Capítulo 4

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Ya había pasado un año, prometí verla todos los días, y así fue.

Emy, un simple chico de piel clara y pelo castaño cuya rutina diaria, además de usar la misma chaqueta gris todos los días, era pasar por una tienda y comprar flores.

No importaba si fuera domingo en verano, teniendo que tocarle la puerta al dueño de la tienda, quien era ya conocido mío.

—¿Con este calor y aun así vas? —Respondía aquel viejo señor al abrir la puerta y verme— Realmente debes querer a esa persona.

—Disculpa por despertarte, viejo...

—Aún sigo en mis 60's hijo, espera 10 años para llamarme así...

Lloviese.

Corría jadeando luchando por no resbalar o soltar mi paraguas, el anciano simplemente me lanzaba las flores.

—Esta vez la casa invita, deberías tomar un taxi o te vas a mojar. —Decía siempre que llegaba, sonriendo.

La verdad no sentía nada por esa persona, ni por el viejo, para mi todos eran simples sacos en movimiento, aunque algo era raro.

Siempre tuve ese sentimiento dentro de mí, de saber que mi vida era algo más que un simple vacío emocional posiblemente causado por la adolescencia y la universidad.

Abrí la puerta de la habitación del hospital, allí estaba ella, viendo la ventana desde su cama, como siempre.

—Juliet, disculpa la tardanza...

Su rostro contrastaba con la luz, una piel clara y pulida, ojos grises e inocentes, sus ropas rosas la hacían parecer una simple niña, su pelo castaño era alargado, cubriendo toda su espalda, volteo a mirarme con una sonrisa amigable y una voz dulce que encantaría a cualquier persona.

Aunque no sé si puedo considerarme una...

—Siempre vienes, debería ser yo quien se disculpe por no poder ser quien te visite...

Su voz se mostraba avergonzada, extendió su mano hacia la silla al lado de su camilla, dando pequeñas palmadas indicando que quería que me sentara.

Me acerque hasta la mesa de noche que estaba a su lado, donde se encontraba el jarrón de porcelana que mi madre le había dado en su último viaje de visita.

—Primero debo cambiar las flores... —Decía mientras removía las flores del día pasado del florero.

—No es necesario que traigas cada día ¿no es muy costoso? Con una vez al mes para mí está bien...

—Son amapolas, tus favoritas, además, te dije que traería una cada día hasta que te recuperadas... —Le dije con una sonrisa, mientras colocaba las flores.

—Emy... ya llevo más de un año aquí, aun si encuentran un donante, el tumor ya se ha expandido por todo mi cuerpo, yo no...

La cara de Juliet empezaba a empañarse, era en este momento donde desmentía mi humanidad.

No puedo sentir ni la más mínima pisca de empatía por ella en este momento, sus lágrimas son tan vacías para mí que podría simplemente irme y abandonarla sin sentir arrepentimiento, podría incluso acelerar las cosas y destrozar su cabeza con este jarrón, para mí no habría problema, incluso podría, literalmente, tocarla y hacerla saltar por la ventana, caería tres pisos y moriría, no me molestaría y de cierta forma me ahorraría dinero y tiempo que podría invertir en algo más importante como un trabajo o una tesis.

Habilidad.Where stories live. Discover now