The Normal Medicine

Capitulo 7

Retiré su polvoriento vestido de mujer ejerciendo el trabajo mas antigüo del mundo de su hermoso cuerpo blanquecino y la envolví en una frazada para protegerla de la temperatura que iba cayendo cada hora.

-tápate bien que no hace calor-

-esta bien- dijo en una voz tan timida como si fuera la primera vez que se encontrase en la habitacion de un chico.

-¿no te duele la frente?-

-no-

-¿el cuello?-

-no-

Dirigí mi mirada hacia la horrible frase escrita filosamente en su cuyo.

-¿quien te lo escribio?-

-...- Permaneció en silencio mientras sus ojos se humedecian.

-Puedo suponer que fue una persona mala quien te hizo eso-

Ella asiente con la cabeza.

-¿Puedes decirme que te sucedió?-

-Yo... trabajaba y me dijeron de una oferta de trabajo... tenia que operarme el cuerpo... luego de eso solo recuerdo que estaba encerrada y que me lastimaban...-

-...- Esta vez fui yo quien se quedó en silencio.

-Gracias por salvarme-

La gentileza de su agradecimiento podía embrujarme de cierta forma. Parecia una mujer creada para cumplir su rol de sumision.

Ella miraba con interés curioso hacia mis orejas de perro, las cuales no me daban el aspecto humano que desearia tener.

-¿Por que tus orejas son asi?- Me pregunto mientras ella se alzaba sobre mi, despojandose de su abrigo, mostrando aquellas partes del cuerpo tan extrañas para mi que podian llegar a verse de una forma increiblemente artistica.

-¿Tienes miedo de contarmelo?- se acercó hacia mi de una manera bastante sugerente.

-Perdona, pero es algo que ni yo se muy bien...-

En ese momento ella se detuvo, y se me quedó mirando.

-Siempre he sido un mounstruo... hasta el dia de hoy...-

En medio segundo yo ya estaba entre sus brazos.

-Yo ya no tengo un proposito-

-¿A que te refieres?-

-Siendo lo que soy creo que no podria encajar-

-Ammmm- No sabia que decir...

-Si me quedo contigo quiza encuentré a quien te hizo eso...-

-Pero realmente no se si me lo hicier....-

-O a los que me hicieron esto...-

Me quedé callado contemplandola mientras de a poco se iba poniendo encima, haciendo viajar sus manos a travez de mi. Yo no me podía resistir.