|| Uno ||

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Aviso.

Como está dicho en la descripción, esta historia tiene contenido chico x chico. Está bajo su responsabilidad leerlo.

Si no te gusta la temática, te invito a no leerlo. Si te gusta, bienvenida/o.

Historia basada en la saga de Harry Potter de J.K. Rowling.

*Historias dedicada a Caro_Nana

♣ ♣ ♣ ♣

"—No podría dejarte sólo. Lo sabes. Eres mi todo.

—¿Cuánto durará eso?

—Hasta el fin de la existencia. Eres mi carissimi. Estamos destinados.

—¿Tom?

—¿Qué pasa, Harry?

—Te quiero.

—Yo te amo, pequeño."

La lluvia corría por la ventana con tranquilidad, como si quisiera limpiar toda la inexistente suciedad de ésta. Parecía ser una noche tranquila, de esas noches que sólo estaba para recorrer lo más profundo de tu conciencia, haciéndote recordar todo lo que, en algún momento, llegaste a hacer, arrepintiéndote de cada acción.

Harry no comprendía exactamente de qué se tenía que arrepentir, todo lo que había hecho era justo y necesario. Justo porque los afectados merecían cada segundo de sufrimiento, necesario porque, bueno, Harry necesitaba desahogarse.

Retomó su escritura, anotando las razones por las que había secuestrado, torturado y matado a su última víctima. Le gustaba hacer eso. Luego mandaría la carta a algún familiar cercano y le daría la fatídica noticia.

Muchas veces deseaba estar presente para ver las reacciones, pero Tom tenía razón, la gente estaba empezando a sospechar de la extraña desaparición del niño-que-vivió y de las asombrosas masacres que han sufrido sus queridos amigos.

Rió por lo bajo cuando terminó la carta. Tardó un momento apreciando por quinta vez lo que decía ésta, analizando cualquier error que fuera digno de volverla a hacer... pero, como siempre, no encontró alguno. La enrolló y abrió la ventana para llamar a una de las miles lechuzas que vivían es la mansión y, justo cuando iba a soltar un chiflido, lo vio.

Tom Riddle caminaba por el jardín con un paraguas mágico cubriendo su cabeza. El ojiverde sonrió con un toque de felicidad. Había llegado de su reunión con sus estúpidos mortífagos.

Chifló suavemente cuando las paredes de la casa taparon su visión, llamando a alguna lechuza que guste hacer la noble tarea de entregar la carta. Una pequeña bola de plumas negras no dudó en ir con él y posarse para realizar su trabajo. Ató la carta en su pata y la dejó ir momentos antes de oír la puerta de su habitación abrirse.

Dices que amas la lluvia, pero abres tu paraguas cuando llueve —empezó a recitar dando media vuelta, quedando frente a un guapo joven pelinegro que se acercaba a él con firmeza—. Dices que amas el sol, pero buscas una esquina con sombra cuando el sol brilla. Dices que amas el viento, pero cierras tu ventana cuando la brisa sopla. Por eso temo cuando me dices que también me amas.

Venías de un mundo que no alcanzaba a imaginarme —contrarrestó Tom, haciendo que el menor sonriera con desconcierto, casi con ironía—. Eso amé de ti, esa extrañeza.

Entre verso y verso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora