6. Vacío, brazos y sellos

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Pensar en la muerte era escabullirme en un pozo lóbrego, tan hondo que a pesar de lo atractivo que le pudieran parecer sus aguas a un sujeto que soñaba con el fin, no era capaz de ir más allá del borde. Me daba pánico ver la muerte representada en un asesinato, y a él le era tan fácil hablar de ello. La sensación de estar cayendo era el miedo más grande. Cayendo en la oscuridad de un foso sin fin.

Rehuí a su mirada curiosa. Me observaba como si cada expresión fuese digna de admiración. No llevábamos mucho tiempo juntos y yo ya quería alejarme.

Se trataba de su mera existencia, del dominio que siempre había tenido de sus emociones lo que más me causaba temor. Había estado temeroso el día en el que lo conocí cuando éramos apenas unos niños y había permanecido admirando en silencio su valentía hasta ahora. Lo que sí me era repugnante eran sus pocos escrúpulos, la manera en la que terminaba con las vidas como si fueran insignificantes muñecos de paja fáciles de cortar con su catana.

–Aléjate de mí y más importante aún, aléjate de ellos. –Le espeté muy irritado.

Para mi asombro, Sasuke permaneció enteramente serio. Intenté que no me afectara verlo poner una expresión tan sombría. Como ya dije, generalmente él solía divertirse a costa de mis accesos de rabia y cuando permanecía impasible con las palabras que le decía, inevitablemente yo entraba en un dilema acerca de si le había herido el orgullo o sus sentimientos.

Suspiré, sintiendo el cansancio de súbito. Revisé los cuerpos de Sakura y Shikamaru y en todo momento Sasuke no apartó por un segundo sus ojos de mí. Siendo vigilado, creí que en cualquier instante iba a ser atacado por la espalda, pero escuché la tierra siendo aplastada por sus pies y supe que él sólo deseaba seguir mis pasos.

–No les hice daño. –Habló, casi pegado a mí espalda.

Me di la vuelta lentamente y estuvimos cara a cara en un segundo. Sus ojos, nariz y boca a un centímetro de mi rostro no me causaron la menor reacción. Seguía molesto con él.

–Los dejaste inconscientes. –Dije. –Ellos tenían miedo de ti. –

–Ellos tenían miedo a la muerte. –Habló, negando con su cabeza. Pareció como si quisiese protegerse al escabullirse más en su túnica. –Y tú también le temes. –

Su declaración me hizo enfurecer más. Le empujé hacia atrás, moderando mis movimientos sin ánimos de estropearle esa bonita cara. Él retrocedió un par de pasos y yo le di la espalda nuevamente.

– ¿Por qué estás tan molesto? –Preguntó.

– ¿Por qué no me dices cuáles son tus intenciones? –Cuestioné, evadiéndolo y siendo muy obvio en el proceso.

– ¿Esa es tu misión? ¿Saber mis intenciones? –

–Mi misión no eres tú. Originalmente no lo era. –

–Pues ahora parece que lo será. –

–Ni siquiera sabía que vendrías. –Declaré.

–Yo no sabía que te irías. –Dijo y al fijarme mejor en su voz, no había nada de déspota en ella.

Estreché los ojos, un poco menos molesto, pero ahora abrumado por el rumbo que había tomado la conversación.

Las razones de por qué me había ido de su lado hacía apenas unos días atrás eran conocidas únicamente por mí y por Jiraiya, quien me había inducido a hacerlo. Hablarle al respecto a Sasuke requería otro momento menos comprometedor. Sí, me había devuelto a Konoha, pero no era como si no le hubiese pedido que viniera conmigo. Él también había tenido sus razones para quedarse y yo no se lo había cuestionado.

En algún lugar del bosque (Sasunaru-Narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora