Fase 2: la Noche de los Cuchillos Largos

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29 de junio de 1934

La historia te voy a contar, quizá no tenga el final más feliz, pero lamentablemente en tiempos tan duros no creo que pueda existir una historia con tantas rosas.

En estos tiempos, el partido nazi tenía el control de Alemania siendo dirigidos por Adolf Hitler, un nombre que aún en nuestros días es recordado por lo que ha hecho. Pero no hablemos de Hitler, ni menos de todos los errores que cometió, ni la gente que mató durante tantos años, en esta historia nos centraremos en un suceso que parecía haber sido borrado la historia O eso habían creído que hicieron.

Era las 8:30 de la noche, y como casi siempre los mensajes de Hitler eran publicados en la radio como cada día de semana. Pero los dos personajes de los que voy hablar no prestaba mucha atención en eso, para serles sincera solo querían olvidar por un momento de la situación de afuera.

Ambos se encontraban en su habitación, siendo complacidos por las caricias del otro con una suavidad digna de una pareja enamorada. Estaban abrazados, pudiendo sentir el calor del cuerpo de cada uno, sintiéndose de esa manera tan cómodos el uno con el otro.

El muchacho no tenía más de 22 años, Aunque en realidad si te lo encuentras por la calle podrías decir que tiene más, no es porque lo pareciera de cara, sino por su singular cabello blanco. Poseía unos hermosos ojos celestes, tan celestes Como el brillo de la luna, ya hasta parecía que tenían magia. Su piel era pálida, tanto que podría pensar que sufría de hipotermia, aunque no era así.
Respondía un hombre muy estadounidense aunque pertenecía desde nacimiento a Alemania, su nombre era Jack.

La mujer a su lado tenía 23 años, aunque por su madurez podrías confundirla con alguien mayor. Si me lo preguntan a mi, diría que sería una excelente política si su mundo machista lo permitiría. Lucia un singular cabello platinado lacio con algunas ondulaciones con un corte rebajado. Hermosos ojos azules como el mar tan llenos de magia como los de su amante. Su piel pálida como si fuera de porcelana, porcelana tan delicada como si algún día fuera a romperse.
Su nombre era muy común entre los europeos, Elizabeth, llamada por su familia como Elsa. Nombre por el cual también la llamaba su amante.

- en serio mañana tendrás que ir con ellos?- preguntó Elsa con su tonada alemana, que sonaba bastante bien a pesar que ella era originaria de Noruega.

- no es como si tuviera muchas opciones...- respondió Jack borrando su sonrisa por lo anterior.

Jack era un soldado Nazi por culpa de su padre Edward Overland. No porque su padre le hubiese ofrecido ser militar, sino porque lo obligó a hacerlo. Literalmente lo empujo a las mesas de inscripción para jóvenes soldados.
A Jack no le gustaba mucho la idea de salir a matar gente inocente aunque se lo pidiese Hitler. Para el, aunque antes Alemania era un verdadero caos, ahora se había vuelto un caos solo por la presencia de los militares violentos.

- no vallas...- dijo ella acariciando su pecho desnudó con delicadeza-...quédate, mi madre seguramente preparará algo rico-.

Jack sonrió levemente para mirar a la mujer que lo tenía hechizado hace 2 años. Por un momento, recordó cuando la acompañó esa vez que iba con su hermana a su casa para que estén a salvo. Creo que recordaba aquel momento como el que se conocieron.
Sacó su sonrisa cuando recordó las lágrimas de su hermana cuando su padre lo había obligado a servir a los nazis. Recordó que la señorita Emma no quería a su hermano ver matando ente inocente.

- no quiero ir a lo que sea que tenga planeado Hitler...pero debo hacerlo...- respondió afligido el muchacho acariciando con delicadeza el cabello de ella, que era muy suave.

One-shot. #CLJelsa2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora