Capítulo 3

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El olor a sangre lo volvía loco, le embriagaba cada articulación de la piel haciéndolo mas veloz y feroz, había atacado a varias personas que estaba en la calle, había probado sabores muy diferentes, picantes, salados o muy empalagosos ya sean de personas que por desgracia se encontraron en su camino o vagabundos — que muchas veces murieron desangrándose—. Estaba degustando de sabores increíblemente nuevos y extraños, pero por mas que buscara y buscara no encontraba nada igual que el sabor que probó por primera vez, el gusto era inigualable y por mas que probara sabores no se podían comparar con el de su jefe; era dulce pero no empalagoso y le brindaba una frescura que no se compara con la menta y aún así le deba un toque amargo, una combinación — por decirlo de algún modo — semejante a tocar el cielo. Quería volver a probar aquel sabor, volver a sentirlo en su boca y que le sacie la sed. No lo dudo más, sabía que la última vez que vio a su presa favorita fue en aquel parque y si no se encontraba allí buscaría en el café, haría cualquier cosa para volver a degustar de su sazón. No entiende el porque salió corriendo en dirección contraria, ¿tal vez sabía que le haría daño? Fue una medida drástica, no quería perder el único suministro de algo tan exquisito como su portador, a como se encontraba de seguro lo mataría y después se lamentaría aquella acción. Su cabeza no pensaba de acuerdo a lo moral o lo ético, eso no le importaba en estos momentos y si para tener de nuevo sus colmillos sobre el cuello de aquella criatura debía de matar a una docena más de humanos lo haría y con gusto.
Se hallaba en el parque anteriormente mencionado, no se veía ningún alma merodear por allí, solo se percibía los maullidos de los gatos y algunos perros gruñendo, el ambiente se volvió pacifico y las aves empezaban a cantar, suponía que estaba amaneciendo y eso le dejaba con una duda que le picaba ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que despertó y cuánto tiempo estuvo durmiendo?, el sol se estaba asomando de manera osea, no quería estar cuando el sol se elevará a su máximo esplendor, no sabía el porque pero no quería. Con ese pensamiento se dirigió a su apartamento, suerte era la suya al notar que nadie estaba caminando por los pasillos porque se llevaría una larga explicación del porqué tenía sangre dispersa por todo su uniforme.
El lugar no era ni muy grande ni muy chico, era suficiente espacio para una persona y mas ahora que Debora ya no se hospedaba ahí, su habitación estaba del lado izquierda de la cocina y sala de estar, constaba de una cama para dos personas, dos muebles pequeños a los costado y el armario, que contenía un espejo de cuerpo completo, quedaba frente a la cama; se paro justo al delante del espejo y vio su rostro, sus ojos eran de un carmesí y llevaba una sonrisa algo retorcida de la cual se veían perfecto unos colmillos, no parecía él mismo, la sangre manchó su uniforme más de lo que creía, se maldijo por eso, ahora tendría que lavarla a mano. Observó el reflejo de su persona una vez mas y noto que sus ojos cambiaban lentamente del color carmesí a unos marrón oscuro, abrió sus ojos asombrado y fue ahí que por primera vez en esa noche de cacería despertó de la ensoñación que lo mantenía atrapado en lo mas recóndito de su inconsciencia, quiso llorar pero no salían lágrimas de agua salada de sus ojos, sino sangre, se asusto, se asusto de él, lo que mostraba su reflejo, de lo que se había convertido. Llevo ambas manos a su cara y aún que le daba miedo por lo que escurría de sus ojos, no podía contener el llanto.
— «Que patético » — escucho unas risitas seguido de esas palabras que sonaban demasiado filosas detrás suyo- « espabila idiotas, deja de llorar que me sacas de las casillas » - las palabras agresivas venían de Debora pero no parecía ser su cuerpo físico, empezó a creer que estaba volviéndose loco, de todos los que podía haberse imaginado en una alucinación tenía que ser justo ella — « ¿Vas a hablar o te comieron la lengua... los gatos? »— esbozó una gran sonrisa psicópata antes de decir lo último y al ver la cara de Dante solo se limitó a reírse aún más de su desgracia, éste se estaba cansando de que lo tratara así —.
— ¡Podes dejar de fastidiarme! - había pegado un grito que ni el mismo creía poder hacer desde que la conoce, su cambio de humor lo dejaba perplejo - d-digo... Lo sient - espera, ¿por qué se disculparía? —.
—« Ahhg eres patético — soltó un largo suspiro, Dante no entendía cual era su resentimiento, aúnque si era claro para ella, muy claro. Ya llevaba una idea de la atracción de parte de Dante para con su jefe, pero aún así al verlo tan feliz a su lado le hizo entender que aquel sujeto le brindaba algo que ella nunca podría darle. Su orgullo le impedía pensar con claridad cuando lo vió llorar frente al espejo, claro que le dolía verlo sufrir así pero su sentimiento de traición y odio la llevo a insultarlo cuando recordó cuan dolida estaba ella al verlos juntos y merecía sentirse así también, merecía enojarse con él por preferir a ese hombre — más allá de que ambos son hombres — y no a ella quién lo alejó de su falsa familia por amor y compasión a lo que sufriría en el futuro. «No», pensó, no dejaría que sus esfuerzos fueran nada. Pero tampoco podía dejar que Dante pasara por esto, el ser como ella era un castigo mucho peor de lo que cualquier humano podría pensar, por lo que tomó un bocado grande de aire y lo miró a los ojos.
