CAPITULO 2

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Las clases ya habían comenzado, entre siete minutos tarde y el profesor me regaño por eso.

Detrás de mi asiento se encontraba el pupitre de Gabe, el no estaba ahí, eso me preocupo un poco, mi amigo no era la clase de chicos que faltaban porque si a la escuela. Todo lo contrario, Gabriel Knight era uno de los más aplicados del salón, prácticamente era un nerd, pero uno de esos raros nerds que si tienen vida social que además tenía novia y chicas que siempre lo seguían, era uno de esos raros populares y nerds.

Cada vez que yo le mencionaba lo raro que era el simplemente reía y respondía —así soy y así tienes que quererme— después te lanzaba una miraba de niño inocente junto con su patética sonrisa perfecta que según la mayoría de las niñas de las escuela, esta podía derretir cualquier helado.

Gabe era prácticamente mi único amigo, por el contrario de él yo no era buena para hacer nuevas amistades ni era buena para hablar con otros chicos, con su ayuda yo apenas mantenía mi promedio de ocho y de no ser porque cada hora del almuerzo se sentará conmigo y su perfecta novia yo seguramente comería en el baño. Por el contrario de él yo era un desastre, su desastre como solía decirme.

Tres golpes sonaron en la puerta interrumpiendo la clase del profesor.

Támara Collins atravesó el salón de clases, justificó su retraso por un problema de enfermedad y posteriormente tomó asiento.
La chica de cabellera rubia buscó rápidamente a mi amigo y al darse cuenta de su asiento vacío me lanzó una vez más su mirada de odio, como si yo tuviera la culpa de aquello.

—Muy bien clase, el día de hoy trabajaremos en parejas... — se escucharon rápidamente susurros, mis compañeros ya estaban escogiendo pareja. Algo me decía que yo me quedaría sola, me odie por ser tan solitaria y odie a Gabe por dejarme sola pero odie más al profesor por ponernos en pareja. — ... pero... esta vez yo escogeré las parejas...— Antes de que el profesor terminara de explicar, quejas se escucharon por todo el salón, a nadie le gusta aquella idea y a diferencia de todos para mí esa idea significaba no estar sola y eso provocó que sintiera un poco de alivio.

—Si me permite dar mi opinión... — hablo Tamara. La típica niña fresa de todo salón de clases. — Digo que esa es una pésima idea, todos trabajamos mejor cuando elegimos a nuestras parejas y además...

— Señorita Collins.—La interrumpió el profesor— permítame decirle que yo soy quien toma las decisiones aquí, así que sin retrasarnos más les iré indicando a sus compañeros para que empiecen a trabajar... — El profesor Fisher sacó un cuaderno con la lista de nombres y comenzó a indicar las parejas — Adrian y Jenny, Alejandra y Karla, Stevan y Joel, Támara y Gabriel... — En cuanto escuche los últimos nombres no pude evitar mirar la expresión de Támara, sonreía irónicamente. Como si acabara de ganar el premio mayor. — ... Rayan y Madisson ... — Me quede de piedra, yo trabajaría con el medio hermano de Támara, el idiota creído que se pasaba la clase coqueteando con todas las niñas solo para obtener el trabajo del día.

Rayan Collins tenía una cabellera color miel y cejas demasiado pobladas, sus ojos eran tan azules como el color del mar y sus labios tenía el color rosado perfecto, Rayan el chico más atractivo de la escuela, para mi era el niño más tarado de esta.

Gabe solía reír cada que me escuchaba decir eso, de ves en cuando me gustaba molestarlo con la palabra "ex-cuñado". Porque Támara fue su primera novia oficial, y aunque las cosas entre ellos no acabaron muy bien según se rumora que ella aun lo quiere. Cualquiera diría que la chica rubia odia a la chica asiática que actualmente sale con su ex novio, pero de algún modo Tamara me odiaba más a mi que a Jessica.

Prácticamente es como si Gabe saliera con ambas, dos novias a las que he tenido que soportar los últimos meses.

—Hey cariño, ¿me ayudas?— La sonrisa de Rayan estaba justo frente a mi, sostenía un cuaderno y una pluma rota de la punta —eso seguramente ni rayaba— con el otro brazo arrastraba el pupitre sobre el suelo provocando que ese ruido espantoso invadiera los oídos de todo el salón.

En el reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora