Capítulo 3

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"En el fondo del valle, hay una fuentecita

¿Quién viene a beber a la fuente?

Los conejos al amanecer

Frotándose los ojos al despertar

Vienen a la fuente a lavar sus caras

Sólo beben luego se marchan.

La fuentecita es de agua clara y pura

¿Quién viene a beber a la fuente?

Al claro de luna, los corzos

Juegan al escondite

Tienen sed, acuden

Beben un poco luego se marchan."

Los ojos del menor brillan, su mirada no se desvía de aquella hermosa dama cuya voz irradiaba armonía y tranquilidad. Jiminie siente sus ojos picar, lucha por no dormirse él quiere escuchar más la voz de su madre, quiere que su madre le acurruque en sus brazos y le diga que lo ama con todo su ser, que aunque su padre ya no este con él, estarán bien y nada les faltará. Aveces es difícil entender lo que es la muerte, mucho más cuando apenas eres un niño de tan solo 5 años.

Cada noche, antes de dormir, la Sra. Park les lee un cuento a sus hijos y les canta, tal como lo solía hacer su esposo antes de haber fallecido en aquel accidente.

11 de marzo 6:00am

El señor Park se preparaba para ir a trabajar con la misma emoción que le caracterizaba. El caballero se dirige a la habitación de sus dos hijos, pues le era de costumbre ir a la habitación de sus hijos y despertarlos con besos y apapachos antes de irse a trabajar.

– Niños despierten, ya el sol salió y papa vino por su beso y su abrazo– el caballero mueve gentilmente a los niños y se les lanza encima con el mayor de los cuidados.

– ¡Papa!– Taemin es el primero en despertar y en lanzarse a los brazos del hombre.

– Ahh, como amaneció mi hijo mayor– Le pica la nariz Paternalmente al niño.

– ¡Muy bien Papa! ¡Estoy más grande!– el niño camina de puntillas para demostrar que ha crecido.

– Ah, sí que has crecido pronto serás más grande que Papá– le revuelve dulcemente el cabello.

-Jiminie, Oh Jiminie despierta- El hombre sutilmente toma al niño de cuatro años en sus brazos.

– ¿Cómo ha despertado mi Chim Chim?–  musita haciendo trompetillas en el cuello del menor.

– Papá, no me babeas– dijo el niño entre risas.

– Con que te hacías el dormido, ahora tendré que hacerte cosquillas–

– No papá, ¡ah! ¡No!–

En la habitación solo se escuchaban risas y juegos. El señor Park era el padre que todo niño pudiera desear: cariñoso, consentidor, divertido y sobre todo admirable.

La mujer se queda en la puerta admirando la hermosa escena de aquella habitación. Lástima que el día solo tiene 24 horas y que para vivir hay que trabajar.

– Cariño, ya es hora de ir a trabajar– se acerca para dejar un casto beso en los labios de su marido.

– Lástima que siempre hay una hora de partida. Bueno los veo a la tarde chicos, Papá los ama.–  Tristemente el Señor Park no sabía que ese día no regresaría a casa...

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2020 ⏰

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