Las semanas se hacían eternas y cada vez se hablaba más por el grupo, todos teníamos muchas ganas de vernos.
En alguna ocasión hablé con Mia en un chat individual. No me di cuenta de lo que la echaba de menos hasta que volvimos a hablar como antes, como las dos niñas que eran capaces de cruzarse todo el país solo por darse un abrazo. También hablé con Jake: estaba muy emocionado planeando su boda, a la que, por cierto, nos invitó a todos casi el mismo día que hicimos el grupo. Estaba tan emocionado que daba gusto verlo, su sonrisa era contagiosa. Axel vivía en Nueva York y ejercía de juez, lo que siempre había querido hacer. Scott me contó que estuvo una temporada viviendo en el Caribe con una chica, pero que al final la cosa no salió bien y decidió volver a su verdadero hogar.
Después de todo lo que nos habíamos contado a través de mensajes no sabía que podría quedar por decir en persona, pero estaba deseando verlos, solo por poder darles un abrazo.
Solo quedaban cuatro días y mis nervios iban aumentando por segundos. Mi madre estaba aburrida de escucharme: cada vez que hablábamos le decía lo emocionada que estaba y le contaba alguna batallita que recordaba de nuestra adolescencia. Ella solo se reía y me decía que me acabaría dando un ataque antes del fin de semana si no me relajaba un poco.
Cuando me quise dar cuenta ya era viernes, al salir de trabajar del instituto en el que daba clase cogería el coche y me dirigiría al centro. Habíamos quedado en un bar llamado "Delirium", solo esperaba no perderme, que no sería raro en mí.
Algunos habían decidido ir en un mismo coche porque vivían relativamente cerca. Una vez allí algunos se quedarían en hoteles y otros, como yo, en casa de nuestros padres.
La verdad es que elcamino no se me hizo tan largo como pensé que se me haría, aunque claro,sabiendo cómo soy yo con la música del coche, que tan pronto te sale unacanción de heavy metal como la Octava Sinfonía de Beethoven, cualquiera seaburre. Llegué con tiempo de sobra, así que fui a casa de mis padres, a micasa. La verdad es que hacía bastante que no iba a verlos y me sentí muy mal aldarme cuenta de ello, pero bueno, al fin y al cabo...aquí estaba, ¿no? Me tomé unté con mi madre y seguimos hablando de cómo podría ser ese encuentro, ahora síque estaba nerviosa.

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Hogar
RandomSe llamaba Emma Miller. Nunca había conocido a nadie que tuviera tantas ganas de comerse el mundo como ella y que a la vez pudiera tener tanto miedo de perderlo todo en el intento.