El Torneo de Los Tres Magos. Parte 4

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La desconfianza existe, incluso dentro de tu propia familia.

Anónimo.


Potter permaneció sentado, consciente de que todos cuantos estaban en el Gran Comedor lo miraban. Se veía aturdido, atontado. Draco se levantó, dejando detrás un espectro de sí mismo bien construido y nadie pareció darse cuenta, dirigiéndose a una esquina susurró el nombre de su elfina.

Nadie aplaudía. Un zumbido como de abejas enfurecidas comenzaba a llenar el salón. Algunos alumnos se levantaban para ver mejor a Harry, que seguía inmóvil, sentado en su sitio. Nadie notó el "crack" de una aparición suave.

Draco sabía que debía llevar a cabo su misión, y lo que iba a hacer podría poner en peligro lo orquestado por el Señor Oscuro y a la vez puede ser una de las rutas para lo contrario. Winky lo miro atenta y Draco tomó la decisión.

«Sé que encontraras la manera de violar el fidelius del Número 12 de Grimmauld Place, eres una elfina inteligente Winky. Asegúrate de avisar sobre lo que está sucediendo, no des tu rostro ellos sabrán si vienen o no.»

Winky desapareció rápidamente; en la mesa de los profesores, la profesora McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente. El profesor Dumbledore inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo. Draco volvió a su lugar desapareciendo al espectro, como si nunca se hubiera movido e invocado algo.

Harry se volvió hacia Ron y Hermione. Más allá de ellos, vio que todos los demás ocupantes de la larga mesa de Gryffindor lo miraban con la boca abierta.

«Yo no puse mi nombre.» dijo Harry totalmente confuso. «¡Ustedes lo saben!»

Ambos le devolvieron la misma mirada aturdida.

Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall.

«¡Harry Potter!» llamó. «¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!»

«Vamos.» le susurró Hermione, dándole a Harry un leve empujón.

Harry se puso en pie, se pisó el dobladillo de la túnica y se tambaleó un poco. Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff. Notaba la mirada de cientos y cientos de ojos, como si cada uno de ellos fuera un reflector. El zumbido se hacía cada vez más fuerte. Después de lo que le pareció una hora, se halló delante de Dumbledore.

«Bueno... cruza la puerta, Harry» dijo Dumbledore, sin sonreír.

Hagrid, sentado justo en un extremo, no le guiñó un ojo, ni levantó la mano, ni hizo ninguna de sus habituales señas de saludo. Parecía completamente aturdido y, al pasar Harry, lo miró como hacían todos los demás. Harry recorrió la vista por unos segundos a los demás ocupantes y su mirada topo con una gris.

Harry detuvo su caminata, Draco Malfoy no lo miraba asombrado, indignado ni aturdido como los demás, su mirada era fría e indiferente como si lo que acaba de ocurrir no fuera algo que le importara en absoluto. Su pecho se comprimió y empezó a latir rápidamente, su respiración se volvió pesada y sus ojos los sintió húmedos.

Retiro la vista para avanzar nuevamente, Harry salió del Gran Comedor y se encontró en una sala más pequeña, decorada con retratos de brujos y brujas. Delante de él, en la chimenea, crepitaba un fuego acogedor, sin embargo su respiración era entrecortada, nunca en su vida se había sentido así...electrizante.

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2018 ⏰

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