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Adhara

La Cosecha

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La Cosecha

Frote delicadamente el agua contra mi rubio cabello, intentando limpiarlo de toda imperfección y suciedad, hice el mismo procedimiento con el resto de mi cuerpo. Una vez que termine, salí del baño y me coloque la ropa. Un simple vestido azul de manga larga que me llegaba arriba de las rodillas, unos zapatos bajos negros y comencé a trenzar mi cabello.

Mientras hacia eso, me observé fijamente al roto espejo de mi cuarto, definitivamente mi apariencia no concordaba con los rasgos característicos del distrito 12, donde la mayoría son de cabellos castaños-negros y de ojos del mismo color, con pieles morenas o ligeramente blancas. En cambio yo era extremadamente blanca, rubia, de ojos verdes.

-¡Adhara! ¡Ven rápido!-Escuché que mi madre me llamaba

Termine de trenzar mi cabello y fui a la cocina, donde estaban mis padres escondiendo algo detrás suyo.

-¿Qué ocurre, mamá, papá? - Pregunte con una sonrisa

Ellos me sonrieron a pesar de que este día no querían hacerlo.

Esta era mi primera cosecha.

Mi nombre no salía más que una vez,  pero aun asi, mis padres no han podido evitar preocuparse y aveces los escucho llorar por las noches.

-Toma hija, para alegrarte un poco este dia, como tu nos lo alegras cada día con sólo sonreir-Dijo extendiendome una bolsa negra.

Confundida, la abrí y mis ojos brillaron.

Fresas.

En la bolsa habían fresas.

Emocionada, abrace a mis padres y sonreí.

-¡Muchísimas gracias! No he podido olvidarlas desde que las comí por suerte hace ya 8 años.-comenté feliz

-Lo sabemos-hablo mi padre

-por lo que decidimos hacer un esfuerzo y conseguirte un poco, pues sabemos lo nerviosa que estas-Prosiguió mi madre

Mi rostro se tiñó de tristeza, creí tontamente que había convencido a mis padres de no estar preocupada.

-Perdón -Murmure y ellos me abrazaron

-No te disculpes Adha, sabemos que esto no es fácil y da mucho miedo.-Dijo mi madre

-Dame las fresas cariño, cuando termine la cosecha podrás comerlas. Todo saldrá bien-Sonrió mi padre

Salí de la casa y en el camino al edificio de Justicia saludé a la mayoría de los habitantes, una vez que llegue, me registraron y fui a pararme junto a las niñas pequeñas.

Mis manos comenzaron a sudar y respire hondo. No debía dejar que el miedo se apoderara de mi.

La extravagante Effie Trinket subió al presidium y dio su típico discurso, seguido del "Felices juegos del hambre y que la suerte este siempre, siempre de su lado"

-Ahora..., primero las damas, ¡Igual que siempre-Exclamó

-¡Adhara Stevens!-Dijo y si el ambiente estaba pesado, ahora lo estaba más.

Las niñas a mi al rededor no pudieron evitar voltearme a ver, conmocionadas.

Mis manos comenzaron a sudar y mis ojos picaron debido a las lágrimas que querían descender de ellos. Soportando el nudo en mi garganta, comencé a caminar.

-¡Ahí estas querida! ¡Ven aquí!-Exclamó alegre

Llegue hasta ella y me paró a su lado mientras continuaba con la cosecha, desde el presidium visualice a mis padres, ambos estaban abrazados llorando.

Mi labio tembló, el nudo en mi garganta se incrementó y mis ganas de llorar aumentaron.

¿Por que entre casi mil papeletas me había tocado a mi? ¿Por que a una simple niña de doce años que sólo tenía una papeleta en su contra?

-¡Jacob Roberts!

Un chico de diecisiete años comenzó a caminar hacia nosotros con una expresión de completa frialdad. Lo había visto algunas veces cuando iba camino a las minas, no era muy amable, más sin embargo no me caía mal.

En mi interior no pude evitar sentir pena por el, era su última cosecha y lo habían enviado a una muerte segura.

Una vez que llegó al presidium, nos dimos la mano, me miro fríamente y yo intente sonreirle, más me salió una mueca.

Después de eso nos dirigieron al interior del edificio, donde nos separaron, llevándonos a habitaciones separadas, para recibir nuestras despedidas. La puerta se abrió rápidamente, eran mis padres, quienes entraron llorando y me abrazaron.

-Mi niña hermosa...-Lloraba mi madre sin soltarme

Mis ganas por llorar estaban por los aires, más no lo haría, mis padres se derrumbarian más si me veían así.

-Eres fuerte. No eres la niña delicada que todo el mundo cree. Te he enseñado a cazar con el arco y con cuchillos. Tienes resistencia, sabes sobrevivir. Puedes cargar cosas pesadas y corres muy rápido. Conoces diversas plantas y bayas, eres ágil. Eres lista. Recuerda todo eso. Tu puedes ganar. ¿Has entendido? ¡puedes ganar!-Exclamó mi papá tomandome de los hombros y viéndome fijamente a los ojos.

-Intentaré hacerlo papá -Susurre con lágrimas en los ojos y me abrazó

-Te amo hija-Susurro a mi oido, mi madre también me abrazó.

Sentí como ponían en mi mano la bolsa con fresas. La puerta se abrió bruscamente y dos agentes de la paz se llevaron a mis padres, alegando que el tiempo se habia acabado.

Caí de rodillas al piso cuando la puerta volvió a cerrarse, cubrí mi boca con mis manos y comencé a llorar.

Mi padre tenía razón, como si el supiera que esto pasaría, me había entrenado, más no era lo mismo, no quería matar personas. Si con los animales lloraba al matarlos.

Moriría.

Eso era seguro.

En los juegos, ganar significa fama y riqueza. Perder significa la muerte segura.

La puerta se abrió y por ella entró Peeta Mellark, uno de mis mejores amigos. Se agachó y me abrazó con fuerza.

Una vez que nos separamos, colocó una insignia en mi vestido.

-Es un sinsajo...para la suerte.-Me dijo y yo asenti regalandole una sonrisa

Acuno mi rostro en sus manos.

-No pierdas Adha...sin ti no se que haré...No mueras por favor...-Me rogó

-Peeta...-Susurre llorosa

Agentes de la paz entraron y se lo llevaron.

Ahora si definitivamente mi tortura iniciaba.

The princess of Capitol《Finnick Odair》《Gloss》#THGFAwards18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora