No sabía quién hubiera podido entrar, no teníamos servicio de habitaciones, ni nada por el estilo. Antes de que pudiera averiguar nada, el pequeño cachorro de un blanco a penas hueso, se le abalanzó, comenzó a ladrar y me apresuré a asomarme, fue entonces cuando la vi.
Una chica de un metro sesenta aproximadamente, de cabello pelirrojo y de ojos marrones, era delgada y tenía unos finos labios carmín y una nariz respingona. Su cara estaba completamente recubierta de pecas. Cogí a Kira en mis brazos calmándola para que dejara de ladrar, por suerte aún no había crecido, pertenecía a una raza mestiza, el veterinario tanteo la posibilidad de que fuera una mezcla de American Stanford y Husky. Había adoptado el pelaje blanco del American y los ojos azules del Husky, en cambio el pelo era abundante al igual que en el Husky, me recordaba a un diminuto lobo blanco, pero con nula ferocidad, supongo que era comprensible, por su corta edad. Calcularon que a penas tenía cinco semanas.
Al retirarla, la chica parecía estar desconcertada al igual que yo por su presencia.
Me presenté disculpándome por la actitud de Kira, ella aceptó las disculpas riendo. Me apresuré a preguntarle qué hacía aquí, pero ella se adelantó.
- Mi nombre es Carla, no te preocupes por el cachorro, no me importa, es más, es agradable tener compañía animal, te estarás preguntando que hago aquí, debieron haberte avisado, soy tu compañera de apartamento.¡Era cierto! Con tanto ajetreo no recordé que llegaría una compañera al apartamento. Le indiqué que me siguiera para hacerle un "tour" por el apartamento, parecía que iba olvidándome del dolor que me habían causado, o que lo iba guardando en lo más adentro de mi ser.
-¿Alma? ¡Alma! - exclamó Carla al ver que estaba sumida en mis pensamientos.
-Disculpa, ¿que me decías? - dije algo avergonzada.
-Te preguntaba si comprábamos algo para comer, realmente... ¡Me muero de hambre! - dijo riéndose.
-Está bien, vayamos a un supermercado cercano- dije cogiendo las llaves y saliendo por la puerta.A partir de ahora viviría con una compañera, nunca había vivido con nadie, a parte de con mis padres, era una experiencia nueva para mi, había aprendido a cocinar gracias a las incesantes lecciones de mi madre, por suerte, estaba medianamente acostumbrada a estar a menudo sola en casa, mis padres siempre están trabajando, tienen trabajos como quien diría... Importantes, siempre han sido exigentes conmigo, a decir verdad se lo agradezco, puede que sin ellos no hubiera llegado a ser quién soy hoy en día.
El resto del camino fuimos charlando, Carla era muy agradable, era un poco tímida, pero la timidez suele desaparecer con el tiempo.
Entramos al supermercado y hicimos la compra de la semana, compramos lo típico, verduras, fruta, algo de carne, pasta y pescado... y bueno algunos caprichos, al parecer Carla amaba el helado, lo curioso era que yo también...Llegamos a casa a una buena hora para comenzar la cocina, hice unos Spaghetti a la bolognesia. Carla preparó la cubertería.
Nos sentamos y Carla comenzó a contarme más sobre ella, sus gustos, sus sueños y bueno me habló de su pasado, agradecía que ella fuese tan abierta conmigo, a pesar de su timidez, que al parecer desapareció rapidamente. Me disgustaba pensar que yo nunca podría serlo.- Y bueno perdí a mi madre al nacer y mi padre había muerto unos meses antes, evidentemente no recuerdo nada, era un bebé. Tuve suerte y una encantadora familia me acogió con los brazos abiertos y pagó mi beca para que pudiera venir a estudiar Bellas artes, siempre les he estado muy agradecida, son unos grandes padres para mi. Y... Cuéntame, ¿Cómo estás tú aquí?
No quería hablar de mi pasado, me dolía mucho, demasiado, simplemente me dolía recordarle a ÉL, me dolía recordar a Marta, me dolía todo por lo que tuve que pasar...
Me levanté de la mesa disculpándome y me fui corriendo a mi habitación. Presioné mi cabeza sobre la almohada dejando salir un llanto ahogado. Pensé que nunca volvería a llorar por aquello, pero era evidente que me costaría superarlo, pero no podía guardarlo en mi adentrado corazón y olvidarlo todo, aprendería a superarlo, lo haría.
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Casualidad afortunada
Teen FictionElla, una joven destrozada, con su corazón convertido en piedra. Él, una casualidad llena de oscuridad de ojos azules tan inmensos como el océano. ¿Podrá ese corazón volver a florecer y esa oscuridad convertirse en luz? ¿Será realmente una casualida...