Poema VII

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Escucho tu voz en el susurro del viento, pero no estás.
Las calles vacías me dejan en silencio y solo me queda deambular.

Dejarte ir, aunque sin prisa, no pensarte ni desearte a cada hora, de todos mis días.

Eres parte de mi insomnio, y del llanto nocturno, de las suplicas que me acompañan en vela, de aquello que se esfumó, y olvidó sus promesas.

Todo es tan grande, aquí donde más falta haces.
No estás, me repito incesante y nada te traerá de vuelta.
De nada sirve, de nada, gritar ¡regresa!

Introspección de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora