- ¿Sabes qué flaco? ¡Andate a cagar!- escuché que un chica decía a mis espaldas.
Me volteé encontrándome con un rubio mirando con cara de superado a la que supuse era su novia.
- Sos una histérica Julieta.- contestó él.
Me sentía mal por mirar la situación como si fuese una película, pero no podía apartar los ojos de esa chica.
Tenía el cabello chocolate, tal vez uno o dos tonos más claros que el mío, corto hasta un poquito más abajo de los hombros. De cara parecía una piba normal, ojos cafés no muy grandes y cejas anchas, con un piercing en la nariz, el septum para ser específica. El cuerpo parecía esculpido por los dioses, si no fuese atea le agradecería a Dios por haber creado a una mina tan perfecta como ella.
Suspiré tratando de alejar esos pensamientos de mi mente y volví por última vez mi vista a ellos. Gracias a ese instinto pude ver como él la tomaba fuerte del brazo y tiraba de ella hacia un auto.
Corrí lo más rápido que pude y lo empujé.
- Eh flaco dejala en paz.- dije seria mientras él me miraba con odio. Pude sentir también la mirada de la tal Julieta en mi nuca.
- No te me hagas la guapa que te siento de una piña.- contestó él mientras se arremangaba la camisa.
- Hacete el vivo, dale, pegame cagón, pegale a otra mina como seguro ibas a hacer con tu novia.- comenté toreándolo.
El rubio me empujó haciendo que me chocara con la chica que, al no entender nada, solo atinó a agarrarme de los hombros.
- ¿Vos estás loco Martín?- preguntó algo exaltada la chica.
La gente se había acumulado a nuestro alrededor y le gritaban cosas al pibe para que nos dejara en paz.
El policía que se encontraba en la esquina decidió, recién en ese momento, acercarse para ver si estaba todo bien.
- Es una discusión de pareja nada más, pero la loquita esta se metió a hacer teatro.- argumentó rápidamente el tal Martín.
- Cualquiera flaco.- dije mirándolo para luego mirar al rati.- El tontito este la estaba sacudiendo agarrada del brazo.
El policía no perdió mucho tiempo y agarró al rubio del brazo para alejarlo de la zona, para que nos dejara en paz. La gente se dispersó cabizbaja, como si esperaran más acción. Por mi parte, me volteé para hablar con la chica la cual se encontraba a unos cuantos pasos de mi.
- ¡Eu pará!- exclamé corriendo detrás de ella. Ella se dio vuelta quedando frente a mi.- ¿Estas bien?- pregunté recibiendo como respuesta una mueca.- Ay perdoname, soy una pelotuda.- ambas reímos levemente.- Te invito a tomar algo.
Ella se rió más fuerte y se dio la vuelta para seguir caminando.
- ¡No pará! No te vayas.- dije ahora tomándola del brazo para detener su caminar.
- Flaca, la mejor con vos, te agradezco mucho que me hayas ayudado a sacarme a ese gil, pero ya está, no me debes nada, déjame irme.- contestó tratando de volver a caminar.
- Son las 7:30, está todo oscuro, vamos a tomar algo y te juro que si te caigo mal no me ves nunca mas.- propuse.
- Es feriado, y vos misma dijiste que son las 7:30, no hay nada abierto.- sonrío y yo la solté.
- Te invito a tomar algo en casa entonces.- repuse rápidamente haciéndola reír.
- Si te digo que si ¿Me dejas en paz?
- Si obvio.- respondí con una gran sonrisa y la tomé de la mano tirando de ella emocionada.- Veni, seguime, por suerte vivo cerca.
Ella soltó una carcajada súper melodiosa y mi vientre bajo se encendió.