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La pequeña regresaba a casa más cabizbaja que nunca. Su misión de vida o muerte se había llevado a cabo con éxito, pero no garantizaba que Laura no se burlase de su amigo.
¿O quizá estaba cabizbaja porque se había encargado de que Mayden le confesara amor a alguien que no era ella?

Sea lo que fuera, Natalia regresó a casa y al día siguiente se presentó ante su mejor amigo en su base secreta.

—¿Y?— preguntaba con impaciencia.
—Dejé la carta como tú dijisteis— murmuró —pero... hay algo que deberíais saber—

Mayden no escuchó esto último porque ya estaba dando saltitos por doquier al rededor de la banca. Natalia no había experimentado una sensación parecida, creyó que era eso que decían siempre: celos. Y quizá también pánico al pensar que perdería a su mejor amigo.
Sí, estaba muy celosa de Laura, porque ella tenía el corazón de Mayden y sin embargo no lo quería.

—Ojalá y la lea hasta el final... ¡Ay! Natalia, ¿Y si no la lee hasta el final? bueno, sé que no puede rechazarme, ya antes le había dicho cursilerías por el estilo pero... que repeluz, a lo mejor me odiará por el resto de nuestras vidas y... No, no puede, porque... porque... ¡Natalia! dime que dijo cuando le preguntaste lo que te dije que le preguntaras—

La niña, que por momentos se mantuvo en silencio mordisqueando una pulsera de dulce como un nervioso ratón. La verdad que no quería decirle todas las palabras que Laura había dicho, la verdad que no quería hablar siquiera. Su corazón saltaba junto al de Mayden al ver su creciente felicidad hacer tremenda ebullición frente a ella. Pero esa sensación desaparecía al recordar que la razón por la que Mayden sonreía muerto de nervios, no era otra que Laura. Entonces, esos sentimientos negativos y destructivos parecieron tomar el control de la mente de Natalia y ella pudo sentir como la ira embargaba su ser por unos momentos, pero fueron esos momentos los que marcaron la diferencia entre un Mayden eufórico y uno sorprendido.

—Laura dijo que eras raro para ella— le gritó poniéndose de pie mientras él se derrumbaba por el susto de los gritos. Pero Natalia no había terminado, sabía que ese comentario no le afectaría tanto como para hacerlo odiar a Laura, y eso era lo que ella quería, que Mayden odiase a esa rubia tanto como ella lo hacía en ese instante. Por lo que en cuestión de milésimas de segundos decidió inventar más pruebas falsas
—Dijo que no le gustaba tu flequillo, ni la forma de... Tu nariz. Que tampoco le agradaba tu risa o... Tus... ¡dientes! Que odió las flores que le diste el otro día, por que no combinaban con sus ojos y que... Que... ¡no eras su tipo!—

Mayden, sentado en la yerba después de la caída tuvo la suerte de no entender mucho de lo que su amiga acababa de gritar descontroladamente, por eso solo la miraba sin comprender gran cosa, pero captó la escencia. La manera nerviosa e impulsiva en la que había dicho todo ese torbellino de palabras raras lo hacía aún más difícil para él.
Natalia se había puesto roja y respiraba rápida y poco profundamente sin despegar la mirada de los ojos castaños de Mayden que seguía aturdido. Seguía molesta y podía haber mentido otro poco más, pero su imaginación la abandonó esa mañana.

Cuando ella recuperó el control de su cuerpo y palabras se percató de lo que había dicho y hecho y avergonzada se cubrió la boca. ¿Qué había dicho? tampoco fue algo colosalmente malo, pero de igual manera el hecho de haberle mentido a su mejor amigo le revolvía el estómago. Se sentía la persona más inhumana de la historia, pero a la vez seguía enojada y casi dispuesta a volverle a gritar.
Iba a disculparse, y decirle que todo fue mentira suya, quería decirle Caíste y usar su excusa favorita, pero desde lejos llegó un saludo para Mayden.

Laura los había estado buscando por todo el parque y sonreía por al fin encontrarlos. —Hey Mayden tío, contigo quería hablar— les gritaba desde lejos acercándose lo más rápido que podía. Entonces vio a Mayden tirado y a Natalia frente a él con expresión de asustada.
—¿Interrumpo?—

—Sí— —¡No!— chillaron al unisono para luego intercambiar miradas raras.
Mayden se puso en pie como rayo y se sacudió la tierra del pantalón. Se acercó a la niña rubia mientras le sonreía abiertamente —Hola laury, ¿Que-querías hablar? ¿Conmigo?—

Laura le devolvió el saludo depositando un beso en sus labios. —recibí tu carta, y debo decir que dices cosas muy lindas para ser chico— la niña se ruborizó grandemente y bajó su mirada hasta sus zapatos.

Mayden estaba en shock y Laura sonreía y reía tontamente al ver el efecto que producían sus acciones en el joven chico del flequillo. Natalia atrás no sabía que decir, que hacer, donde esconderse a llorar o a donde huir. La carta había resultado ¡había resultado! Y ahora Mayden y Laura sabían lo que el otro sentía, mientras que Natalia, la tercera mosquetera se quedaba sola.

Juegos de Niños (#Maytalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora