Tan solo dos

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Ok. Si lo habéis pensado bien, se os habrá ocurrido esta pregunta: ¿cómo puede salirle a un gato una grieta debajo de un ojo?

Pues bien, los gatos de la historia son gatos de cerámica, por lo que se pueden romper.

Resuelto este enigma, aquí está la continuación.

El médico se incorporó de inmediato. En sus ojos se veía un miedo profundo.

Cuando el padre fue hacia su hija para verla, el médico lo retuvo con su brazo y empezó a retroceder, obligando al padre a hacerlo también.

El médico, sin perder el tiempo, llamó a toda prisa a una ambulancia. Sus palabras sonaban vacías y sin sentido para el padre, que parecía más ausente que nunca, mirando el pasillo por donde se iba al cuarto donde habían dejado a la hija.

La ambulancia no tardó mucho. Al llegar, salieron unos gatos vestidos con unos monos de plástico que les cubrían todo el cuerpo y unos cascos con una gruesa capa de vidrio transparente.

Se llevaron a la gatita rápidamente, mientras el padre miraba, impotente, cómo desaparecían por el final de la calle.

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En el hospital, en una habitación pequeña, se hallaba una gatita.

Su cuerpo estaba surcado por grietas profundas y finas. Estaba tumbada en la cama, con muchos aparatos a su alrededor.

Dejó escapar un suspiro y giró la cabeza hacia el duro cristal que la aislaba de los otros.

Dejó escapar un suspiro y giró la cabeza hacia el duro cristal que la aislaba de los otros

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Su padre la miraba con preocupación y tristeza.

Este se giró hacia el médico.

-¿No hay nada que se pueda hacer? - preguntó, con voz baja. Él sabía que si hablaba más alto rompería a llorar.

El médico se limitó a negar con la cabeza, triste.

-Es una enfermedad totalmente nueva...

Mientras, el hijo miraba a su padre gesticular delante del doctor.

Abrazaba su peluche con fuerza.

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En la mesa de la cocina amarilla había comida deliciosa.

Pero el padre no comía. Tenía la cabeza gacha, los ojos húmedos y respiraba lentamente, como si quisiera asfixiarse.

Su hijo intentaba animarlo, jugando con su peluche, pero el padre lo ignoraba.

Al final desistió.

Bajó de la silla y se acercó a él. Se abrazó a su pierna izquierda y apoyó la cabeza en ella.

Su padre alargó una mano vagamente y la puso encima de su cabeza, intentando acercarlo más a él.

No había palabras para expresar toda su pena y pesar. Antes eran cuatro, pero uno se perdió en la oscuridad. Entonces quedaron tres.

Ahora eran tan solo dos

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Ahora eran tan solo dos.



Trois petits chatsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora