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El chico de sonrisa alegre era la inocencia que todo el mundo quería corromper pero nadie se atrevía. Porque la gente quería seguir presenciando su sonrisa cada día, sus buenos días con la voz aterciopelada o su piel pálida contra el sol de la mañana.

Era un voto nunca hecho pero entendido por todos, nadie tocaría al pequeño ángel, nadie lo corrompería, todos parecían estar de acuerdo con eso. Hasta que llegó él.

Aquel chico también tenía una sonrisa en su cara cada mañana, pero algo burlona y cruel. Su piel era pálida pero lucía enfermo a la luz del sol, y definitivamente nadie recibiría un buen día de parte de él. Menor que el ángel pero lleno de experiencias y lo contrario a la inocencia.

Pero había llamado la atención del pequeño ángel, tan inocente que no le prestó atención al aura oscura que el contrario portaba o a sus ojos que parecían pozos opacos. Le prestó atención a su elegante porte, a su gran estatura que lo hacía querer esconderse en sus brazos, a los multiples dibujos que surcaban la piel del más alto, que despertaron la curiosidad del ángel.

Ignoró todo lo demás, advertencias, señales, todo. Para poder acercarse al "chico demonio", como se le llamaba por ahí, pues este lo llamaba como una sirena, lo hipnotizaba y lo encerraba entre sus alas negras que no eran vistas.

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El día que Yoongi, más conocido cómo Ángel, se encontró con su perdición, fue un día como cualquier otro. Una mañana soleada en la que el chico entraba por las puertas del Instituto, saludando a cualquiera que veía con sus ojos, grises, pero alegres. Iba dando saltitos cómo si no le importara estar en el Instituto, mirando hacia los costados para poder observar a su alrededor.

Eso causó que chocara con alguien, al que no había visto. Cayó al piso soltando un pequeño quejido, y seguidamente levantó la mirada, encontrándose con un alto chico; de mirada firme, piel pálida, pelo negro, y tatuajes por toda su piel. Ladeo la cabeza mirandolo con curiosidad, logrando que varios mechones rubios cayeran sobre sus ojos. Aún seguía sentado en el piso, con las piernas extendidas y las manos sobre sus rodillas.

— ¿No te vas a mover, mocoso? — Murmuró el chico más alto, odiando la mirada del contrario sobre él. 

Ángel se levantó del piso, sin embargo, no se apartó del camino del chico.

— ¿Quién eres? — Pregunta el curioso ángel mientras se aferraba a las correas de su mochila.

— ¿Eso te incumbe? No mocoso, ahora correte o te aparto yo... —Contesta el chico con molestia y una mueca en su cara.

Oh, si alguien pudiera ver la cara del Ángel ahora mismo tendría el corazón en mil pedazos. Yoongi no estaba acostumbrado a ser rechazado, solía estar solo pues le gustaba, pero cuando le hablaba a alguien sabía que éste le recibiría de brazos abiertos. Todo el instituto lo hacía.

El misterioso chico rodeó al más pequeño para poder seguir su camino, pero Yoongi se quedó allí, plantado en el medio del pasillo. Sin embargo no estaba molesto por el trato del otro, aunque su mamá le solía decir que se alejara de chicos así, más bien le intrigaba, le llamaba, cómo nunca antes le había pasado.

Sentía que aquel chico era un libro muy bien cerrado, pero que quería ser leído y apreciado. Jamás quiso juntarse con nadie pero ahora solo quería correr y estar junto al más alto. Quería recorrer con sus dedos cada gota de tinta plasmada en su piel.

Pero no, Ángel no podía, había sido educado para siempre pensar en los demás antes que en él mismo. Había sido educado para no desviarse de sus deberes y obligaciones solo por una tentación vana, o un gusto pasajero. Había sido educado para obedecer sin rechistar y aquel día no sería la excepción.

Así que por fin Yoongi movió sus delgadas piernas comenzando a caminar hacia su salón de clases. Así pasó el día, normal, yendo de clase en clase y demostrando su inteligencia en todas. Sin embargo cada vez que cambiaba de salón o tenía un pequeño descanso, se encontraba con el chico nuevo, al parecer llamado Jeon según lo dicho por, bueno, casi todo el instituto.

Éste no lo miraba, al parecer sin interés en el más bajo, pero Yoongi no podía apartar la mirada de él, era hipnotizante. Todo lo que le habían dicho que estaba mal existía en aquel chico y eso en vez de alejarlo lo acercaba cada vez más.

En el almuerzo se sentó en su usual mesa a un lado del gran ventanal del comedor, sólo. Comía lentamente, como siempre, pero esta vez se le notaba ansioso, movía su pie con impaciencia y miraba hacia la puerta.

Una vez localiza a Jeon, sus movimientos cesan, su mente parecía buscarlo inconscientemente por alguna razón. Sin embargo, no lo ve entrando al comedor, si no que en el patio, en uno de los bancos sentado de forma despreocupada. Fumando.

Ahora mismo debería dejar de mirarlo, después de todo bastantes miembros de su familia como su abuelo o su tío enfermaron debido al cigarro y por nada del mundo su tía le dejaría fumar. Le habían enseñado que era muy dañino y sólo traía cosas malas.

¿Entonces por qué no podía apartar la vista de él? Ángel no podía parar de mirar como el humo abandonaba sus labios o como sus fuertes dedos agarraban delicadamente el pequeño cigarro. Oh, eso estaba tan mal.

Tan mal como que haya sonado el timbre pero ni Ángel ni Jeon se hayan movido de su lugar. Cuando al fin se percató el más pequeño de esto, se levantó de forma torpe y apurada y se encaminó a la clase.

Justamente ahora tenía una de sus materias favoritas, arte, y ángel se reprendió mentalmente por perderse casi 10 minutos de clase.

Pero igualmente el profesor perdonó la tardanza del casi nunca impuntual ángel, dejándolo pasar. Le explicó rápidamente las pautas del trabajo del día y siguió pasando entre los alumnos viendo sus trabajos.

Tomó una carbonilla de la mesa y comenzó a plasmar en el lienzo cualquier cosa que se le viniera a la mente. La consigna era un retrato de cualquier persona, y Yoongi terminó dibujando el rostro inmaculado de Jeon. No se dio cuenta de aquello hasta más tarde, y realmente se maldijo por eso ¿Es que acaso tanto lo había afectado aquel chico? Apenas intercambiaron algunas palabras, y no en muy buenos modos.

Algo frustrado consigo mismo y con el misterioso chico, Ángel guardó su hoja y se retiró del salón una vez sonó el timbre de salida, ni siquiera dejando que el profesor viera el dibujo.

No debió hacer eso, retratar al chico, dejarse llevar. No era propio de él, nunca había fantaseado con alguien ni deseado la presencia de nadie en su vida. No debió dibujarlo en blanco y negro, eso sólo resaltaba sus ojos, y sus labios, su pelo, el tatuaje en el cuello...

¡No! ¿Qué le pasaba? ¿Por qué seguía pensando una y otra vez en aquel lindo, pero descortés, chico? Había muchísimos otros en el instituto y casi todos dispuestos a salir con Yoongi ¿Entonces por qué lo había elegido a él? ¿Qué tenía de especial?

Y mientras Yoongi deliberaba sumido en sus pensamientos, no se había percatado de una oscura mirada fija sobre él.

Sin darse cuenta, el pequeño Ángel había caído en las garras del demonio.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2018 ⏰

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Dead To Me |Yoonkook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora