Capítulo 26.

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Después de trabajar (jugar al arcade con los demás) llegué a mi casa, mi abuelo aún no llegó y Richie estaba en el sofá durmiendo (con las gafas puestas) abrazando a pizza.

Y en la mesa hay pizza de verdad...

Me quedé mirando como dormía.

Su pecho subía y bajaba por la respiración.

Es la primera vez que le veo callado.

Rayos, verlo dormir me da sueño.

En la ruleta, había que darle de cenar a Pizza. 

Me senté a su lado para despertarle, pero cuando iba a darle con el dedo en la cara, paré.

Me da pena despertarle.

—Richie...—susurré llamándole y tocándole el hombro.
—Déjame dormir para siempre.—me dió la espalda.
—Hey, eso es mío.

Le sacudí, pero no hacía caso.

—Dina y Eddie están saliendo.—imité la voz de Beverly.
—Que sean felices...—dijo sin abrir los ojos.

Lo miré indignada.

—Mike a ganado la custodia de Richie Junior.

Se levantó exaltado.

—¿¡QUÉ?! ¡VOY A MATAR A ESE NEGRO!.—gritó.

Señalé con el dedo que tenía a Pizza en los brazos.

—¡Hija!.—la abrazó.

Rodee los ojos.

—Es hora de cenar.—dije.
—¿Celosa?.—elevó una ceja.
—¿De un estropajo con ojos?.
—Deja de decirle eso, la vas a traumar.—se ajustó las gafas.
—La que se va ha traumar soy yo si duermo con ella.
—Es verdad, hay que hacerle una cuna.—se levantó y empezó a irse.
—¿A dónde vas?.—me levanté.
—A tu cuarto.

¿Pizza dormirá conmigo? No jodas, no quiero levantarme a las tres de la mañana para que deje de llorar.

Esperen, si es un maldito muñeco, qué digo.

Fui a mi cuarto y vi que tumbó a Pizza en una pila de almohadas en mi escritorio.

Y le puso una mantita.

—¿Me estás jodiendo?.
—No.—sonrió burlón.

Rodee los ojos.

—Bueno, mañana la llevaré a clase, tú vete.—le dije.
—¿Me estás echando?.
—Sí.

Se llevó una mano al pecho ofendido.

—¿Tienes algo de comer?.—preguntó cambiando de mueca.

No si, el bipolar.

Me senté en mi cama, y él a mi lado.

—Pues...—cogí una caja de pizza de debajo de mi cama.—Aún me quedan dos trozos de antes de ayer.
—¿Debajo de tu cama está el bolsillo mágico de doraemon?.—preguntó.
—No, solo almaceno cosas.

La pizza era de queso y jamón york.

Cogí un trozo y le di un mordisco.

—Está fría pero buena.—dije.
—Me convence.

Cogió un trozo y le dió un mordisco.

—Yo en vez de almacenar cosas debajo de la cama, las almaceno en todo mi cuarto.
—Lo mío es más organizado.—le dije.

Dejó su trozo de pizza en la caja, y me quitó mi trozo dejándolo también en la caja.

—¿Qué hac...?.—no terminé porque se acercó demasiado a mi.

No mames.

No dejó de sonreír mientras se inclinaba, de un movimiento, se sentó más cerca mía.

Sentía su respiración pesada, y se me erizó la piel.

Nuestros labios rozaban.

—Croquetas a mitad de precio.—susurró contra mis labios  y se alejó sonriendo de oreja a oreja.

Me quedé con una pockerface.

Se levantó.

—Buenas noches, Didi. Nos vemos mañana.—dijo yéndose.
—Hijo de mil perras.—dije pero no me oyó.

Esto no va a quedar así, nadie deja así a Dina Rogers.

Hoy era el cumpleaños de Richie.

A decir verdad, nadie le preparó una fiesta sorpresa, pero si le compramos un regalo.

Llegué a la escuela, y todos los perdedores -menos Mike, obvio- estaban en la entrada de pie, hablando.

Me acerqué a ellos a paso rápido y con cara decidida, y antes de saludarles y que me saludasen, puse mis manos en la nuca de Richie, y sin esperar, le planté un beso en los labios.

Noté que se sorprendió, pero llevó sus manos a mi cadera y me siguió el beso.

Nuestros labios se movían al compás, a un ritmo algo necesitado.

Por la maldita falta de aire, nos separamos, pero antes le mordí el labio inferior.

Al hacer eso, bajó sus manos y me tocó el culo, así que yo también bajé mis manos, y al tocarle el culo le pellizqué.

—¡Auch!.—se separó, frotándose el culo.

Me chupé el dedo corazón, y se lo enseñé.

—Menuda bienvenida, v-vaya.—oí a Bill.
—Richie empieza bien su cumpleaños.—dijo Stan.
—Ya quisiera yo eso de la chica que me gusta para mi cumple.—dijo Ben.
—Dina aprovecha el bug en las sorpresas.—dijo Eddie.
—Ese regalo supera a todos los demás, ¿habrá segundo regalo?.—Bev nos guiñó el ojo.

Miré a mis amigos, dejando de mirar el culo de Richie.

—Hola a todos.—sonreí divertida.—Este no es el regalo, esto era venganza.
—Tienes que vengarte de mi más veces.—me dijo Richie.
—Por cierto, feliz cumpleaños, Rich.—le dí una nalgada y entré a la escuela.
































—le dí una nalgada y entré a la escuela

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