Azul frío.

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Madrid, fiesta de lanzamiento del segundo disco de Miriam Rodríguez. 14 de octubre de 2022.

Amaia recorría la habitación de su nuevo piso en Madrid de lado a lado. La incertidumbre invadía los minutos que pasaron desde que salió de la ducha, hasta que salió de casa. Sabía perfectamente que Alfred estaría allí, había pasado más de un mes de la caótica noche que puso fin a su relación, cosa que no tranquilizaba en absoluto a Amaia. Quería verlo porque quería saber, pero sin preguntar. Necesitaba saber de él por ella misma, sin ningún intermediario. De pie frente a su armario, pensaba en todas y cada una de las veces en las que se había contenido para no escribirle, preguntar a cualquiera por él o meterse en sus redes sociales. Conforme se recordaba a sí misma, rebuscaba en su armario algo que encajara para la fiesta de aquella noche.

Cuando acabó de vestirse, maquillarse y peinarse, se dio cuenta de que era muy tarde, la fiesta había empezado hacía más de media hora y ella, ni siquiera había salido de casa. Llamó al taxi y bajó deprisa a su portal. En cuanto este llegó, se subió y no se movió en todo el trayecto, a pesar de su nerviosismo. "Señorita, hemos llegado". Al parecer había llegado ya todo el mundo, o eso le hizo entender el portero. Era una fiesta privada, la presentación dirigida a la prensa se haría al día siguiente, lo que explicaba que tan solo fueran un par de paparazzis avispados los que estuvieran en la puerta disparando sus cámaras.

Entró y buscó a Miriam con la mirada, allí estaba, hablando con Cepeda y con una cerveza en la mano. Justo cuando Amaia iba a acercarse, Miriam la miró sorprendida.

- ¡Pero si has venido! - exclamó Miriam riéndose.

Amaia abrazó a su amiga, disculpándose por llegar tarde y soltándose del abrazo de esta para abrazar también a Cepeda. Alfred observaba esta escena desde la distancia, pero llevándolo con gran disimulo. Él tampoco vaticinaba lo que pasaría aquella noche, pero sí que necesitaba a la gran aliada de la velada (y de otras tantas): la cerveza. En la fiesta estaban casi todos sus compañeros de OT, a excepción de Roi, Aitana War y Mireya, que manifestaron cuestiones de agenda difíciles de cuadrar.

Alfred estaba charlando con uno de los productores de Miriam sobre los arreglos del dueto que cantaban juntos en el disco, hasta que sintió una mano que rozaba su omóplato. Sobresaltado, se disculpó ante el productor, respiró y contó hasta tres antes de girarse. Estaba totalmente convencido de que sería ella. Soltó el aire, y lo hizo. Dos besos, un intercambio de sonrisas que, a juzgar por la naturalidad de ambos, fueron algo fingidas y un par de preguntas de rigor. Un "nos vemos por aquí" de Amaia y un intento de risa liberadora de tensión que Alfred usó a modo de despedida.

La fiesta transcurría sin nada a destacar hasta que los Javis subieron al escenario a pinchar y a animar al personal. Alfred estaba hablando con Mimi, Ago y Ricky, pero con los Javis al mando de la fiesta, la cosa se empezó a descontrolar. Alfred comenzó a dejarse llevar por el ritmo de sus tres compañeros, intentando mover su cuerpo en consonancia con la música que sonaba. De repente, sonó una canción que parecía encantarle a Mimi, quien no dudó en coger las manos de Alfred atrayéndolo hacia ella, y comenzar a bailar con él. Ajeno a la fiesta, al indeterminado número de cervezas que se había bebido e, incluso, a la presencia de Amaia, Alfred se dejó llevar por los movimientos de cadera de la rubia. Con los ojos cerrados, parecía disfrutar como no lo había hecho en los últimos dos meses.

- ¿Te traigo un babero? - Amaia estaba en la barra esperando su copa sin quitarle ojo a Alfred. La cabeza apoyada sobre su muñeca y el labio mordido, parecieron delatarla ante Raoul, quien no dudó en interrumpir su rol de espectadora.

- Ya, eh. Es que mira qué bien baila Mimi, qué guapa es - no estaba nada mal para el escaso control de sus acciones que le quedaba en aquel momento.

(Re)Componiendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora