar Jason se voltea en dirección a la puerta y avanza con la intención de retirarse hasta que el profesor lo detiene diciendo.

—La vida devuelve lo que se entrega señorito Jason, no lo olvide.

Jason al escuchar eso hace oídos sordos y sigue con si camino.

Estando afuera del salón , camina por el pasillo que lo llevaría hacia la cancha principal en la que a esa hora se estaría llevando a cabo el receso habitual.

Jason se queda solo en receso en un salón al que no solía acceder mucha gente, estando ahí medito en lo sucedido, no se arrepentía de hacerlo. El nunca fue una persona de pedir disculpas, era un poco alto, con musculatura media, y un coeficiente de 137, nunca había sido una persona de necesitar a otras, por ende no necesitaba quedar bien pidiendo disculpas.

Al escuchar en timbre que indica por finalizado el receso se retira del salón y procede a formar con su sección, la sección A.

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