— Mira, solo vengo a aclarar algunas cosas, a... decirte que ahora eres un "vampiro" — levantó las manos haciendo las comillas en el aire —, bueno, más bien somos demonio, aún que el termino de vampiro también se le denomina a los seres como tu y yo — hizo una pausa en la que solo se limitó a pensar y a mirar Dante, suspiró como queriendo atar varios cabos, el pelinegro quedó estático sobre el suelo y ella podía ver que estaba digiriendo la información lo mejor que podía — me mato el idiota de tu jefe — soltó después de un incómodo silencio —.
— ¿Qué? — preguntó incrédulo
— Sucedió cuando estaba maldiciendo tu cuerpo, pero luego llegó él y antes de poder terminar me apuñalo con un palo marcado por los Belia, ese maldito desgraciado » dijo con asco, pensó reconsiderar dejar de hablar con mala lengua y concentrarse en lo que estaba hablando — « bueno la cosa es que en vez de maldecirte, te termine convirtiendo en un demonio por mi desgracia »—.
— Espera, ¡¿qué?! - Dante no se podía creer lo que estaba escuchando, sabía sobre vampiros pero no creía que fuera cierto, que era todo una fantasía y ahora que ella llegue de la nada y le diga que ella era una, un monstruo de esos y que encima lo convirtió a él también era algo que le costaría un buen tiempo a normalizar - ¿Y por qué demonios querías hacerme eso? Yo no fui quien término con la relación, ¡fuiste tu cuando decidiste acostarte con mi amigo!, no te entiendo, ¡no entiendo el por qué de ninguna de tus acciones Debora! - la chica solo levanto los hombros con resignación —.
- «Supongo que estaba enojada y no me supe controlar, debería disculparme... Yo- yo no quería hacerte ésto, yo solo quería que tuvieras mala suerte unas semanas y ya, solo eso - su vista bajo al suelo y noto que los insultos cesaron, ahora que lo notaba mejor ella parecía triste, sus ojos cambiaron de color al instante, le pareció tornarse del rojo a unos celestes, color que tenía en vida o los que simulaba tener cuando estaba con él - en todo caso, ¡yo no me hubiese acostado con Max si no fuera porque estabas coqueteando con tu jefe!, Por los infiernos Dante, ¡no te costaba nada decirme que yo no era de tu agrado para una relación amorosa!.
— ¿De qué hablas?, Yo jamás hice algo como eso — ahora la situación se tornaba confusa para ambos, todo esto se volvió un desastre.
— No me interesan tus excusas — alegó con la mano — como sea, debes saber algunas cosas sobre el tema, porque a pesar de que todavía te odio no le deseo tu situación a nadie — hizo un pequeño puchero con sus labios, notaba que su tiempo se estaba acabando y debía ser espontánea — tengo que contarte esto rápido antes que vengan por mi » — Debora empezó a explicar todo lo que podía sobre el tema sin saltarse ningún punto clave, al finalizar suspiro aliviada, por alguna razón se sentía mas aliviada.
En todo el transcurso de la explicación Dante permaneció atento y sin soltar palabras — mas que nada para no agregar más interrogantes a su vida —, el sol estaba resplandeciente a sus ojos y por lo que la explicación de Debora le dejó en claro es que éste solo picaba y que entraría en un estado somnoliento, pero no debía excederse, si bien los vampiros no morían al instante los dejaba muy debilitados y si llevaba el tiempo suficiente podía quemar su piel. Pensó que no eran como se lo habían mostrado en muchas películas o libros en los cuales se convertían en polvo o cosas así. No, su destino parecía mucho más doloroso.
— Aún no entiendo quien viene a por ti, y si se supone que moriste entonces, ¿Eres alguna especie de espíritu o algo así?.
— « Los demonios no morimos, solo pasamos a otro plano, podría decirse que "Dios o los dioses" no nos quisieron en el "Cielo" o en el "Infierno"...— ésta notó la cara que puso Dante a la perfección, sabía que el otro no estaba entendiendo nada, suspiro cansada, sentía a sus cazadores rozando su piel, tenía que irse ya — solo digamos que estoy en el limbo, ¡ahora me tengo que ir ya!, lo siento Dante, de verdad me encantaría explicártelo correctamente y no en resumen »— sin despedirse desapareció de la habitación dejando solo un haz de luz que se desvaneció por completo, a los segundos aparecieron tres sombras escalofriantes alrededor de ésta y desaparecieron al instante.
— ¿Qué demonios fue eso? ... Qué... ¿qué se supone que deba hacer? — cayó rendido a la cama, este día ha sido el más agobiante de todos los que ha tenido en su misera vida.
Se sentía pesado, sus ojos se cerraron dejandose caer a un abismo que creyó jamás volver a salir.

Marcas SangrientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora