Estaba en la piscina flotando y nada,ni siquiera el sentimiento del agua
deslizándose por todo mi cuerpo me calmaba.
Estaba hecha un desastre,
mi cabello indomable,
y la falta de sueño no me ayudaba en lo más mínimo.
Mis ojos inyectados en sangre,
y con unas enormes ojeras.
Esto se siente exactamente igual a la última vez que conocí a alguien,
y me había prometido a mi mismo no pasar por este dolor de nuevo.
Es inevitable conocer a alguien,
enamorarse y pensar que esa persona es la indicada.
No elegimos cuándo, o de quién,
apenas cuando nos damos cuenta de ese sentimiento
cada vez se hace más fuerte, más potente.
Y ya ahí no podemos hacer nada.