"El destino obra de formas muy extrañas" fue el pensamiento que golpeo a un joven Alfa quien no podía creer hacía donde lo estaban llevando sus instintos, como si algún tipo de demonio estuviera conjurando en su contra, su Omega, aquella existencia...
Aquel mañana desde el instante en que abrí mis ojos ya daba señales para saber que sería el peor día de mi vida, a mis 16 años entre mis intereses para nada agraciados estaba el pensar en dedicar mi vida a alguien, aun si tenia un gran numero de admiradoras y una incontable cantidad de pretendientes francamente mis instintos se mantenían apagados, mi mundo únicamente giraba entorno a mis estudios y vivir mi vida lo más aburridamente posible.
—Hayato, ¿Ya estás listo?
En un extraño giro de acontecimientos nací como el hijo Alfa de una familia que por generaciones siempre tuvo Omegas, de niño no comprendía aquello que me hacia distinto al resto de mis familiares quienes desde mi nacimiento me dieron un trato especial, aquel trato me ha acompañado durante cada etapa de mi vida, tanto así que pese a mi corta edad me ha sido dada la oportunidad para trabajar a medio tiempo en la multinacional donde laboran mis padres, lo que podría decirse es la guinda del pastel es tener la oportunidad de conocer al actual presidente por como me contaron mis padres parecía sumamente interesado en conocerme.
Tras un largo viaje en auto llegamos al edificio principal, nunca había estado en un sitio tan grande, incluso podría jurar que es el doble, no, más bien el triple de grande de lo que es mi escuela. Sin demora seguí a mis padres por el lugar hasta llegar la ultimo piso donde se encontraba la oficina del presidente, cuando fuimos llamados ingresamos a la oficina la cual estaba totalmente llena por una gran cantidad de lujos, al fondo se encontraba un elegante escritorio hecho de madera y tras de este se encontraba un hombre de quizás 50 o 55 años leyendo uno documentos, mis padres y yo no nos hemos aproximado en cuanto hemos recibido la indicación.
—Bienvenidos, adelante, tomen asiento.
—Señor, este es mi hijo —dijo mi padre luego de haber intercambiado algunas palabras con quien era su jefe.
El hombre al otro lado del escritorio me ha mirado de forma sumamente fija, seguramente debe estar sorprendido que yo sea un Alfa y no un Omega como mis padres, es fácil saber que somos distintos con solo prestar atención a nuestras esencias—. Encantado de conocerlo, mi nombre es Hayato.
—¿Hayato– que edad tienes?
—16.
Mientras estábamos a la espera de algún comentario por parte del presidente repentinamente una pequeña y enérgica voz ha ingresado por una de las puertas laterales de la habitación, el dueño de aquella voz era un niño de 6 años el cual sin siquiera saludar se abalanzó sobre el presidente quien lo recibió con una gentil sonrisa. Al momento en que mis ojos vieron al pequeño sentí como algo en mi se hubiera salido de su sitio, no podía comprender porque me sentía tan agitado de golpe, aun si podía ocultar mi sentir, en mi mente sabía el estado de mi cuerpo, como pude mantuve mi tranquilidad y serenidad pese a sentirme como si todo en mi interior estuviera quedándome.
—Me disculpo por el comportamiento de mi hijo. Taiki saluda.
—Buenas... buenas tardes... —dijo el pequeño con algo de pena. Mis padres y yo le hemos devuelto el saludo, mientras mi cerebro hacia un intento por poner orden a mi cuerpo al mismo tiempo lo hacía pensar sobre los motivos por los cuales estaba reaccionaba como lo estaba haciendo—. ¿Hayato–kun? —al escuchar que alguien pronunciaba mi nombre rápidamente deje todos mis pensamientos y centre mi vista en la persona que me había llamado—. Se que no debería pedirte esto, pero me gustaría que fueras el compañero de juegos de Taiki.
—¿Eh?
—Taiki suele pasar gran parte del día solo, son raras las ocasiones en que puedo estar en casa con él, por eso me gustaría que fueras su compañero de juegos, me gustaría que fueras algo así como su hermano mayor. Espero no estarte pidiendo demasiado.
Que alguien me diga que esto es una broma, díganme que he escuchado mal, ¿Yo? ¿Cuidando de un niño? Antes de poder expresar mi opinión el pequeño Taiki se ha lanzado a mis brazos con gran euforia tras oír la palabra hermano, es como si le hubieran dicho que había ganado la lotería.
—¡Encantado de conocerte, hermano mayor!
—El... placer es mío...
Me siento incapaz de negarme a esta petición, la forma en cómo me mira Taiki lo hacer ver tan feliz que quedare como un villano si digo el mas mínimo no, no puedo creer esto, jamás pensé ir a ser traicionado por mi propio cuerpo, ¿En que mundo podía caber que el hijo del jefe de mi padre fuera a ser mi Omega?
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Hasta aquí llega el cap, espero les haya gustado.
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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo.
¡SAYONARA!
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