Cocktails III

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Cocktails III

Martín se sorprendió cuando finalmente contestó la llamada de Daniel, y este le dijo que iría en la noche, acompañado de un amigo. ¿y su novia? Andaba con sus amistades igual, poniéndose al día. Que agradable era, joder que no podía evitar odiarla un poco por eso. Por ser agradable... si, hasta el mismo se sentía idiota por ello.

Martín aprovechó para arreglar el desastre de su casa, poniéndolo todo en orden y consiguiendo una bebida cara para celebrar el hecho de que el amor de su vida se casaría con otra persona. Optaba por pensar en ello lo menos posible, pero diablos, cómo dolía. Era un cómo si alguien le clavase una aguja cada vez más hondo en el corazón.

—"Ríndete ya" —Se había repetido mucha veces, pero era en vano. Por más pruebas que tenía para renunciar, su corazón sencillamente se negaba. Por lo que se había resignado a querer a su primo hasta que sencillamente dejase de hacerlo.

No había contestado la pregunta de Gregorio, pero no era necesario. Daniel merecía ser feliz. Y Mei podía hacer eso, no él.

Así que Martín soportaría, aunque terminase roto por dentro.

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—¿Y ya tienen una fecha? —preguntó Martín, sonriendo mientras le ofrecia un mate recién preparado a Daniel.

—Eh... no, aun no. Todo ha pasado tan rápido... —respondió Daniel, vacilante. Aceptando la bebida—. ¿Y cómo has estado Marti? Me preocupaste un poco esta mañana.

—Jaja, es que salí temprano a la farmacia, a comprarme algo contra la resaca.

—Aaah —Miguel le había dicho que se habían ido de copas, así que a Daniel no le extrañó.

—Si...

Silencio. Ambos fingieron tomar de sus respectivos tragos mientras trataban de adivinar que mas era bueno decir para mantener la conversación en pie sin meter la pata.

Martín trataba de encontrar los comentarios apropiados para dejar ver que si estaba alegre por Daniel. Y este trataba de encontrar la ruta que lo llevaría al "hey, ¿sabes qué? Todo es mentira, me botaron porque me enamoré de ti, ¿nos vamos a comer algo?" porque eso era lo que René le había recomendado.

El timbre sonó y Martín casi saltó de su asiento para contestar.

—Un momento —dijo mientras caminaba con rapidez a la puerta. Al abrirla, se encontró a un muy sonriente Gregorio, quien le saludó y pasó al frente sin que nadie le invitara.

—¿Y tú qué haces aquí? —le preguntó bajamente mientras le daba la espalda a la puerta. No es que le desagradase tenerlo, pues ahora tenía a alguien a quien poner a hablar, pero no se lo esperaba.

—Vine de apoyo —respondió el dominicano—. Te veías mal cuando te fuiste, así que vine para asegurarme de que no metas la pata.

Y Martín volvió a recordar la noche anterior y ahora si se sintió ligeramente desagradado de tener a Gregorio allí. Joder, ¡que no estaba engañando a Daniel! Y si no hubiese sido Gregorio, hubiese sido Miguel, Manuel o algún otro extraño. Ah, pero estaba seguro de que hubiese terminado sintiéndose igual.

—¿Qué tal, Martin?

Martín volvió a voltearse al oír su nombre y se encontró a Sebastián viniendo junto con un sonrojado Manuel. Genial, mas refuerzos. Quizás mas tarde hasta podría excusarse con lo de la resaca de nuevo y podría retirarse a hacerse bolita en su cama. jaja, que patéticos se estaban poniendo sus pensamientos.

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