Improbable

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• Improbable.





— Recuerda, siempre te amaré, adiós.

Doyoung puede ver su hermosa sonrisa al cerrar sus ojos. Hoyuelos marcandose, haciéndole ver apetecible y encantador. Evocar el recuerdo le hace sonreír, como si le estuviera correspondiendo el gesto, y eso lo hace sentir feliz.

Y esa felicidad no se va aún cuando abre los ojos, haciendo a un lado la imagen del rostro de Jaehyun, que tenía tatuada en su memoria. Se encuentra con su reflejo y entonces continúa con seguir retocando su apariencia. Ésa noche se sentía espectacular. Su cabello naranja y salvaje junto a su playera color mostaza. Una combinación de colores muy poco aprobadas pero que siempre contrastó con la de Jaehyun, tan monocromatica.

Jaehyun siempre adoro que fuera tan improbable y peculiar.

Se calzo sus tenis color salmón y salió de su habitación de una vez por todas. No se despidió de nadie cuando cruzó la puerta de entrada de su casa, pasó a todos de largo con la única intención de llegar al exterior y subir a su coche. Así lo hizo.

Condujo tranquilamente. La noche era ideal, con la pálida luz de la luna llena iluminando la solitaria carretera.

« Tienes ojos de conejo. Una mirada ansiosa que va a todos lados. Un tanto psicótica, digno de un bicho raro como tu, Dongs. »

Para cualquiera y viniendo de Jaehyun, esas palabras serían hirientes. Pero fueron dichas con un tono improbable a Doyoung. Uno que hizo vibrar a su corazón.

« Bicho raro... será mejor llamarte conejo raro, ¿no? »

Y cada vez más improbables.

« Nadie en el pueblo va a molestarte. Así que si alguien te hace llorar o te toca un solo cabello, y dales ésta advertencia: voy a hacerlos mierda. Corre hacia mi cuando estés en problemas, porque solo yo puedo hacerte la vida de cuadritos. »

Doyoung solo quería que Jaehyun supiera ahora que era el mejor. Por amarlo contra todo pronóstico, ya que era el rarito del pueblo. El que vestía raras combinaciones de ropa y que tenía de hobbie varias actividades etiquetadas como femeninas.

Jaehyun lo amó ése verano, y le dejó hundido en una inmensa tristeza cuando se fue. Por eso ahora que lo volvería a ver, una sonrisa sincera se plasmaba en sus labios.

¿El menor ya estaría esperando por el?

Detuvo al coche cuando estuvo cerca de llegar al mar. Lo aparcó y se bajó, quitándose los zapatos para sentir la arena en sus pies.

Oh, claro que lo estaba. Jaehyun nunca le fallaria.

—¡Estoy aquí Woojae!

La noche era perfecta y deseaba que Jaehyun sintiera su felicidad. Lo extrañaba tanto, tanto. Casi lo sentía a su lado, algo que le hizo reírse ya que eso era de locos. Siempre era así en cada encuentro.

—¡Estoy aquí como todos los años, Woojae! —gritó a los cuatro vientos el apodo que le asignó entre sábanas, corriendo por la orilla del mar, esquivando a veces el agua fría que lo alcanzaba de tanto en tanto.

No se sentía solo. Ya no tenía miedo. Porque lo sentía por todos lados, justo como en ese verano en el que por fin se entregaron al improbable romance que marcaría ambas vidas. Veía las chispas brillar, la descarga de placer en su piel, la calidez expandiéndose en su pecho por su amado Jaehyun.

Las lágrimas caían sin fin por sus mejillas y emitió sollozo tras sollozo. Sentía a su chico malo, celestial, a su lado después de mucho tiempo, y si el muriera esa noche, moriría feliz.

Porque prefería morir en lugar de estar en el podrido mundo que le arrebató al improbable amor de su vida.











—Bésame fuerte... —se aferró al cuello de su chaqueta, acercando desesperadamente al castaño hacia el.

Una tentadora y sensual sonrisa se formó en los labios de Jaehyun al escuchar el ruego del mayor. Sin pensarlo dos veces lo besó duro y profundo bajo la lluvia de verano en la cual se empapaban deliberadamente.

Sus fuertes manos apresaban su cintura en un cruel agarre, que le hizo jadear de  dolor mientras se aferraba ahora a sus hombros, clavando sus uñas. El beso se tornó más húmedo, hasta convertirse en lengua, quejidos y succiones. Como si fuese la última vez.

Doyoung se aferró una vez más a su chico malo, pero ahora en un abrazo. No quería soltarlo, tenía miedo de hacerlo. Sobre todo cuando el beso finalizó y se encontró con la mirada del castaño fija sobre el. En sus ojos.

Entonces susurró aquellas palabras que nunca olvidaría.

Jaehyun se arrancó lejos de el y comenzó a alejarse, y aunque Doyoung quería detenerlo, las palabras nunca fueron dichas.

—Era improbable, ¿no lo crees, conejo? —le sonrió una vez más. Montó su motocicleta y de repente ya estaba lejos.

Pero Doyoung no tenía el corazón roto. Tenía esa tristeza de verano.





— Recuerda, siempre te amaré, adiós.









Nota del autor:
No hice mi ensayo. Tengo un examen oral pronto pero aquí estoy muriendo de sueño y divagando en porqué el mundo y el amor es así de improbable. Siento los errores. Pero éste mini fanfic va dedicado a todo el staff de la página Dojae que me recibió con los brazos abiertos a pesar de ser más inactivo que nada. Las amo chicas.

Voten y comenten si les gusta, gracias por leer <3

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