LA LUPA

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                         Aran no dejó de perseguir a Estela por todo Vilàc, ella corría alejándose de su casa, él corría gritándole que parara, ella no dejaba de llorar, al fin la alcanzó, la cogió del brazo y la giró para mirarle la cara, ella no quería encontrarse con aquellos ojos del color de la miel que la habían enamorado.

---¡Tú no!, ¡no!, ¿por qué no me lo dijiste?, podías haber confiado en mí---se le veía hundido, desesperado.

---Al principio no lo sabía, luego todas esas muertes, como podía decírtelo---lloraba histéricamente.

---Pero como, como sucedió.

---Aquella semana que pase en Francia, recuerdas, te conté que tuve un accidente con el coche---intentaba dejar de llorar---, creí atropellar a un animal, salí a mirar y algo me mordió, en un segundo todo había pasado, no vi nada, no había nada en el suelo, si no fuese por el golpe que tenía el coche y la herida en mi brazo, hubiese creído que me lo imaginé.

---No me dijiste nada de que te hubiesen mordido y no tienes ninguna marca.

---Me curé la herida yo misma, a los dos días ya no tenía nada, ni una pequeña cicatriz, nada---le miró---, fue muy extraño, si te lo hubiese contado no me hubieses creído.

---Podías haberlo intentado---imploró.

---Y decirte ¡qué!, que un animal que no vi me mordió y que esa herida desapareció mágicamente. Era una locura, ni yo me lo creía---cerró los ojos y volvió a llorar---, el día de la primera muerte, yo no recordaba nada hasta que me fui a dormir y lo soñé todo, vi todo lo que pasó, lo que hice, fue horrible pero pensé que solo era eso, un sueño y luego volvió a pasar, volví a matar---sus lagrimas le mojaban su camiseta---, la tercera noche me encerré en el sótano de mi casa, por la mañana estaba todo destrozado completamente.

---Por eso no hubo una tercera muerte---ella asintió---. ¿Pero por qué no te encerraste las otras noches?.

---La primera me pilló por sorpresa, no caí, luego si me encerré pero no sé, de algún modo supe abrir la puerta, aunque había escondido la llave---se puso tan sería---. Maté a tantos, eran amigos y conocidos, pude matarte a ti, por eso ese día temía tanto por ti.

---¡Pero ya sabíamos lo qué pasaba!, si me lo hubieras contado te hubiera ayudado---le cogió la mano, ella se apartó---. Déjame ayudarte, te quiero, déjame que lo haga por nosotros.

---¿Y qué vas a hacer?, soy una asesina---le imploró---, mátame por favor, no dejes que vuelva a pasar lo de esta noche, casi te mato.

---Pero no lo hiciste, si hace falta te encerraré en una celda hasta que sepamos cómo controlar lo que te sucede, pero no voy a matarte, eso no.

---¡Esto no se puede controlar!, has de matarme antes de que vuelva a dañar a alguien, ahora que lo sabes, tú serías tan culpable como yo de esas futuras muertes, debes acabar con esto, yo no puedo, lo he intentado pero algo no me deja hacerlo.

---¿Quieres decir qué has intentado suicidarte?---ella asintió---, ¿y dices qué no has podido?.

---Cada vez que lo intento, pastillas, cortarme, un accidente, cualquier forma, me quedo en blanco y no puedo, no sucede nada, las pastillas, el cuchillo, siguen ahí pero lejos de mí, y el coche sigue su camino, como si lo condujera otra persona no yo.

---Yo no puedo matarte---la miró pidiéndole comprensión---, los hombres del pueblo están fabricando balas y cuchillos con plata, no sé si es que han visto muchas películas pero ellos creen que esta noche podrán matarte, yo no voy a dejarles, esta noche pasarás la noche en una celda y solo se lo explicaré a mis hombres más fieles, no quiero que nadie vaya a por ti.

MUERTE OSCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora