DÍA 5 - EL ONI ROJO

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Kirishima era diferente.


Nunca llegó a sentir esa necesidad de acaparar como los demás demonios de su color, pero tampoco sentía furia todo el tiempo como los azules, en ocasiones incluso llegó a pensar que debió haber sido de color negro y no rojo, así sus despistes burdos podrían ser atribuidos a su clase. 

Ver humanos pelear o convivir en armonía siempre lo entretenía, él no quería ser como los yokai que les hacían jugarretas, o como sus compañeros que gustaban de destruir y robar. Pero tampoco es como si pudiera acoplarse a los humanos. Ya sea un fornido guerrero o un pequeño niño, todos huían al ver su figura rocosa y roja, nadie se preocuparía por un demonio después de todo, ONI, ese título tampoco le pegaba.

Por muchos años Kirishima se recluyó en una zona intransitada del bosque, en donde conoció a algunos espíritus amables y despreocupados con lo que convivía de tanto en tanto. Los días los pasaba tratando de construir uno de esos refugios en donde los humanos vivían, y cuando terminaba algún proyecto se dirigía a las aldeas más cercanas, que normalmente estaban a 4 o 5 días de caminata, a observar alguna otra curiosidad que los humanos hubieran construido o inventado.

Rara vez podía ver carretas o mecanismos de transporte, pues en esas zonas era muy difícil que accedieran por los caminos que solo se podían seguir a pie, por eso, fue para Kirishima una total sorpresa el per una carreta halada por un buey entrando al pueblo. Sabía que pronto anochecería y que a causa de que los sacerdotes que vivían en la zona viajaban en otoño, el pueblo muy probablemente sería atacado por algún oni negro o azul, casi podía apostar por el último, pues de camino tomó la comida de una madriguera bacía con la que se topó. Solo quedaba esperar.


Tal como lo había predicho, un demonio azul fue el que atacó la aldea, y pese a que no podía tocar las casas por las protecciones dejadas por los sacerdotes, dañó despensas y más. Kirishima aprovecho el escándalo para separar al buey de la carreta y llevársela en hombros, pues eran casi del mismo tamaño pero más liviana. Sintió como algunas cosas se movían dentro, pero no tomó importancia pensando que se trataba de los productos que traían de otros lugares.

Cuando el día llegó, el demonio se encontraba en un escarpado tratando de no perder el equilibrio y botar su preciada carga, pero como la suerte nunca había estado de su lado, resbalo hacia el riachuelo de la parte baja. Al incorporarse después de la caída pudo escuchar un leve quejido que fue rápidamente silenciado por el murmullo del riachuelo, pensando que se trataba de algún yokai que intentaría hacerle una broma, se puso la carreta al hombro y quiso emprender marcha nuevamente, pero escuchó otro quejido más fuerte y esta vez pudo identificar que provenía de dentro de la carreta.

Esta vez lo colocó en el piso con cuidado y de manera lenta, pero cuando quiso abrirla, se dio cuenta que estaba sellada por todos lados salvo por una pequeña parte en que habían rendijas cuadradas. Al asomarse por ese único orificio pudo observar a un humano que tenía los ojos vendados y se sujetaba fuertemente la pierna que estaba atrapada en un grillete de metal. Era claro que el humano se había lastimado en el transcurso de la caída, golpeándose con las paredes internas. El demonio rápidamente rompió la parte posterior de la carreta, asustando en el acto al joven.

-Juro que no fue mi culpa, yo no causé que lo que sea que haya atacado la aldea se haya presentado- se podía ver como el humano temblaba mientras trataba de arrinconarse hacia la esquina en el que estaba fundido el grillete.

-Cuál es tu nombre? Humano (?...- La voz de Kirishima era profunda y rasposa a causa de las meses o años que pasaba en silencio absoluto dedicándose enteramente a realizar su pasatiempo.

KiriKami Week 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora