Capítulo 9

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Tenía la oportunidad perfecta para escaparse de las garras de su adversario, así que, sin más preámbulos empujó a Dante haciéndolo trastabillar y caer al suelo para que luego golpeara su cabeza contra los azulejos del baño, eso le daría el tiempo suficiente para escapar, corrió hacia la puerta de salida — misma puerta por la que la gente del local entraba — tomó el picaporte y abrió de par en par, nuevamente se dirigió hacía su casa esperando no ser encontrado.
Llegó con el corazón en la garganta y suponía que no estaba tan cansado como debería de estar gracias a la adrenalina generada por el miedo, buscó el manojo de llaves que deberían de estar en su abrigo con brusquedad y al encontrarlas entró a la casa — cerrando con las llaves la puerta —, subió escaleras arriba y se encerró en su dormitorio.
No sabe cuándo fue que se desmayó pero los insistentes golpes que provenían de la puerta de entrada lo despertaron, bajó las escaleras mientras sentía cada paso flaquear hasta posarse en el umbral de la puerta, dudó unos instantes hasta que se decidió por mirar por el resquicio. Un par de policías yacía fuera, abrió la puerta con gran esfuerzo — sus heridas aún sangraban y no sabía cuándo podía desmayarse nuevamente — echó una mirada rápida a la vereda y notó que eran tres policías, volvió su vista al primero de ellos, llevaba sujetando en su brazo unos documentos.
— Buenas tardes, en qué los puedo ayudar — susurró apenas audible.
— Señor, podría venir con nosotros a nuestra oficina, tenemos unas preguntas que hacerle a usted — habló el segundo policía.
— ¿A qué se d-debe? — contestó Luke con la voz quebrada.
— Señor, ¿Se siente bien? — volvió a preguntar el segundo de ellos, pero Luke apenas lo sujetaba la lucidez.
— S-si... — fue lo último que pronunció antes de caer nuevamente sobre el suelo preso de su cansancio.
Uno de los policías que notaba que algo extraño sucedía, sujetó a Luke en sus brazos con un previo aviso diciendo « Cuidado ».

La estación de policía estaba abarrotada de personal y ciudadanos, el bullicio despertó al exaltado Luke quien miraba hacia todos lados para orientarse y tratar de hallar una respuesta coherente. Los dos policías que antes se encontraban fuera de su casa ahora estaban en la habitación mirando extrañados a su detenido, volvieron su vista hacia ellos mismos y luego, nuevamente, a Luke, quién aún se encontraba aturdido.
— ¿Se siente usted bien? — preguntó el primero y más alto de ellos dos, Luke pudo visualizar en su placa que llevaba el nombre de «Edgar Rodríguez».
— ¿Dónde estoy? — preguntó, la cabeza le dolía como si de un martillo golpeando se tratara, y sus heridas ardían como el mismísimo infierno — aahg... — llevó una mano a la cabeza.
— creó que debimos llevarlo al hospital — se dirigió Rodríguez a su compañero — quizás con descanso pueda confesamos algunas cosas, o por lo menos contestarnos algunas preguntas.
Su compañero lo observó de soslayo y luego agregó con un suspiro cansino « si, debimos, pero ya es tarde para eso ».
Ambos parecían hablar entre ellos con sus miradas, Luke supo que algo estaba mal, algo no iba en su lugar.
— Disculpen, pero... ¿Alguien me puede decir qué sucede?.
— Usted queda bajo arresto hasta que se demuestre lo contrario, se lo ha encontrado con claras evidencias de asesinato y pasa a ser el sospechoso número uno de nuestra lista — dijo el segundo policía que en su placa mostraba el nombre « Thomas Laurren » — por lo que tiene derecho a permanecer en silencio — demandó con voz autoritaria mientras le colocaba las esposas — cualquier palabra será usada en su contra en la corte.
– « ¿Qué está pasando?...».

Luke era dirigido a una sala menos espaciosa que la anterior, solo se podía observar una mesa metálica — además de una silla que la acompañaba con la misma estética — y un solo foco de luz que abarcaba toda la iluminación del lugar. Era situado en la silla mientras se le hacía un par de preguntas de las cuales se destacaban ciertas que le erizaba los pelos de la nuca.
— ¿ Dónde estaba éste lunes veintitrés a las tres con cuarenta de la madrugada?.
— E-en mí lugar de trabajo, durmiendo — bien, esa era una pequeña mentira, no recuerda con exactitud lo que sucedió esa noche pero está mas que seguro que él no asesinó a nadie.
— ¿ Y qué hacía durmiendo en su lugar de trabajo? — preguntó el oficial Laurren.
— Bueno... Hay veces en las que estoy hasta altas horas de la noche terminando algún que otro papeleo y por el cansancio... Termino durmiendo — eso era muy cierto, era tanto su trabajo que llegaba en ocasiones a dormirse en el escritorio.
— ¿Está usted consiente de los asesinatos del lunes?.
— N-no, me enteré por ustedes, por supuesto. ¿Puedo preguntar por qué creen que yo soy el asesino?.
La sala se encontraba ahora en un silenció pesado, ninguno de los oficiales se dignó a responder. Si no fuera porque otro oficial de policía ingresó al lugar, ese silencio le sería insoportable de llevar para Luke.
— Con su permiso jefe, pero en su casa no hay rastros de víctimas, ni huellas, ni cabello, solo... — señaló a Luke con la cabeza — ...su sangre.
Ahora todos miraban a Luke, quien aún seguía cansado por la perdida de sangre, cómo se supone que ahora explique su situación, sería muy estúpido decir que se ha chocado con algo o haberse caído, además de hacerse ver como un tonto quedaría como un mentiroso.
— Y-yo... Eeh... — qué se supone que debe decir —... Fui atacado...
Todos en la sala lo miraron perplejo, se suponía que estaban acusando e interrogando a una víctima, el oficial Rodríguez suspiro cansado, se le podía notar el gesto que parece ser costumbre en él; colocar dedo indice y pulgar apretando su naríz.
— ¿Cómo...?, ¿Cómo no nos dijiste antes? — su voz sonaba molesta por la perdida de tiempo creyendo que habían capturado al verdadero asesino.
— Es que ustedes... No me dejaron el tiempo para aclarar — decía Luke ofendido.
— Laurren, lleva al señor Luke devuelta a su casa, — ordenó — Supongo que te sientes bien, ¿no?.
— Si, perfectamente.
— Excelente, en unas horas iremos a buscarte para tomar notas del atacante y veremos si es el mismo que estamos buscando — colocó sus manos en sus caderas como signo de impaciencia — ahora, adiós.
Luke salía algo intranquilo de la sala, si bien él no era el culpable tarde o temprano se enteraría que la persona — o cosa — que atacaba a la gente era Dante y, por más que sepa que eso estaba mal, no quería que lo atraparan. Que ridículo que suena, él que no le gusta fallarle a la ley, haciendo algo ilegal como ocultar la identidad de un asesino, pero... Eso sonaba muy surrealista, estaba hablando de Dante, la persona más dulce que había conocido en toda su vida. De algo estaba seguro, no dejaría que aquel al que le entregó su corazón fuera atrapado.

Marcas SangrientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora