Mente peligrosa. [Ed Sheeran]

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¡Hasta mañana! —Lancé un grito lo suficientemente alto para que Danielle pudiera escucharme. Lo que más quería en estos momentos, era estar en casa. Llegar, quitarme los zapatos, presumir en las redes sociales que las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y ese largo viaje que tendría al culminar los estudios. Le texteé un ‘Buena suerte’ a cada uno de los de mi clase y, al fin, salí de ahí. Estaba arrepentida de no haber aceptado el aventón que Dan me ofrecía pero, sin más y conformada, comencé a caminar. Apresurando el paso, urgida por llegar. Me encontraba en una pequeña lucha. El calor que el sol producía, ese almuerzo que negué por la mañana y, peor aún, la sed. Mis peores enemigos. Justamente ahora — Joder, ¿por qué no tomé un taxi, como segunda opción? —Me reproché a mí misma. Era la tercera calle… de unas diez más que quedaban. El próximo semestre le diré a mis padres que renten un transporte, no pienso volver a caminar. Mis pies explotarán, pensé. Con este ambiente, el camino se veía mucho más lejos de lo normal. Cuarta calle, dos de la tarde. Podría llegar temprano a la comida. Y, es más, podría brincarme ese sermón de mi madre sobre el ‘espero que hayas subido tus calificaciones o, si no, saldrás de los estudios’. También, podría alcanzar a Earl a la hora que, usualmente, pone esa música horrenda. Podría preguntarle cuándo piensa cambiar de gustos musicales. Joder, ¿qué estoy pensando? Joder, joder, joder. Quinta calle, no puedo más. Comencé a sentir más pesados mis pies, comencé a sudar de la frente, comencé a hablar sola, comencé a reírme de ese pequeño niño al cual se le había pasado el autobús, comencé a tararear las nuevas canciones de Ariana Grande, comencé a dejarme llevar por el calor. Y, cuando estuve a punto de caerme desmayada gracias a todo ello, mi teléfono retumbó. Sabía que algo debía haber cambiado. El estúpido ring-tone, por supuesto. No, no lo soporto más — ¿Bueno? —Contesté ya sin ánimos. Por un momento me sugerí a mí misma el parar para atender la llamada, pero mi otra cara de la moneda se aferraba a sí y seguía caminando.

¿Tienes planes para las dos y media? —Planes, planes, planes. Si hubiese aceptado el aventón, quizás mis planes de las dos y media hubieran sido el asistir a ese torneo de Dallas, pero no. Nota mental: Para la próxima, no ser tan tonta. Pero, esperen. ¿Planes para las… dos y media?

¿Quién habla? —Una vez más, pensé en detenerme a atender de una mejor manera la llamada. Una vez más, mi otra cara de la moneda avanzaba. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece. Esperé trece segundos a que ese alguien contestara, pero no, no lo hizo — ¿Quién habla? —Insistí. Un aliento apresurado se escuchaba detrás del teléfono. También alcancé a percibir unas cuantas risas. Risas, risas, tos seca, risas, risas y una grosería — Si no me dice quién es, voy a colgar el teléfono.

 

Hey, vamos, tranquila. Dime… ¿Te haces esa cola de caballo siempre? Tu cabello es bastante lindo, no comprendo por qué atarlo. Deberías presumirlo, anda. Suéltate la cola de caballo —Entonces, comprendí que ese alguien estaba observándome. Ahora mismo, lo que estaba haciendo. No estaba sola, no lo estaba — ¿Te comieron la lengua los ratones?

 

¿Quién habla?

¿Quieres que te diga algo gracioso?

 

Pregunté que quién hablaba.

 

Carajo, _____. ¿Quieres que te diga algo gracioso? —Mi nombre. Sabía mi nombre, sabía quién era, sabía dónde estaba. La pregunta aquí era… ¿De quién se trataba? No quedaba otra más que seguir su juego. A ver qué pasaba. Quizás y era una de las bromas de final de año, quizás y lo eran.

Quiero saber algo gracioso —Pude presenciar una sonrisa del otro lado del teléfono, pude sentirlo. Sus mejillas rojizas, sus dientes blancos. Su cara, su mirada. Pude sentirlo, pude sentir algo.

Mis hombres irán por ti —Carajo, era una broma, lo era — Claro, podrías correr, pero eso sólo traería consecuencias peores, atención de las personas y… bueno. No queremos salir en la primera plana con la noticia de un asesinato hacia una adolescente, ¿cierto? —Era una broma, lo era. Cuando pensaba que mis compañeros de clase no podían ser más imbéciles, justamente vienen saliendo con esto. Brandon, quizás. Brandon podría ser el que se encontraba detrás de todo este sucio juego.

Vamos, Brandon. Buena broma, ya puedes publicar las fotografías en Facebook. Aceptaré la etiqueta, tranquilo.

 

Brandon, Brandon. ¿No se supone que ese amigo tuyo saldría a almorzar con Henry? Oh, lo siento. Con Trina, la guarra esa de Química. Es bastante triste que a nadie le haya contado que es gay, ¿no lo crees? —Recordé el último texto de Brandon. Almuerzo, 4:00 pm. Me pidió que no le dijera a nadie más de esto, que nadie sabía sobre lo de Trina y esa pequeña cita que tendrían. Nadie más sabía de esto, más que él y… mi teléfono.

¿De qué se trata este juego?

 

Ya te lo dije, mis hombres irán por ti.

 

— ‘Tus hombres’, vaya, que temor.

 

Cinco, ni uno más, ni uno menos.

 

¿Y luego qué?

 

Eso ya es decisión tuya —Silencio, risas, risas, más risas y, de nuevo, esa tos seca — _____, ¿qué hora es? —No, no contesté. Mucho menos volteé a mirar el teléfono, o algún reloj cerca de ahí. Bajé el móvil con cuidado, acomodé la mochila de manera que no fuese a caerse y apresuré mis pasos. Aún no había colgado, esperaba una respuesta — _____, ¿qué hora es? —Me fui detrás de los arbustos, cuidando que nadie siguiera mis pasos. Y, entonces, al estar escondida en estos, alcé el teléfono. Una respuesta esperaba, una respuesta le iba a dar — ¿Qué hora es?

 

Dos y media.

 

¿Tienes planes para las dos y media?

 

No, realmente.

 

¿Y ahora…?

Mente peligrosa, cuenta la historia de Ed Sheeran, uno de los señores del cielo. Alguien acostumbrado al dinero, mala fama, delincuencia, asesinatos, egoísmo. Amante del dolor, esposo de la miseria y novio de la mentira. Injusto, cruel, despiadado. Poseedor de una personalidad desagradable para todo aquel que llegase a cruzar palabras con él. Ed Sheeran, mejor conocido como el mejor recolector de flores, que quiere decir el mayor traficante de mujeres del país. Junto con cinco de sus hombres, toman a _____. Durante toda la historia, Ed se verá en un enorme lío. Seguir el protocolo de llevar a todas y cada una de las mujeres a su destino, o hacer una excepción y romper la cadena. Un obscuro, triste y duro pasado, será el causante de más de una agresión física hacia la chica. Y, incomprensiblemente, a sus compañeros. Poco tiempo para relatar lo que estarás a punto de leer, sin embargo, bastantes días para examinar el secreto que este posee. Una chica confundida, cinco hombres a sus órdenes, un viaje hacia un mundo donde la sexualidad es explorada y abusada en más de una ocasión, un hombre despiadado con una mente peligrosa. ¿Serás capaz de descifrar lo que esconde antes de que todo esto acabe?

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