África Gómez.
Antes de llegar al campus paramos en un Mc Donal's a comer. Yo no quería, lo único que hay en estos restaurantes es comida basura y ya estaba lo suficientemente gorda como para zamparme una hamburguesa.
- Bien chicas, invito yo.
- Que majo César, no serás así de amable para todo ¿no?- suelta Aroa guiñando un ojo a Inés.
- Sí, lo es. ¿A qué si? - Suelta Inés antes de lanzarse a los labios de su príncipe azul.
Bajamos del coche aparcado en el parking y entramos.
- A ver... ¿Qué queréis?
- Yo... un HappyMeal con nuggets, patatas, un McFlury de oreo con sirope de chocolate y un botellín de agua fría.
- Aroa, ¿Se puede saber cuántos años tienes? ¿Cinco?
- Tengo 19 para tu información.
- Que sean dos, cari. Pero el mío con una hamburguesa de pollo.
- Vale. Tu Áf, ¿Qué quieres?
- Oh, la verdad es que no me apetece nada. - digo mirando las pantallas gigantes que están encima del mostrador y que anuncian los menús y sus precios. - No tengo mucho hambre.
- Eh chicos - se dirige Aroa a Inés y César. - ¿Nos dejáis un minuto?
-Si claro, vamos pidiendo. - responde Inés por ambos.
Segundos después, Aroa se dirige hacia a mi con paso decidido y con cara de pocos amigos.
- Amiga ¿qué te pasa? Se que estas a dieta o que estas volviéndote una chica fitness o como lo quieras llamar pero... eres consciente de que en este verano has adelgazado como unos doce o más. Eso es muchísimo peso para adelgazar en dos meses.
- Aroa, tranquila estoy bien, de verdad. Supongo que tendré un metabolismo rápido. - Mi broma la hace reírse que es lo que pretendía, quiero quitármela de encima cuanto antes.
- Bueno, lo que quería preguntarte es que... ¿no lo estarás llevándo a otro extremo verdad?
Esta pregunta me pilla por sorpresa, ¿a qué se refiere? Es imposible que lo sepa, nunca me ha pillado nadie, y jamás lo he hecho con ella delante. Me doy cuenta de que estoy empezando a sudar por los nervios y opto por responder:
- Mira Aroa, eres mi mejor amiga y siempre te cuento todo. Si tuviera un problema créeme, ya lo sabrías.- Mentira, como cuesta esto de mentir en l cara a la gente que te importa.- No te preocupes, voy a reservar una mesa, tú de mientras pídeme un McMenú ¿vale?
- Ay, vale, está bien. ¿Ves? Por lo menos esta conversación te ha abierto el apetito.
La sonrió a modo de respuesta porque nada más pensar en comida se me revuelve el estómago.
No tenía nada de hambre, bueno a lo mejor un poquito, pero no podía comer, no debería. Estábamos en un sitio público, por favor África, compórtate.
Cuando César pidió todo se sentaron en una mesa en la que estábamos Aroa y yo. Minutos después alguien de detrás de la barra chillo:
- ¡Ochenta y siete!
Y cuando el chico rubio vio que se levantaba César volvió a chillar:
- Pero si es mi colega, pues... ¡Doble ración de ketchup!
Tenía entendido que se llamaba Jaime, un conocido de César.
Cuando empezamos a comer, nada más abrir la hamburguesa la boca se me hizo agua y termine diez minutos después, los demás seguían por la hamburguesa, así que cuando empecé a sentirme pesada como si me hubiera comido piedras intenté contenerme y auto controlarme pero eso es tarea imposible.
-Disculparme, tengo que ir al baño.
Me levante y fui directa a donde la primera camarera que vi.
-Disculpe, ¿el servicio?
- En la planta baja, tienes que bajar por esas escaleras de ahí.
-Muchas gracias.
Baje casi corriendo las malditas escaleras. Cuando llegue a la planta baja me fije en la estancia.
Toda aquella planta estaba ocupada por mesas, sillas y unas papeleras al fondo.
En la última mesa había un montón de niños y niñas riéndose y gritando a la vez que comían sus deliciosas hamburguesas.
Entré en el baño de chicas que estaba un poco más alejado que el de chicos.
Me mire en el espejo, hoy tenia la cara bastante bien. Llevaba un poco de maquillaje, polvos bronceadores para darme color, sombra y rímel. Me recojo el pelo rizado en una coleta. Antes de meterme en un baño me miro por última vez en el espejo y me pregunto porque estoy volviendo a las andadas.
Entro en el baño.
Cierro el pestillo.
Levantó la tapa del water.
Y me arrodillo.
Ahí estaba otra vez, de rodillas, frente a la baza. Llevaba unas dos semanas y pico sin hacerlo y todo gracias a mi tía, que me sorprendió que mostrara tanto interés en ayudarme.
Todo el mundo pensaba que había adelgazado tanto en todo el verano. Pues ¿sabéis que? He adelgazado todos esos kilos, 10 para ser exactos, en casi cuatro semanas. Sí un récord muy deprimente.
Cuando mi tía me pilló en el baño vomitando la intenté convencer de que algo me había sentado mal pero cuando vio mis dedos llenos de saliva lo comprendió todo. Lo sé, patética, meterse los dedos para vomitar.
Me acuerdo de mi primera vez, todo empezó por culpa de la mítica abusona barra pija barra rubia de bote barra gilipollas que hay en todas las clases del instituto.
Cristina Martin.
Todavía esos insultos retumban en mi cabeza "Gorda que esta gorda" o "Casi 300, 300 kilos" o también el que más gracia me hace "Eres como Homer pero en gorda" me hace tanta gracia porque ¿quién es Homer? ¿Ese personaje gordo y amarillo que solo come donuts? Jamás me he visto esa serie de ahí la gracia del insulto.
Antes de darme cuenta ya se me han derramado como dos lagrimas de la rabia así que es cuestión de tiempo que me ponga a llorar.
Y llegó el momento, me meto los dedos en la boca hasta llegar a la campanilla, cuando la alcanzo empiezo a mover los dedos.
Primera arcada.
Segunda arcada.
Tercera, cuarta...
Finalmente, mientras vomitaba daba gracias a Dios de que los niños de fuera estuvieran cantando a grito pelado las canciones de los Cantajuegos.
Acabe de echar todo lo que mi estómago contenía unos segundos después y todavía tenía rabia en el cuerpo por culpa de la maldita Cristina.
Me levante , me limpie los dedos con papel y salí para lavarme la cara y las manos con agua.
Como siempre la misma rutina.
Cuando acabe me quede mirándome en el espejo, mirando la persona que se veía reflejada aquella chica en la que me había convertido. La misma chica que hace un mes, el mismo proceso, la misma rabia, el mismo recuerdo de esa chica que hace un mes pesaba 72,4 kilos y que ahora pesaba 62,4 y quería seguir bajando.
En ese instante, cuando rompí a llorar me di cuenta de que era y nunca había dejado de ser una puta bulímica de mierda.
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Amor A Unas Cuantas Vistas.
Teen FictionNuevo año. Nuevos retos. Nueva gente. Todo nuevo. África lo tenía todo planeado, todo menos el sentimiento más bonito del mundo: el amor; aunque según ella puede destruirte totalmente. Sin embargo, él, el tío más pasota del mundo, sin ninguna meta p...