Pasto y mantel

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4-En una cita

Hyunwoo tenía las mejillas rojas, su piel morena brillaba contra la luz del Sol. Tenía los brazos en su cintura y miraba hacia abajo con preocupación. Sus cejas muy largas y curveadas con expresión de confusión.

Finalmente, luego de meses, había invitado a su compañero de trabajo a una cita. Podría haber gastado mucho dinero en una cena en un restaurante lujosos, pero Hyunwoo sabía o al menos intuía, que a Hoseok le gustaban las cosas más románticas, el chico era cursi por naturaleza. Así que se había esforzado en una cita en el parque. Un enorme mantel de cuadritos rojos y blancos, montones de comida que había pedido a una tienda. Estaba sudando de los nervios, incluso se había fijado que el clima estuviese bueno. Ese día de primavera estaba especialmente fresco pero no lo suficiente para espantarlos del lugar, sino lo justo para estar tranquilos. Sin bichos que pudieran asustar al menor, ni oscuridad para espantarlo.

Terminó de acomodar los últimos detalles, aplastando las arrugas y poniendo el almohadón justo frente al propio. Se sentó y finalmente se quedo esperándolo, revisando el celular cada tanto. Había llegado asquerosamente temprano para armar todo y ahora le tocaría esperar a la hora pactada.

Para su sorpresa y extrañeza, Hoseok llegó media hora antes. Cargado con bolsas y una mochila en sus hombros. Cuando ambos se vieron Hoseok tenía los ojos muy abiertos y asombrados. Sus regordetes labios en una perfecta 'O', era una dulzura andante.

Sus pálidas mejillas comenzaron a tomar color rápidamente y miró a todos lados, mordiéndose los labios, sus ojos escondiéndose de pena.

—Pensé que te olvidarías de todo.

Susurró bajito, mirando hipnotizado la preciosa escena, Hyunwoo había puesto algunas velas a pila para cuando bajara el Sol y había deliciosos aperitivos por todos lados. Hoseok lanzó todo al suelo y empezó a reírse.

Su risa era especialmente fea, aguda, chillona y algo atragantada. Hyunwoo estaba feliz de saber que no era perfecto por todos lados. Y aceptó que le gustaba escuchar esos chillidos.

Hyunwoo se levantó, sonriendo aún, sus mejillas muy rojas de la vergüenza. Observó lo bonito que estaba el muchacho ese día, con sus ajustados jeans claros y una remera negra muy suelta. Una gargantilla le brillaba en el cuello, sus preciosos ojos hacían juego y sus ridículamente apetecibles labios lo estaban volviendo loco. Apretó los propios un momento y de repente pareció acordarse de algo y sacó de su bolsillo trasero un papelito.

—Me anoté todo. Comida, velas a batería, para tomar, servilletas, vasos, agua caliente para ramen, parlante para música, no dejar que Hoseokkie se siente en el pasto duro. Ah... eso.

El moreno parecía dispuesto leer toda la lista que tenía en su mano pero se detuvo en aquel punto, bajando la mirada para encontrarse con la ajena. Hoseok tenía una preciosa sonrisa con los dientes escondidos, sus ojos curveados suavemente haciendo que sus pestañas se unieran un poco. Y luego de un momento volvió a reír, explotando entre vergüenza y emoción.

— Ah. Ah. Muy bien, lo hizo muy bien, hyung. Ahora nos podremos quedar mucho tiempo más. Traje más comida. ¿Me trajo para hacer ramen? Usted sí sabe como conquistarme.

El chico se propuso a dar unos pasos adelante, mirando de frente al mayor. Hyunwoo estaba por completo rojo, mirándolo algo abrumado, se dispuso a mover la cabeza a los lados y levantó su mano derecha, rascando su barbilla algo nervioso, estirando la piel en una expresión extraña. Que lo viera tan de frente la persona que le gustaba no le hacía nada bien. Y fue peor cuando esos pequeños dedos le tomaron las mejillas y se encontró con una palidez nunca antes vista. Eso dio paso a un beso, un muy delicado roce de labios que hizo al más alto derretirse como chocolate hirviendo.

—Nos podemos sentar. Tengamos nuestra primera cita Hyunwoo-hyung. Estoy muy ansioso por todas las que le sigan.

En un acto macabro de doble sentido e insinuación, Hoseok sonrió y observó a su mayor quedarse muerto en vida, podía casi asegurar que podía ver las estrellitas alrededor de la cabeza ajena. Tan hermoso y grande. Era como un oso y estaba seguro que hibernar en ese cuerpo debía ser lo mejor del mundo.





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30 oneshot challenge [Showho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora