Pétalos

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5-Besándose

Hoseok era un rebelde que nunca se dejaba controlar. Si tu decías blanco, él decía negro. ¿Razones? ¡No las había! O quizás sí y era ver la cara de odio de las personas. Como fuese a él le encantaba. O al menos creía eso hasta que un día se encontró con un chico que no le respondía a ninguna de sus agresiones. Su mirada era como la de un robot, sin expresión alguna. Hoseok se había planteado hacerlo quebrar y se puso en campaña. Aún si también le encantaba la expresión de nada que tenia.

La primera semana el rubio casi había enloquecido. Le había empujado en la universidad tantas veces como podía. Le había dicho cosas en la cara solo para hacerlo hablar y darle una razón para golpearlo. Pero el tipo, que era una mole, pasaba del él. El único intercambio que había entre ambos era el físico. Porque cuando el rubio iba contra él, Hyunwoo lo sujetaba de los brazos para que no se cayera y le detenía cuando trataba de tirarlo. Apretándole las muñecas o moviéndolo de la cintura. Hoseok se sentía en histeria y Hyunwoo un obsesivo, esperando, día a día, las molestias del menor.

Fue una de esas veces en que Hoseok le perseguía a la cancha de entrenamiento, cuando las cosas comenzaron a cambiar.

—¿Vas a ignorarme toda la vida? ¿O llorarás como un bebé? Los tipos como tú son los más idiotas. No me das miedo. Oso. Eso. Te diré osito.

Hyunwoo le vio de reojo, el rubio siempre gritaba y movía las manos cuando lo molestaba y no se detenía hasta que empezaba a correr por la cancha y por tanto le seguía a los vestuarios y se permitía apuntarle todo aún cuando se descambiaba. Por supuesto que al moreno no le pasaban desapercibidas sus orejas rojas, ni sus ojos dilatándose. Tampoco la cara de confusión que el rubio ponía al darse cuenta que le miraba más de la cuenta. Sacudiéndose y apretando la expresión como un pequeño conejo asustado de sí mismo.

Ese día, un día especialmente frío, Hoseok pudo ver la piel erizándose al estar desprotegida. Se quedó tanto tiempo estático que logró darle un momento al mayor para acercarse. Hyunwoo le miró, le examinó y tomó sus mejillas con ambas manos, obligándolo a levantar un poco la vista para verlo a los ojos.

—Sal conmigo. Puedes estar pegado a mí sin tener que querer molestarme. Te dejo hacerlo. ¿Está bien?

El chico, de ojos pintados de negro y piercings por todos lados, tenía la boca y los ojos muy abiertos y asombrados. Y empezó a levantar temperatura en un instante, su cuerpo hirviendo de la emoción. ¿Emoción? ¿Acaso había estado esperando por eso? Tembló en su lugar con fuerzas, tragando saliva.

—N-no sé de qué hablas imbécil. No soy mariquita. S-suéltame o te patearé hasta que te olvides tu... nombre— jadeó al sentir una pared contra su espalda. Las palabras derritiéndose en su paladar, las lágrimas casi atorándose en sus lagrimales.

—No necesitas seguir con eso. Ya está bien. Abre...

Su pulgar se alzó, su mirada cansada y profunda contra los párpados pintados. Una sonrisa se formó en sus labios y se dispuso a acariciarle los belfos. Eran como pétalos, suaves, muy hermosos. La boca del menor era una flor que jamas había podido probar y que estaba loco por tenerla para él.

Hoseok perdió todas sus fuerzas cuando sintió la caricia, cayó a los brazos ajenos como un cuerpo sin vida y finalmente se dejó tomar, permitió que le afianzaran el agarre por la cintura. Y pronto comenzó. Un gigantesco labio besándole la mejilla, trasladándose lentamente por sus ojos. Ambas manos grandes ahora le sujetaban para que no se cayera. Hoseok se sentía demasiado seguro en esos brazos. Y un jadeo se escapó cuando el beso se trasladó a sus respingonas orejas.

Hyunwoo se tomó su tiempo, besó parte a parte la cara del chico, haciendo sonidos muy bajos hasta que movió la cabeza de forma horizontal y llegó a sus labios. Acarició por arriba del superior, luego por la barbilla. Hoseok estaba impacientándose, sus piernas temblando y su entrecejo fruncido.

—No juegues conmigo. ¿Quién! ¿Q-quién te crees?!— gritó quizás demasiado agudo, porque no estaba pudiendo pensar y Hyunwoo terminó de callarlo, envolviéndolo en sus brazos como si fuese un peluche. Y Hoseok lo escaló como a una torre. Y disfrutó. Disfrutó tanto que cuando quiso darse cuenta, ya estaba demasiado enamorado para seguir peleando.

 Disfrutó tanto que cuando quiso darse cuenta, ya estaba demasiado enamorado para seguir peleando

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30 oneshot challenge [Showho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora