Hermano, eres mi héroe.

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Saber todo lo que tu hermana piensa de ti, en parte, es lindo. Pero para mí fue duro. 

Que Kris me dijera que yo era su héroe me rompió el alma, porque mi intención al irme jamás fue alejarme de ella. Mi hermana pequeña era una de las personas que podía hacer que sonriera: con cada fastidio, sonrisa o payasada que hacía. Era una pequeña luz, una luz gordita, cabe destacar. Pero eso a mí nunca me molestó. 

No se parecía a mí en nada, ni siquiera en el tono de piel—ella era más oscura. Su nariz no era perfilada, sus ojos eran pardos, sus cachetes eran grandes y su ternura y talento infinita. Y, sí, me sacaba de quicio que se metiera con mis cosas, le pegué varias veces estando iracundo, y me arrepentí de varias de ellas, porque verla llorando por mi culpa no era algo placentero. 

¿Por qué parecía que no la amaba? No soy muy bueno jugando con niñas a las muñecas, y de eso se trataban sus tardes. Tener un primo dos años mayor que ella tampoco me ayudó, ya que a él sí lo entendía, seguro la pequeña pensó que tenía cierta preferencia. F A L S O. Mi hermana poseía una ternura cautivadora, ¿cómo no preferirla? Si es mi hermana. 

Lo cierto, es que saber que toda la situación hizo que se quebrara el alma, casi me mata. Así que decidí regresar, porque ella no merecía que yo la apartara de mi vida por cosas en las que no tenía nada que ver. Mi padrastro era una cosa, y mi hermana otra muy distinta. Para mi gran sorpresa, cuando regresé ella estaba mucho mejor de lo que esperaba; era más madura que cualquier niña de 9 años, y Dios sabe que estoy orgulloso de ella. 

Mi hermana es una luz, y yo soy su héroe. ¿El final de todo esto? Pues..., lean la última nota que apareció arriba de mi cama con un dibujo de un tritón.

Hermano, eres mi héroe. 
Sin importar qué. Aunque yo esté grande,
aunque ya tengas veinte, aunque los héroes solo
existan en la ficción. Tú no necesitaste capa para
salvarme. Te amo.

PD: ¡Anda a lavar el baño!  

Con amor, Kris. 

FIN.