2. Mala Suerte

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Llegando al cañón donde está situada la tribu de Kouga, me sorprendo con la cantidad de lobos—demonios ya presentes allí.

Mi corazón empieza a latir con rapidez.

Kouga, quien todavía tiene mi mano sujeta en la suya, me da un ligero empujón con el hombro.

Lo miro de reojo y este me observa con una mirada pícara. -Tranquila, preciosa. Lo harás genial. Estoy seguro.-

Sus palabras me tranquilizan. Le doy mi mejor sonrisa y sus ojos se desvían, un rubor cubre sus mejillas.

Escondo mi propio rubor. Es demasiado lindo.

-¡Señorita Kagome!- Escuchó dos voces llamar mi nombre en perfecta sincronía.

Veo a Ginta y Hakkaku correr hacía mi. Se detienen casi sin aliento y con migajas de algo en las mejillas.

-Hola, chicos. Veo que han estado ocupados con la comida.- Les digo mientras señalo la comisura de mi boca. Estos no parecen entender mi señal.

Kouga se da un palmetazo en la frente.

-Par de idiotas, busquen algo digno de comer para mi Kagome.- Kouga dice. No pude evitar mirarlo al escuchar como dijo mi Kagome...

-¡Sí, Kouga!- Responde Ginta.

-¡Enseguida, Kouga!- Le sigue Hakkaku.

Me empiezo a reír. -No seas tan duro con ellos, Kouga.- Le digo a Kouga viendo cómo los dos gemelos salen corriendo hacía el buffet de comida cruda muy poco apetitosa a mi vista.

Kouga me mira sorprendido. -Todo porque tu disfrutes tu estancia aquí.- Su voz es suave. Sus ojos, tan azules como el cielo, me miran con una adoración que es casi incómoda.

Me sonrojo. -Kouga, yo...-

No puedo terminar. -Kagome, Kouga, ya casi es medianoche. Señorita Kagome, por favor, sígame.- Ginta llego a mi en un abrir y cerrar de ojos. Sus ojos desbordan alegría y emoción.

Antes de poder decirle algo, Ginta me toma por el brazo y me lleva a rastras al centro de la reunión donde habían varios miembros de la tribu sentadas alrededor de una fogata.

Kouga grita obscenidades detrás de nosotros a Ginta por haberme robado tan de repente.

Frente a la fogata, hay una piedra lo suficientemente grande para una persona sentarse, y al lado... mi guitarra.

Mis ojos se iluminan.

Había extrañado tanto tocar.

Ginta se detiene cuando estoy cerca de ella, y lentamente desaparece entre la multitud. Kouga aparece a un lado, se sienta entremedio de la multitud, justo en frente de mi.

Su sonrisa me da la valentía para hacer esto.

Todos me están mirando.

Se me escapa un suspiro. Hace un par de semanas había empezado a venir a la aldea. Hace unos días, empecé a cantar para Kouga, y poco a poco, sin darme cuenta, el público creció.

Justo ahora, deben haber por lo menos unas treinta personas aquí, sentadas. Esperando para oírme cantar una canción de mi época.

Tomo una bocanada de aire profunda, y me siento en la roca.

Hace unos meses que terminé la secundaria y pude cambiar mi ropa habitual. Ahora usaba pantalones, largos o cortos, y camisas de manga corta o tirantes, dependiendo de la época del año y la temperatura que hubiera.

Hoy llevaba unos pantalones largos y una camisa amarilla de seda brillante con tirantes. Siento un poco de frío, pero el calor del fuego lo compensaba.

Noche de Bestias [18+] [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora