Luminiscencia incandescente

Hermana

Querida hermana, tanto te deseé, tanto te pedí y me lo concedieron.

Mi pequeño gran tesoro, la persona más apreciada, la más especial y lo más bonito que me pudo dar la vida.

Sólo por tí merezco vivir, por ver como creces, por estar contigo en los momentos de victoria y en los de derrota. En cada uno estaré y jamás me alejaré.

Siempre conmigo podrás contar porque yo estaré pase lo que pase, siempre para tí me tendrás, siempre seré tu confidente, siempre tendrás mi hombro donde llorar, donde apoyarte y sentir que nunca estarás sola mientras yo esté contigo.

Me preocupas, deseo que estés bien, que sonrías siempre y cuando no lo hagas dímelo, yo haré lo posible por hacerte feliz.

Desde la primera vez que te pedí, desde el primer día en que te ví, desde el primer beso, abrazo, los primeros juegos que me inventaba para hacerte reír, las primeras palabras y el primer amor.

En todos y cada uno de los momentos estuve, disfruté, aprendí, lloré, reí... tantos y miles de sentimientos juntas.

Ya casi una mujer, mi niña de ojos miel, mi niña tierna y dulce, mi pequeña Marina.

Tu nombre, no dudé un segundo en que nombre quería ponerte, ya lo tenía decidido.

Marina, mar, inmensa como las profundidades del océano, salada como tus lágrimas, reflejado en el cielo, a veces revoltoso otras calmado, a veces da susto y otras da paz.

Así eres un mar de carácter distinto, según la ocasión, según el día, según como te levantes.

Así te quiero con mi vida, tal cual eres, sin más.

Ojalá nadie pudiera hacerte daño. Ojalá nadie te destrozara el corazón. Ojalá pudieras ser feliz siempre. Ojalá quitarte de todo lo malo. Ojalá.

Pero todo te pasará porque la vida es así y tendrás que experimentar todo tipo de sentimientos, pero ten por seguro que yo estaré aquí para tí.

Mi pequeño gran tesoro.