Capítulo 39

15.1K 1K 17
                                    

¡NO TE METAS!



—Siempre siendo tan imprudente —se regaña mi madre a sí misma al tiempo que se pega la boca. Yo mientras tanto niego con la cabeza. Sé que no lo hizo de mala gana, pero vaya modo de meter la pata.

En lo que resta de día, jugamos al parchís. Puedo darme cuenta de lo malos que son los hermanos Adams. Son de mi equipo. El equipo de los fracasados. Todos hemos olvidado el mal rato de hace poco dando paso a uno de los momentos más mágicos de mi vida. En la noche cenamos en la calle. Una vez más, nos cuesta la vida separar a Ailey de Hugo. Tendré que estirarle las orejas a ese muchachito. Los chavos del pueblo suelen ser muy picaflores y mujeriegos. Y hace mucho que voy anotando ciertos caracteres de parte de él. Que si la novia Marta, Juana, Esmeralda. Que si Julieta me besó, y blah, blah, blah.

Al día siguiente nos despedimos de mis padres prometiéndoles volver con Dev muy pronto y con Hanna en cuanto vuelvan otra vez a España.

—Gracias por todo, Don Pedro —mi novio y mi padre se dan un apretón de manos muy fuerte y demasiado prolongado para mi gusto.

—A usted señor Montecristo. Y, aunque sea un empresario de prestigio, como le haga algo malo a mi hija, olvídese del Don.

Dev traga duro.

—Papá, ya deja de amedrentarlo —le abrazo—. Te veo pronto.

—Cuídate pequeña, cuídense todos y gracias por la grata visita yerno.

Dev transforma sus labios en una hermosa curva de lado.

—¿Señorita? Nice to meet you—. ¿Papá hablando inglés?

Nice to meet you too. Igualmente, para usted doña Brígida.

—Hasta más ver hija.

A eso de las diez de la mañana, llega el chófer. Ailey está que da patadas. Logramos engañarla conque Hugo y yo iríamos a verlos a Irlanda o si no, no se separaban.

Por último, en cuanto llegamos, visitamos el típico sitio y que a Hanna le encanta. La ciudad de las Artes y las Ciencias. No querían irse sin dar un paseo por ahí. Comemos en la calle de nuevo. Creo que en cuanto se vayan me pongo a dieta. No he comido fuera en mi vida tantas veces como las de estos días. En la noche volvemos a casa. Todos necesitamos un descanso ya que cogen el primer vuelo de la mañana.

—Tía Bea —se acerca Ailey—, ¿me soplarías este blobo? —Me pide una vez haber cenado.

—¡Pero claro que te soplaría este blobo, cosita linda! Me levanto y me fundo en un abrazo con ella. Ella se pone a correr, y cuando un niño ya hace eso, es porque quiere juego. Nos seguimos en la casa como si de Tom y Jerry se tratara. Solo escucho las carcajadas de los hermanos Adams. Amo tener a esta cosita conmigo. La echaré de menos cuando se vaya. Cuando siento que mis piernas ya no dan para tanta corrida, la invito a sentarnos cuando de repente, los escucho y no puedo evitar prestarle toda mi atención a lo que están hablando.

—Tienes que dejarlo ir, Dev. Ella se fue. Fue una mala mujer y dudo mucho que Bea lo sea. Sino vela como juega con Ailey. Es obvio que le encantan los niños. Yo jamás estaría tranquila sabiendo que mi hija está cerca de una mujer sin entrañas —le explica Hanna a su hermano.

—No digo que Bea lo sea, solo que no quiero tener un hijo. No quiero —zanja, decidido. Aun sin verlo puedo notarlo tenso.

—¿Y ella? ¿Qué opina? ¿Acaso comparte tu misma idea? —Me asomo para verle el rostro, niega—. Hermano, hermano, un hijo es una grata bendición y créeme cuando te digo que esa mujer lo amará más que a nada en este mundo. Además, cuando lo tengas en mano, créeme que cambiarán tus perspectivas sin proponértelo.

—Eso yo también lo creo —digo plantándome ante ellos encogida de hombros.

—Bea...

—No, Dev. Siempre me he preguntado el por qué no quieres un hijo. Un hijo tuyo y mío. De los dos. De nuestro amor.

—Bea...

—Bea, nada. Creo que me merezco una explicación. Siempre que saco el tema tu cuerpo se tensa como un envase de Pringles.

Se pone bruscamente de pie.

—No hay nada que entender. No tendré un hijo ni contigo ni con nadie.

—¿Por qué? —Grito frustrada. Harta de esta situación. En varias ocasiones hemos hablado del tema y él no hace nada más que esquivar y esquivar y esquivar y la verdad, me estoy hartando. No puede ser que ayer andemos sobre las nubes y que hoy me sienta en el mismísimo infierno.

—Porque no me da la gana, ¡maldita sea! Ya no preguntes. ¿Acaso no te basta mi amor? ¿No te basta con tenerme a mí? ¿Tienes que pedirme eso?

—Dev...! —Ahora es Hanna quien lo llama.

—¡No te metas! —Le grita. Hanna se pone en pie molesta con las venas del cuello notablemente tensas.

**********************
Se descontroló. Quiso hacerse el fuerte pero el pasado no perdona. Solo esperemos que no meta la pata.

Gracias por sus lecturas y por la oportunidad que le dan a la historia.
Mil gracias, y ya saben: Si les gusta ¡voten y comenten!

KILLING ME SOFTLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora