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Asombrosamente, Natalia ya no quería ir. Tenía su maletita lista con la pijama y su cepillo de dientes, todo listo para la nueva pijamada. Estaba en la puerta y definitivamente que no podía no entrar. Mayden la vio desde la ventana y rápidamente fue a abrirle la puerta.

—Vamos ¿que esperas?— apremió jalándola de la mano.

Natalia no podía estar más confundida, ahora sentía un maravilloso revuelo cuando su mano tocaba la suya. Se regañó a sí misma por estar pensando y sintiendo cosas indebidas.

Pero Mayden tenía ese poder, el de cambiar el rumbo de sus pensamientos y hacerla reír hasta que la leche con chocolate saliera por su nariz.

—¡Ahg, que asco!— gritó entre risas tirándose al suelo.

—Ah si? Tu eres más asqueroso que yo— y se lanzó sobre él para iniciar unas rondas de divertidas guerritas infantiles.

En un momento Natalia quedó abajo y Mayden sobre ella mientras reían. Natalia no tardó en sentirse incomoda con la mirada de esos ojos achocolatados profundos.

—Te gané— puntualizó divertido y risueño yéndose a sentar de nuevo frente a la TV como si nada pasara.

La niña se incorporó lentamente pensando que esos ojos eran su debilidad y debía evitarlos a toda costa.

Los siguientes minutos volvieron a ser agradables para ambos niños que veían su programa favorito. Pero nada era igual ya que Mayden parecía quedarse callado a veces por quién sabe que razones. Natalia tenía claro que podían ser niños, pero su mejor amigo ya había experimentado lo que era enamorarse y no era broma o un típico capricho. Se notaba en los ojos del niño.

Natalia entonces se decidió a hacer lo posible para que Mayden no volviese a pensar en Laura y ponerse mal. Odiaba verlo así y sinceramente prefería que regresara con Laura a que siguiera estando triste. Pero era una tarea difícil ya que no había nada que no le recordarse a la rubia.

Natalia pensaba que mientras menos recordara todo lo que había ocurrido la pijama pasada, mejor, porque ese sentimiento estaba destrozando su amistad.

Veían su programa favorito y ambos reían y gritaban con emoción con la menor cosa que hacían los personajes.
Entonces, mientras Natalia mordisqueaba las galletas distraídamente, Mayden de pronto gritó volteando al lado contrario.

—No tío— chilló con fastidio.
Natalia miró hacia la TV sin comprender. Los principales se besaban, era normal para un niño parecerle la cosa más repugnante.

—Si, porque no es Laura ¿he?— rió descaradamente Natalia llenándose la boca de galletas.

—¿Qué dices?—

—Que tu y Laura... —

Mayden no la dejó terminar y le metió otra galleta en la boca.
—Prometimos no hablar más de eso— se había ruborizado —¿sabéis? Oí que sus padres se molestaron con ella y la dejaron con su tía—

De pronto el niño se había entristecido, su emoción se había apagado. Natalia tomó un poco de jugo para pasar las galletas y luego habló más precavida que antes.

—Osea que, no se fue a Francia—

—Osea que la veré en cualquier momento, por la calle, al salir de casa, ¡todos los días por el resto del verano! su tía vive en nuestro vecindario—
Mayden no era de apagarse así por así. Siempre se cargaba una tremenda energía que lo hacía moverse bruscamente de un lado hacia otro rápidamente. Y ahora ni siquiera veía la TV.

Natalia pensó unos instantes y ¡bingo! La idea saltó por si sola.
—¿Tu madre aún conserva la llave de su cobertizo en el mismo lugar?—

—Si... ¿Porqué?—

—No preguntes, venga, sigueme—

Natalia arrastró a su amigo hasta la cocina donde había un juego de llaves colgadas de un clavo que sobresalía de la pared. La niña las tomó y extrajo una que estaba pintada con esmalte para uñas violeta.

—Me gustaría saber que estas pensando— resongó Mayden con los brazos cruzados.

—¿Recuerdas, cuando más pequeños jugábamos en el cobertizo a los experimentos?— preguntó ella con una graciosa e inocente sonrisa.

Una inusual chispa brillante se encendió en los oscuros ojos del niño.
—Dame eso, ¡lo haré yo mismo!—

Natalia rió al ver lo rápido que logró convencer a Mayden para que volviese a estar feliz. Experimentar era algo que a ambos les gustaba mucho, la madre de Mayden conservaba botellas de todo tipo vacías o llenas de cualquier cosa como fertilizante, y ambos niños se volvían científicos locos creando un poderoso brebaje con las plantas del jardín.

—y exactamente, ¿que hará esto? — preguntó por fin Natalia.

El niño se encogió de hombros riendo.
—¡Cualquier cosa!— dijo saltando hasta derramar algunas gotas del pardusco líquido. —¿Qué te imaginas que hará?—

—... — Natalia pensó una única cosa y prefirió no decirla, se había teñido de rojo de pronto.

Pero no importó, el científico loco Maydencito comenzó a imaginarse las infinitas posibilidades.
—¿que tal si te convierte en monstruo? ¿O te vuelve súper inteligente? ¡¿O te da súper poderes y nos hacemos invencible?!—

La pequeña Natalia sonrió algo asustada.
—¿y si te hace volar?— propuso al fin captando la atención de su amigo.

—Si! Buena idea, ¡sería genial!—

Ambos saltaron de emoción. Hacía tiempo que no jugaban como cuando tenían siete años y volver a hacerlo era monumentalmente divertido. Natalia estaba más feliz por tener a su amigo entretenido lo suficiente como para que no se le pasara por la cabeza cierta rubia.

A la hora de dormir Natalia pensó seriamente en atarse al suelo para no cometer ninguna tontería.
—Nati, ¿estas bien?— preguntó su mejor amigo desde lo alto de la cama.

Él estaba preocupado por ella, era un niño muy listo y atento por lo que se había percatado de los cambios que Le sucedían a Natalia. Casi no se reía o se quedaba con los ojos en blanco a veces y se le veía incómoda en ciertas ocasiones.

—si... ¿Y tú?— murmuró desde su colchón en el piso. Se había envuelto en las matas para que no supiese que estaba mintiendo, Mayden la conocía mucho y era capaz de conocer sus pensamientos sólo con verla a los ojos.

—¡si! Fue un día increíble y creo que podría calificarlo como uno de los mejores días de mi vida—

Natalia se sonrió.
—Entonces tenemos que repetirlo, fue un día increíble para mi también—

—sabes Nati, eres mi mejor amiga— dijo ya quedándose dormido.

—si?—

—si!— dijo risueño —eres maravillosa... Buenas noches, Nati—

—... buenas noches, Mayden—

Juegos de Niños (#Maytalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora