Esta es mi historia. Supongo que empieza con la búsqueda del amor, creo que todos pasamos por eso en algún punto. Estamos solos y simplemente queremos que llegue la oportunidad de encontrar a alguien especial y, ser amados.
Pero estar abierto al amo...
Esta es mi historia. Supongo que empieza con la búsqueda del amor, creo que todos pasamos por eso en algún punto. Estamos solos y simplemente queremos que llegue la oportunidad de encontrar a alguien especial y, ser amados.
Pero estar abierto al amor no significa encontrarlo, sino más bien implica equivocarse y volverlo a intentar, porque si algo se sobre el amor es que llega cuando menos te lo esperas.
Así que acá vamos, voy a contar la serie de hechos que me hicieron comprender mejor de que se trata amar, en su más amplio sentido, pero antes hay que ir al principio.
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Todo empezó un día normal del último año escolar. Estábamos a punto de terminar la última semana de clases antes de nuestras vacaciones de invierno, pero eso no era lo que más importaba en el salón. Todos y cada uno de nosotros estábamos total y completamente concentrados en lo que venía después; cuando las vacaciones terminaran nuestro viaje de egresados nos esperaba.
En argentina los chicos de último año hacen un viaje tradicional de egresados a mitad del año a Bariloche, una ciudad ubicada en la provincia de Rio Negro, al sur del país. Tal es la magnitud de esta tradición que hay empresas de turismo especializadas en arreglar estos viajes para que puedas disfrutar al máximo y tus papas estén tranquilos. Se organizan excursiones para esquiar y conocer los paisajes que San Carlos de Bariloche tiene para ofrecer, pero lo que más nos interesa a los adolescentes son los cinco boliches que hay en la ciudad, considerados los mejores del país y especializados en turismo estudiantil. Esto nos garantizaba un viaje lleno de aventuras con nuestros amigos más cercanos, sin supervisión continua por parte de nuestros padres, ya que la empresa tiene coordinadores de viaje que se encargan de nuestra seguridad, y noches con alcohol y música, con todos los gastos pagos.
Ahora que tienen una perspectiva más clara de lo que iba a pasar, pueden entender lo emocionante que puede ser para un adolescente esta clase de viaje. Representaba libertad y podíamos decidir qué hacer y con quien estar la mayoría del tiempo, sin mencionar que los amigos que hicimos de toda la vida nos iban a acompañar para unirnos como grupo y crear recuerdos hermosos.
Esta era mi realidad ese viernes, cuando mi mejor amiga Cecilia me pregunto qué íbamos a hacer con nuestras habitaciones en el hotel. Nuestro grupo de amigas estaba compuesto por cinco personas y las habitaciones eran de un máximo de cuatro persona, lo que nos dejaba con dos opciones: podíamos dejar a una afuera de la habitación, para que consiguiera otro grupo con el cual compartir habitación o dividirnos en un grupo de tres y otro de dos. Pero la pregunta permanecía:
-¿Qué vamos a hacer con las habitaciones Ariel?
- yo creo que lo mejor va a ser que nosotras nos vayamos por nuestra cuenta- respondí, ya que sabía que nosotras éramos las que iban a quedar afuera porque mis otras tres amigas Carolina, Helena y Micaela no se iban a separar.
- Me parece bien, además ellas seguro ya arreglaron todo, buscamos a dos chicas más que quieran dormir con nosotras y listo- acordó Cecilia.-Pero acordate de decírselo a las chicas, no quiero que después se enojen.
-sí, no te preocupes por eso, mañana hablamos con ellas.
El timbre que marcaba el final de nuestro descanso sonó y todos entraron al aula, antes casi vacía, salvo por algún que otro grupo que charlaba como nosotras.
Helena y Carolina se sentaron atrás nuestro, en su banco de siempre y Micaela las siguió pero ella se sentó en el banco detrás de ellas. Estos habían sido nuestros lugares desde principio de año, Ceci y yo en el segundo banco de la fila y las chicas en los que seguían detrás, lo que nos permitía hablar todo lo que quisiéramos y también nos aseguraba hacer todos los trabajos juntas. En el primer banco de nuestra fila, la última de cuatro, se sentaba Marcos, a veces solo y otras veces con su compañero ocasional, Gastón; no siempre se llevaban bien, lo cual los hacia separarse en dos bancos diferente, pero quien se mudaba siempre era Gastón.
En eso estaban mis pensamientos cuando Helena me llamo para captar mi atención:
-Ari- dijo- ¿Qué vas a hacer si alguien quiere irse con vos?
Obviamente mis pensamientos hicieron que no me diera cuenta de la conversación que había involucrado a todas mis amigas, me miraron esperando mi respuesta.
-Mmm...no entendí, ¿de que estaban hablando?
- Me refería a si algún chico quiere irse del boliche con vos, a tu habitación o algo así, ¿tendrías sexo con él aunque sea tu primera vez?
Ya había pensado en eso, pero no quería que ellas lo supieran, la oportunidad se podía presentar porque nadie iba a controlar en que habitaciones estábamos, por lo menos si permanecíamos en el mismo hotel. Así que respondí muy segura:
-Ya saben que yo soy rara, nunca me gusto nadie y no creo que eso vaya a cambiar en el viaje, pero supongo que si por un milagro se presenta la oportunidad, lo haría. Obviamente con alguien que me gustara mucho y con preservativo siempre, no quiero hijos por ahora.
Las chicas se rieron por mi comentario y siguieron en lo suyo, pero yo me quede pensando. Era poco probable que me atreviera, sobre todo por el hecho de que ni siquiera había dado mi primer beso, algo que mis amigas no sabían. Me daba vergüenza que lo supieran, todas ellas ya lo habían hecho y yo, con diecisiete años era la única que faltaba.
En mi país es muy común que los adolescentes de dieciséis años para arriba salgan a bailar a algún boliche, pero como si fuera poco, también hay lo que llamamos matinées. Las matinées son eventos organizados por los clubs nocturnos pero a un horario más temprano que el de la apertura de los boliches para mayores de dieciocho. Suelen comenzar a las siete y terminar a las doce de la madrugada, y se organizan cada dos o tres fines de semana para que los jóvenes de entre doce y dieciséis años vayan a bailar, por supuesto que la venta de alcohol está prohibida pero eso no significa que no sea divertido a esa edad.
Todas mis amigas habían dado su primer beso en alguna matinée, después de que algún inmaduro que les gustaba las convenciera, pero yo no, nunca ninguno me pareció suficiente. Creo que en realidad el problema no eran los chicos, sino el hecho de hacerlo sin siquiera conocerlos o saber algo de ellos; así que para el momento en que cumplí los quince decidí inventar una historia sobre como en el verano conocí a alguien en la playa y lo bese. Fue suficiente para que asumieran que ya lo había hecho y de ese momento en adelante dejaron de insistir en que tenía que besar a alguien cundo salíamos a estas matinée.
Para mí eso era más que suficiente y en realidad no me molestaba guardar mi beso para alguien que si me pareciera importante. Además, Bariloche se acercaba y todos daban picos y besos porque si en esos boliches, el viaje de egresados creaba una excusa para liberarse y dejarse besar. A veces una excusa es mejor que asumir que todos tenemos deseos y que necesitamos compañía, aunque sea por un rato.
El día paso entre charlas sobre que ropa nos íbamos a llevar en la valija, si de abrigo o de noche, para salir a bailar, y quien de todas se iba a encargar de llevar secador para el pelo. Cuando nos dimos cuenta el último profesor dejaba el aula y era hora de que volviéramos a casa, las vacaciones nos esperaban y más adelante, Bariloche.