Severus caminó por la habitación con pasos flotantes. Recién bañado y vestido únicamente con una camisa blanca de Lucius. El cabello húmedo se pegaba un poco a su cuello y a los comenzos de la espalda y hombros; con un movimiento flojo de la varita lo secó y dirigió sus picecitos desnudos a la cama matrimonial de Malfoy.
Retomando su lectura, que había interrumpido con la llegada abrupta de su novio y dejó reposando sobre la mesa de luz, se dispuso cómodamente a leer.
Era un libro de pociones, avanzadas para su edad de estudio. ¿Pero qué podía decir? Realmente le gustaba y lo consideraba ya un arte. Era bueno en ellas, casi un prodigio; pero más bueno era en las Artes Oscuras, y ya vendría su momento de demostrarlo.
Con una sonrisita que alarmaría a cualquiera fue como lo encontró Lucius, pero él no era cualquiera. Conocía las escasas expresiones de su Severus tan bien como el mestizo conocía las propias. Podía diferenciar perfectamente cuándo era una mueca de suficiencia y cuando era una sonrisa verdadera, la cual para muchas personas era la misma. Orgulloso se encontraba el sangre pura de poder corregirlos, claro estaba que era un conocimiento que se guardaba para sí y su pareja.
— ¿Qué lees, cariño? — Y aunque era inimaginable y se lo guardaban para la intimidad, los motes amorosos nunca hacían falta. Cubrían la ausencia de los "te amo" que creían innecesario recalcar.
— Pociones, amor. — Fue la escueta respuesta del pequeño embarazado y se zanjó el tema.
— Mi padre preguntó por el nombre del bebé. — Comentó Lucius, desatando su corbata color plata envejecida.
Al principio, llegarle con la noticia del noviazgo y el embarazo al pobre Abraxas no cayó muy bien. Hubo miradas de decepción y desprecio muy marcadas, además de palabras crueles y desdeñosas. Nunca levantó la voz, se mantuvo siempre en un frío tono carente de otra emoción que no fuera el disgusto y la sutil sorpresa.
Pero cuando mencionaron el apellido Prince la cosa cambió. El rubio mayor recordó sus tiempos terriblemente enamorado de Eileen Prince. Ella, con su marcado acento italiano -el cual Severus compartía-, lo cautivó junto a su despampanante belleza. Se le rompió el corazón en millones de trozos al saber que ella huyó con un muggle repugnante, sin embargo el sentimiento jamás murió, ni siquiera cuando se casó con la difunta Genesis.Devastado al saber de su muerte y más aún con la causa de esta, le permitió a quien era la viva imagen de Eileen comprometerse con su hijo y vivir en su casa siempre y cuando usara el apellido Prince. Pues verlo allí, con sus manos delicadas abrazando su aún plana pancita y un rostro serio, le revolvió el corazón y no pudo decir que no.
— ¿Qué le dijiste? — Preguntó sin despegar sus ojos del libro.
— Le dije que Nigrum era la mejor opción. A él le gustó.
Siguieron sugiriendo nombres casualmente, aunque ambos sabían que ese niño se terminaría por llamar Nigrum.
De una u otra forma, la conversación se torció hasta un tema que los aterraba por igual; el regreso a Hogwarts.A Lucius se le quemaba la piel de angustia al imaginar a su Severus embarazado a merced de los merodeadores. Y aunque sabía perfectamente que el pelinegro era capaz de cuidarse sólo, no podía hacerlo embarazado. Un golpe o una mala caída y sería el fin de la criatura, siendo que los Gryffindor no tenían ni idea del niño, no iban a medirse.
Y Severus creía lo mismo. Ya no sabía qué esperar de ellos ni sabía cómo haría para esconder su panza cuando se empezara a notar. Temía lo que le fueran a hacer a su hijo.
— ¿Qué haremos? No podrás atravesar las barreras siempre para visitarme, quizás yo pueda hallar la forma de ir a Hogsmeade y allí poder vernos. — Declaró Severus pensativo, ya habiendo perdido el hilo de lo que leía momentos atrás.
— Puede ser. Pero yo creo que tú deberías decirle del embarazo a alguien, quizás a la enfermera o algún profesor de confianza. Nos facilitaría las cosas enormemente. — El rubio se adentró en su cama con colchas y sábanas blancas y grises, pateando un poco la peluda manta negra que adornaban la cama. Ajustó el pantalón que hacía juego con la camisa que llevaba el de ojos negros y siguió hablando con convicción. — Yo voy más por la enfermera, ella podría hacerle el chequeo al embarazo mientras el Doctor Faure-Dumont no puede. ¿Tú qué dices?
— Digo que tienes razón

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bambola di porcellana / / lucius ✗ severus
Fanfiction→A sus ojos, Severus era una muñeca de porcelana. Frágil y hermoso. Sin embargo, él sabía muy bien que ese pequeño mestizo era letal. Una serpiente más ponzoñosa de lo que él sería jamás. Y lo amaba así. →snucius; →tw // underage; →mpreg;