Fue una tarde fría de marzo, creí haber estado lo suficientemente tranquila, pues sintiéndote cerca todo estaba bien, despedirnos era como dejarnos eternamente. Siempre agradecidos del día nos dábamos un último beso, ese beso que se sentía como si solo los dos existieramos.
Di media vuelta, y la ví ahí, sonriendole a la vida, sabiendo que en un pasado había arruinado la mía.
Y la ves ahí y te cuestionas y dudas, dudas de ese amor, dudas y luego estás insegura y lloras por no poder parar esa sensación de tristeza y piensas en que te quiere decir el destino y gritas de impotencia, gritas por no poder quitar ese amargo sabor del pasado y recuerdas y te sientes sola y te lamentas y te culpas a ti misma por cosas que no provocaste y te duele y perdonas y no entiendes que perdonar es lo que ahora te hiere, pero ahí estás, no sabes lo que quieres pero ahí te quedas estancada, esperando que vuelva para darle otra oportunidad.
