MUERTE OSCURA

LAS MUERTES

                         Cuando la policía llegó se horrorizó, aquella visión no era un espectáculo agradable, el cuerpo yacía descuartizado entre los matorrales. Aran Dedieu el inspector al que le habían asignado el caso, daba órdenes de alejar a los curiosos que se habían desplazado a la zona, aquello era un bullicio de comentarios y suposiciones de lo que podría haber pasado, miraban entre horrorizados y fascinados de que algo así hubiera sucedido tan cerca de los pueblos.

Aran era un hombre que se mantenía en forma, atractivo, con bonitos ojos de color miel, se acercaba a los cuarenta años, nacido en la Val, en Vilàc, muy querido por todos, buena persona, amable y deseado por muchas, seguía soltero. Había estudiado en Francia y luego entró en la policía, fuera de la Val, un buen estudiante y buen policía, que podía haber llegado lejos con su currículum en la cuerpo, pero cuando le hicieron capitán, él, que amaba la Val, pidió que le destinaran a Vielha, un lugar apacible y hermoso, un valle rodeado de impresionantes montañas y peculiares pueblecitos, no era un lugar donde pensarías encontrar un cadáver.

Nadie había logrado reconocer al muerto, aunque era difícil de reconocer algo, más que nada por el mal estado en el que se encontraba, los primeros indicios eran que se trataría de un turista, al parecer le debía haber atacado un animal, supuestamente habría sido un oso, que si no, aquellas grandes marcas dejadas en su cuerpo, pero los osos nunca se habían acercado tanto a las personas y él solo recordaba un ataque a un ser humano, en Portet unos cazadores buscaban jabalís y uno se topó con una osa, le desgarró un brazo y la pierna, pero eso pasó en 2008. El juez esperaba para proceder con el levantamiento del cadáver, mientras los policías recogían las últimas pruebas y fotografiaban la escena, no estaban acostumbrados a ese tipo de casos y el ayudante de Aran, Marc, hubo de correr lejos para vomitar, no podía estropear la escena del crimen, otros estuvieron a punto pero se contuvieron. Marc había sido trasladado a la comisaría de Vielha hacía tres años, él era de Balaguer, un treintañero, feúcho, con gafas, pero atlético, buen deportista, aunque parecía más un empollón que un policía, pero era bueno en su trabajo, por eso en seguida se convirtió en el mejor ayudante que Aran había tenido.

Aran se acercó a la ambulancia donde se encontraba Jusep, un vecino de Gausach, el hombre que salía a pasear todas las tardes después de comer, había encontrado el cuerpo cerca del Pla Bataller, en la curva que bajaba a hacía Aubert, justo en el mirador. El hombre estaba totalmente conmocionado, no paraba de temblar, los médicos de la ambulancia y Eva la psicóloga intentaban tranquilizarle. Estela una médico y amiga de Aran, le pidió por favor, que dejase el interrogatorio para más tarde, el hombre de avanzada edad, había entrado en shock, Aran comprendió, dijo que se pasaría más tarde por casa de Jusep, se despidió de Estela y sus compañeros y se alejó.

Los policías ya habían acabado y el forense se llevaba el cuerpo para hacerle la autopsia, Aran montó en su coche y se dirigió a la comisaría.

Dedicó la mañana a revisar papeleo, estaba muy nervioso, no se quitaba de la cabeza la imagen del hombre muerto, habían encontrado su cartera, se llamaba Alex Pujol, tuvo que llamar a su madre y darle la noticia, ya se habrían puesto en camino, cuando se lo contó, la pobre mujer se quedó sin habla, destrozada, él tampoco sabía cómo tratar el tema, no estaba acostumbrado a dar ese tipo de noticias, en el pueblo las muertes solían ser naturales, a veces algún accidente de tráfico pero no una muerte tan horrible.

Ya por la tarde decidió que antes de que se hiciese más tarde, debería ir a visitar a Jusep, el hombre no pudo contarle gran cosa, simplemente que iba a sentarse un rato a descansar en el mirador y vio algo tirado en una esquina, era una bota de montaña, miró mejor y encontró al hombre, y mucha sangre, muchísima. Se puso a llorar, Aran supo que el hombre no sabía nada, no podría decirle nada más.