8. Calma

384 30 2
                                    

Mis ojos se abren al tiempo que veo un rayo de luz entrar por la ventana. No se donde estoy, pero me tranquilizo al ver cómo el monje Miroku, Sango y Shippo descansan a mi lado.

Mis amigos. Mi familia.

-Que alegría que estén bien...- Murmuro mientras respiro profundo.

Pero... falta alguien. ¿Dónde está Inuyasha?

Veo que el pecho de Sango sube y baja un poco desigual. Ella está... no, está bien. Pero debo sacarla de ese trance.

-Mi-roku...- Murmuro. Todavía mi garganta no funciona bien. Siento todo mi cuerpo entumecido. Me siento enferma. -Miroku, despierta...-

Miroku abre los ojos en par y me mira sorprendido. -Señorita Kagome, que alegría ver que estás bien.-

Noto que este tiene una de las manos de Sango en las suyas. -Gracias, monje Miroku. ¿Qué le pasó a Sango?- Le pregunto dirigiéndole una mirada a Sango.

Los ojos de Miroku se ensombrecen. -El maldito demonio le regresó el ataque del Hiraikotsu y la dejó inconsciente.- Su mirada vaga al rostro de Sango. Veo una emoción cruzar su rostro y, para mi sorpresa, Miroku se lleva la mano de Sango a su boca y la besa con los ojos cerrados fuertemente.

Las orejitas de Shippo comienzan a moverse. Un ojo verdoso aparece y me mira. -¿Kagome? ¡Kagome!- Sonríe mientras se abalanza sobre mi como una mota de pelo.

Lo dejo abrazarme. Pero no puedo devolver el gesto. Mi cuerpo se siente inestable. Como si estoy aquí, pero no estoy en mi cuerpo. -Hmm, Shippo...- Digo mientras un suspiro se me escapa.

-Kagome, que susto nos distes.- Empieza a llorar Shippo. Miroku me mira de la misma forma.

-Shippo tiene razón, Kagome.- El monje me dice y me mira con nada más que cariño. -Todos estábamos muy preocupados por usted. En especial Inuyasha.-

De repente, mis ojos se abren como platos. -¿Dónde está Inuyasha? Miroku, ¿dónde está?- Le pregunto mientras que Shippo se desprende de mi cuello.

Dos pares de ojos me miran de forma inquisitiva. -Él se quedó combatiendo al espíritu. No ha regresado, señorita Kagome.- Dice Miroku al fin.

-¿Qué cosa? Shippo, ¿no hueles nada?- Le preguntó al pequeño demonio que está a mi lado. -Por favor, vayan a buscarlo. Podría estar malherido.- Me desespero.

Pongo un codo sobre el suelo para levantarme, pero este me juega una mala pasada y me tambaleo de lado. Mis costillas protestan. ¡Mierda! Todo mi cuerpo duele.

Miroku se acerca a mi y me ayuda a recostarme de nuevo en mi lugar. -Kagome, debes tener más cuidado. Inuyasha me mataría si sabe que te lastimaste a mi cuidado.-

Mi corazón se entristece. Inuyasha...

-Miroku, por favor...- Le ruego. -Vayan por él...- En ese momento, todas las fuerzas de mi cuerpo se desvanecen. Ya no puedo más.

Una lágrima resbala por mi mejilla. Miro a mi lado y veo que Sango todavía está en su sueño profundo.

Levanto una mano con gran dificultad y la pongo en su mejilla. -Sango...- Susurran mis labios. -Despierta.- Le pido, y en ese momento, la palma de mi mano comienza a brillar con un tono púrpura.

El poder de purificación de la sacerdotisa en mi.

Igual que mis flechas sagradas.

El color regresa a la piel de Sango, y su boca, todavía manchada con gotas de sangre, se abre en un suspiro. Dos perlas oscuras aparecen y Miroku casi salta por encima de mi para abrazarla.

—Oh, Sango... Pensé que no despertarías. Que alegría.- Incluso a mi me sorprendió lo gentil y cariñoso que se escucharon estas palabras al salir de la boca del monje.

-Wow, Kagome. Al parecer siempre tienes el poder de adiestrar a las persona. Hiciste que Miroku fuera más honesto con sus sentimientos.- Shippo me dice mientras observamos a la pareja intercambiar un abrazo.

Sango está sonriendo. De pronto su expresión cambia de felicidad pura a ira. -¡Eres un maldito!- grita Sango a la vez que le mete una bofetada a Miroku en la cara.

Noto que una de sus manos está firmemente colocada sobre el trasero de Sango. ¡Idiota! Comienza la discusión entre ellos.

Shippo y yo observamos a Miroku con desdén. -ESO se gana por andar de mano larga.- Dice Shippo.

De repente, el olor a yerba fresca me saca del momento.

-¡Keh! Eso te llevas por libidinoso.- Dice una voz cansada mientras una mancha roja entra por la ventana. Mis ojos se llenan de lágrimas.

-¡¡¡Inuyasha!!!- Gritan todos, salvo yo.

Inuyasha, con un aspecto de los mil demonios, entra en la habitación. Se deja caer de espaldas a la pared y me mira con algo que no puedo identificar.

-Ya era hora de que despertaras, Kagome.- Dice. Su tono de voz es suave como un bálsamo. Estaba intentado molestarme, pero no podía esconder su alivio.

Puedo sentir como se dibuja una sonrisa en mi rostro. -Inuyasha... eres un grandísimo tonto.- Le devuelvo el gesto.

Después de lo que parece una eternidad, Inuyasha se sienta más cerca de nosotros. Su ropa está desgarrada y tiene sangre en la mejilla.

...¡Buah! Y huele a perro mojado.

Pero esta vivo. No me doy cuenta que lo estoy observando atentamente hasta que veo un ligero tono cubrir sus mejillas y un comentario sarcástico salir de su boca.

-¿Tan mal me ves que no puedes quitarme los ojos de encima?- Ahora soy yo la que me tiño de rosa.

Miroku trata de ahogar una carcajada mientras Shippo y Sango nos observan con atención.

Trato de permanecer calmada. -Inuyasha...- De pronto su rostro se cubre de horror.

-¡Espera!- Empieza a temblar. -No lo decía en serio, yo solo...-

Trato de permanecer calmada. -¡Osuwari!- Pero no lo consigo. Veo cómo la cara de Inuyasha abraza el piso de madera y giro la cabeza hacia Miroku y Sango.

Eso te ganas por idiota.

———————————————

Disculpen por la tardanza en actualizar. Es que trabajo de lunes a viernes de 7 a 6 y es bieeeeeen raro que consiga tiempo para escribir pero prometo hacerlo más seguido.

Por favor, digan si les gusta la historia y dejen sus reviews. Ah, y por favor 🙏🏻 denme una estrella.

¡Gracias!

Noche de Bestias [18+] [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora