Era la noche de un diecisiete de agosto, una fecha que viviría en mi memoria por la eternidad. Lo recuerdo perfectamente aunque soy consciente de que han pasado muchos años, es irónico que al no tener noción del tiempo pasen tan lento los días, los meses y los años.
Estoy parada en medio de la calle, rodeada completamente en una niebla, una niebla fría y oscura. Las imagenes parecen congelarse, miro a todos lados buscando una respuesta, buscando a alguien que me guíe, pero no encuentro nada. Una serie de sentimientos empiezan a golpearme como un boxeador golpeando su saco. Tristeza. Dolor. Soledad. Me siento perdida y muy confundida, entre tanta oscuridad logró visualizar la silueta de una mujer. Ella yacía en el medio de la calle, parecía inconsciente y tenía innumerables heridas. Ella era muy parecida a mi.
Una ambulancia a alta velocidad pasó a escasos centímetros de mi, frenó brutalmente y de ella salieron muchos médicos los cuales corrieron hacia la mujer. Me acerqué, quería entender que era todo esto, un mareo me impedía caminar firmemente y sólo pude llegar a dar dos pasos.
Una enfermera con una gran cara de tristeza y decepción miró a todos sus compañeros haciendo una señal con su cabeza, mostrando que esa mujer ya no tenía vida. Me acerqué aún más, y en ese justo momento entendí todo. Esa mujer era yo. Sentí lágrimas cayendo, el color negro volvió a apoderarse de toda la escena, las cosas desaparecían quedando como la niebla misma, y antes de que todo fuese niebla y oscuridad pude verme una vez más a mi, tirada en el suelo, mi piel sumamente pálida, blanca como la nieve, la manera en la que descansaba parecía ya no tener problemas, parecía que estaba en paz, pero yo sabía realmente que no era así. En cuestión de minutos esa silueta desapareció, ahora no quedaba más que oscuridad y frío, mucho frío.
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La Niebla Del Alma
Short Story¿Será la muerte como la pensamos? ¿Existirá la luz al final del túnel?