Único

227 23 23
                                    

Entré a la habitación y entonces vi tu rostro, reías con tus amigos. Me miraste a los ojos y quise desaparecer.

No quería enamorarme ahora...pero, para entonces me había metido de lleno.

Miré directamente el suelo e intentaba no pensar en lo enamorada que podía terminar. Sin embargo, era demasiado tarde para mí.
Diste un paso adelante e inclinaste la cabeza, con un curioso vistazo me miraste y yo sentía que moriría justo ahí.

Oh dios, ¡Creo que estoy muriendo!

-¡Hey!

-Hola.

¿Cómo te llamas? Realmente me gustaría saber sobre ti.

Lástima que me detuve en el "Hola". Te miré y sonreíste devolviendome la mirada. Se sintió como un torbellino.

Un gran torbellino emocional

Durante los siguientes días, empezamos a hablar y con cada palabra comenzaba a enamorarme.

Más...y más...de ti.

Eras tan ocurrente y encantador, me habías enamorado. Me hiciste reír, me hiciste sonrojar. Nadie podía competir contigo.

Parecía demasiado bueno para ser verdad.

Quería estar contigo, encajabamos como piezas de lego o como el ruido de zapatos de tap.
Volvimos a vernos, ahora en el parque que me habías nombrado alguna vez con lindos alagos, que eran ciertos al verlo.

-¡Hey!

-¡Hola! ¿Cómo estuvo tu día? -pregunté.

-Mejor ahora. -dijiste con una sonrisa de lado a lado.

Era muy cliché. Aunque, para ser honesta, me había hecho el día.

Te miré el rostro y esos ojos me atrajeron como un imán.

Era demasiado tarde para mí.

Y ahí estabamos, en un simple cliché. Sabia que no estaba hecho para funcionar, sin embargo, no quería que acabará. No quería que fuera de otra manera.

Luego de mucho, lo pensé bien. Te cité en el parque que tanto amabas, me puse una chalina y el abrigo marrón que tanto te gustaba.

Dijiste: "Hey." Con esa sonrisa que tanto amaba. Sonreí al ver como te acercabas a mi corriendo, tan encantador como siempre.

-Hola... -dije ya algo indecisa. Pero, era ahora o nunca. - tengo que saber, ¿Sientes lo que siento?

Cerré los ojos nerviosa, tenía miedo de una respuesta positiva.

-Sí. Lo siento. Estaba asustado de lo que podrías haberme dicho. -bajaste la cabeza y la luz en tus ojos cafés ya no estaba.

Ahí estabamos, un tonto cliché. Aún creo que eres lindo pero...

-Es mejor asi, de está manera. ¿Lo entiendes, no? -dolía dejarte ir, era lo mejor. Esto no duraría.

-¿Por qué? -preguntaste sin mirarme

-Me iré mañana. No volveré. Dime que lo entiendes y acabemos con esto.

-Lo entiendo. -me miraste y sonreíste mientras una lágrima caía de tus ojos.

Suspiré y te dí mi chalina. Era mi regalo de Navidad. Me abrazaste y por un instante creí que mi corazón dejaría de latir. Cerré mis ojos y me concentré en tu aroma suave y dulce.

Volviste a sonreír y entonces, besé tu mejilla y me fui. No quería que fuera más doloroso aunque mi corazón se estrujara cada que daba un paso lejos de ti.

Pero, está bien. Solo eramos un pequeño cliché, un pequeño cliché y nada más.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora