Recapitulando.

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Amaia se levantó al día siguiente sintiendo cómo retumbaba aún en su cabeza la noche anterior. Era consciente de que sería demasiado tarde como para culparse por haber perdido toda la mañana, así que decidió meterse a la ducha directamente, ajena a sus responsabilidades. "Soy un desastre", se lamentaba mientras recapitulaba los fragmentos de la noche que, con algo de esfuerzo, logró recordar. Salió de la ducha decidida a pedirse una pizza, hoy era un día para no hacer nada que implicara un mínimo de fuerza de voluntad. Se tumbó en el sofá esperando la pizza y decidió ponerse una serie de la que, probablemente, ni siquiera fuera a recordar el nombre al día siguiente.

Entre que recibió la pizza y su teléfono sonó, habían pasado un par de horas, Amaia se había quedado dormida en el sofá, tampoco tenía cosas demasiado importantes que le impidieran hacerlo. Genial, aquella noche tenía una cena y se había olvidado completamente de ello, suerte que su amiga la conocía lo suficiente como para llamarla y recordárselo con el margen de tiempo exacto para que le diera tiempo a reaccionar. Se arregló lo justo como para disimular los resquicios de la noche anterior y salió de casa.

Llegó a su destino con algo de complicación, la casa de Miriam estaba a las afueras de Madrid y siempre se perdía para llegar a ella. Habían quedado porque hacía mucho tiempo que no se veían, y Amaia había aceptado porque sentía que Miriam era la mejor oyente que podría tener. Destacaba por su sinceridad y su madurez y, además, era capaz de abstraerse del hecho de que Amaia y Alfred fueran sus amigos, para poder juzgarlos desde fuera. Se abrazaron como si hiciera más tiempo que no se veían del que realmente había pasado.

Cenaron juntas, recordando anécdotas e intercambiando información sobre sus compañeros, apenas hablaron de su vida privada, pero a Miriam no se le escapaba una y veía como Amaia quería contarle algo. Tras un par de carcajadas al recordar un momento del último reencuentro, Miriam fue directa a lo que creía que daba vueltas por la cabeza de Amaia.

- Bueno, y con Alfred, ¿qué? – Si algo la caracterizaba era no dar vueltas para decir las cosas. Amaia se puso seria, aunque intentara disimularlo. – A ver, es que a mí me tenéis perdidísima con esta historia, siempre me engañáis, creía que lo habíais dejado cuando vinisteis a la fiesta de mi disco, pero en el aniversario de la final os vi iros juntos y ya no sé qué pensar.

- Ya, bueno... - Amaia intentaba evitarlo, pero también sabía que sería difícil escapar de las preguntas de la leona, sumado a que llevaba tanto tiempo conteniendo sus sentimientos, que necesitaba que alguien la escuchara. Necesitaba exteriorizarlo para ver si realmente lo sentía, o si tan solo sentía nostalgia de lo que algún día fue con Alfred.

Le contó todo. Comenzó por la noche del derrumbe en el apartamento que compartía con Alfred en Barcelona, argumentando el por qué ella creía que habían llegado hasta ese punto y justificando, en cierta manera, la huida de Alfred. Amaia sentía rabia por no haberse dado cuenta de las grietas que adornaban su relación y, claro, a último momento no pudo hacer nada para evitar el desastre anunciado. Rabia que descargó cuando Alfred intentó acercarse nuevamente a ella en la fiesta del lanzamiento del segundo disco de Miriam.

- Aquella noche, después de discutir, nos acostamos. – Miriam la miraba atónita, no pensaba que la historia tuviera tal nivel de complejidad, ni tampoco entendía por qué ninguno de los dos implicados había sido capaz de contarle nada.

- ¿Cómo? ¿Después de discutir? – Amaia asintió mientras levantaba sus hombros, y ponía una mueca de tampoco entender por qué lo habían hecho.

- Y después a la mañana siguiente me fui sin decir nada, porque no quería volver a caer. A ver, no sé, no estaba bien sin él, pero después de pensar lo que me dijo la noche que lo dejamos, supe que él tenía toda la razón. Nos estábamos haciendo un daño innecesario.

Amaia ya estaba dispuesta a contárselo todo a Miriam, llevaba tanto tiempo con toda esa mezcla de sentimientos encima, que no le importaba nada más. Quería soltarlo, quería sentirse aunque fuera por un momento, libre de sus propios barrotes. Le contó cómo no tenían ningún tipo de comunicación, cómo esperó (sin éxito) a que él le felicitara el año nuevo, cómo ella se contuvo para desearle suerte el día que su gira tocaba en Pamplona y las veces que estuvo tentada de escribirle.

No faltó tampoco el relato del reencuentro en el aniversario de la final. El alcohol jugaba a ser el mayor enemigo de ambos y, nuevamente, acabaron pasando la noche en la misma habitación. Con la diferencia de que aquella mañana, fue Alfred el primero en irse.

- Me dejó una nota, Miriam. Una puta nota. Es que cuando la vi dije "pero ¿qué me estás contando?".

- Claro, como si fueras una desconocida. ¿Y qué hiciste?

- Pues qué voy a hacer, Miriam, cabrearme. Pero tampoco fui capaz de decirle nada, no me daba la gana, me sentí super mal ese día.

Amaia negaba con la cabeza, esa pena, ese desprecio, esa decepción era lo que quería evitar sentir a toda costa. Por eso hacía de carcelera de sus propios sentimientos, no quería que salieran, no quería volver a sentir lo mismo. No sería capaz de soportarlo, no si se trataba de Alfred. Amaia no se sentía con fuerzas para contar más, así que le hizo una pequeña introducción para acabar enseñándole el mensaje que hacía una semana atrás, Alfred le había escrito.

- Quiere volver – sentenció la rubia con demasiada facilidad. Amaia seguía negando con la cabeza.

- No, Miriam, quiere marearme. ¿Por qué me hace esto? En breves se va a Latinoamérica de gira nosécuántotiempo, y yo tengo que estar centrada en el disco, no puedo posponerlo más.

- ¿Qué quieres hacer entonces?

- No lo sé.

Y a pesar de que esas tres palabras juntas fueran recurrentes en el vocabulario de Amaia, quizá era una de las veces que lo decía más enserio. No sabía qué quería hacer. No sabía si le daba más miedo rechazar la declaración de intenciones de Alfred o aceptarla. No sabía, y el no saber, en aquel momento, la desesperaba. 

(Re)Componiendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora