Smiling. | KaraIchi

Nii.

–¡Ichimatsu! –oyó el de morado, que se giró con aquella expresión aburrida ya característica en su rostro. Lo que vió, fue a su hermano mayor Karamatsu corriendo hacia él, con una sonrisa brillante como de costumbre y un aura amable y bondadosa que le envolvía. Ichimatsu sólo rodó los ojos con cierta pesadez, ya que cada día era lo mismo con él. A pesar de estar en el instituto, seguía siendo un niño. –¿Vamos juntos a casa?

–Lo siento, hoy me voy con unos amigos. –mintió, y ambos sabían que lo hacía. Ichimatsu era consciente de que el mayor sabía que era mentira, ya que ni se molestaba en actuar como si fuera verdad. Pero su naturaleza amable y buena no iba a poner en duda algo así acerca de su hermano. El azul esbozó una sonrisa forzada, fingiendo alegría.

–Oh. ¡Tranquilo, brother! Me alegro de que tengas planes con gente. –dijo, y en parte no era falso. El morado miró con asco al chico en cuanto escuchó su manera de hablar.

–Deja de usar ese horrible inglés. Da grima. Y deja de hablarme, ¿quieres, Shittymatsu? –dijo, de manera fría y odiosa, que sacaría a cualquiera de quicio. Y que esperaba que así fuera con él.

–¿Shittymatsu? Es el más cariñoso de los que me has dicho.

–Porqué no me lees los pensamientos. Allí ya estás muerto. Y yo soy el responsable. –comentó, guardando sus manos en los bolsillos, y dando media vuelta para alejarse de su hermano mayor, que puso una mueca de dolor que rápidamente fue sustituida por su habitual sonrisa.

–Que cosas tienes, brother. Bueno, te dejo ir con tus amigos. ¡Qué vaya bien! –exclamó, dando también media vuelta para volver a casa sólo, de nuevo. El de morado volvió a girarse, viendo como el azul caminaba con la cabeza gacha y lentamente, de nuevo sintiéndose mal. Pero no le importaba, estaba haciendo lo que debía para evitar sus sentimientos.

Tras aquel día donde Karamatsu confesó estar enamorado de él, Ichimatsu había cambiado considerablemente. Ahora no sonreía apenas, no gastaba bromas y tampoco iba en grupo junto a sus hermanos. La expresión de su rostro denotaba aburrimiento y tristeza ante todo. Le caracterizaba la soledad y la penumbra que todos decían que transmitía. Pero lo que más había cambiado de él, era que jamás iba con Karamatsu.

No quería despertar aquellos sentimientos que estaban dormidos en su interior.

Aún así, quería lo mejor para él. Porqué una parte de Ichimatsu, quería volver a verle sonreír de aquella manera. Quería que tuviese amigos en lugar de ver como se pasaba los descansos sólo y alejado, pero con aquella estúpida sonrisa que intentaba ser superior y mostrar que todo iba bien.

Karamatsu también había cambiado desde aquello. Ahora era más alto y vestía de manera algo extraña quién sabe porqué. Se había apuntado al club de teatro, del cual disfrutaba mucho al parecer. No tenía amigos y era algo lejano a los cinco. Pero seguía siendo el mismo Karamatsu Matsuno que una vez lo abrazó. Que le dijo que le quería.

[...]

Ichimatsu caminaba de nuevo, completamente sólo, cosa que no le importaba. Miró la hora y vió que como era habitual, era la hora de salir. Oyó unos pasos a lo lejos que se acercaban hacia él y suspiró pesadamente al imaginarse de que se trataba. En efecto, cuando giró la cabeza, vió al azul correr hacia él como era ya algo diario. Se detuvo a esperar a que llegase para volver a soltarle algún que otro comentario sobre que le dejara tranquilo. Y justo cuando separó los labios, vió como el de ojos azules como el despejado cielo pasaba de largo por su lado. El morado se quedó paralizado unos segundos hasta girarse para ver hacia donde había ido.

Karamatsu se había reunido con una chica.

Una hermosa chica de cabellos negros y recogidos en una alta cola. Con la piel blanca y suave, con ojos marrones y mejillas sonrosadas. Sonrisa pura, linda y amable. Su hermano reía nervioso mientras rascaba su nuca, como si estuviese avergonzado. Supo en ese momento, con sólo ver su sonrisa...